Antártida

Antártida Argentina
 

Hidrografía

El Continente Antártico está cubierto por una caparazón de hielo formada a expensas de las fuertes nevadas que se acumularon a través de miles de años. El aporte hídrico de este continente se produce en forma de hielo que entra al agua del Atlántico en bloques tabulares y témpanos y fundamentalmente la Antártida no posee ríos en virtud de sus bajas temperaturas (Palese de Torres, 1958).

Sí posee, en centro y este de la Península, pequeños lagos o lagunas de agua dulce que durante la época de más calor mantienen sus aguas sin congelarse. También en sectores – en los pocos meses de máximas temperaturas- chorrillos de deshielo que van al desembocar al mar.

Las costas heladas y la plataforma hundida
Antártida. Las Leyes entre las costas y el mar
Santiago G. de la Vega

Frentes de barreras de hielos que se extienden como gigantescas plataformas flotantes; costas cubiertas de glaciares de tamaños cambiantes. Son las formas que abarcan casi el 83% de los 35.000 km costeros del continente más hundido del planeta.

La Antártida toda y su plataforma continental se han hundido por el peso de las masas de hielo. En ciertas áreas, la plataforma alcanza profundidades de 800 metros, ¡hasta cuatro veces más que la mayoría de sus pares en el resto del mundo!

En Groenlandia, donde las masas de hielo son también una inmensidad, su peso ha dejado al centro de la isla a 354 metros por debajo del nivel del mar. Sólo el 17% (poco menos de 6.000 km) de las costas antárticas son rocas expuestas y playas libres de hielo. Allí se concentran en el verano austral las manifestaciones de vida en tierra.

El ecosistema costero y de la plataforma antártica, en especial en zonas aledañas a la Península Antártica e islas del arco de Scotia (Islas Shetland, islas Sandwich, islas Orcadas y las islas de Georgias del Sur) es uno de los más productivos y complejos del confín austral.
Entre el mar y las costas libres de hielo hay un dinámico intercambio. El mar interviene en el ciclo de precipitaciones y aporta sales y minerales. Con el ir y venir de olas y mareas, deja un manto de macroalgas sobre las playas. Mientras que el guano de cientos de miles de aves marina y el excremento de focas representan aporte de nutrientes para las costas.

Desde la tierra, la descarga de aguas de arroyos y chorrillos de deshielo hacia las aguas marinas logra influencias sólo a nivel muy local. Las aguas cargadas de sedimentos producen un "sombreado" que limita la penetración de la luz, y por tanto el crecimiento de las microalgas. Por otra parte, el aporte de nutrientes a los sistemas costeros es seguramente pequeño y no es claro por ejemplo que papel juegan micronutrientes derivados del suelo, como el hierro. Con las precipitaciones, parte del abono de las aves retorna al mar.

Los dinámicos hielos y sus relaciones con la vida

Gigantescas barreras -sean flotantes o con base en tierra-, glaciares, témpanos, hielos marinos en superficie o hasta hielo de fondo son las principales manifestaciones siempre fluctuantes en que el agua sólida se moldea en la Antártida.

Tanto como veinticinco millones de años transcurrieron desde que los cambios climáticos motivaron el origen de los campos de hielo del continente, llegando estos a cubrir áreas inmensas catorce millones de años atrás. Comenzaban a gestarse las condiciones para el surgir de un ecosistema marino aislado de mares vecinos. La llamada Convergencia Antártica es considerada el límite norte de los mares australes, y representa una de las fronteras oceánicas más marcada y estable del mundo.

Al tiempo presente, las variaciones estacionales implican tremendas fluctuaciones en el área de hielo marino de la Antártida. De unos 20 millones de km2 de cobertura en septiembre, a sólo 4 millones de km2 en el mes de marzo. Una disminución de hasta el 75% de su superficie. En el Artico, en comparación, las variaciones de hielo marino entre estaciones rondan entre el 20 y el 25%.

Las heladas barreras marinas en continua dinámica se alimentan en superficie con hielo y nieve, y por debajo, con la adición de cristales de hielo. Las barreras influyen en la creación de aguas frías antárticas de fondo, las que se distribuyen hacia amplias áreas de los océanos del mundo. Es el caso por ejemplo de la barrera de hielo de Filchner, una de las más grandes del continente antártico. Tiene un espesor promedio de 650 m y una superficie de 470.000 km2, casi dos veces el área de nuestra inmensa provincia de Santa Cruz.

Los hielos marinos distan mucho de ser masas estériles carentes de vida. Diversas comunidades de microalgas -entre las que domina las diatomeas- crecen en ellos, y al descongelarse, las paran a enriquecer la comunidad de fitoplancton marino. Krill o anfípodos que estén en la cara inferior del hielo podrán ser presas de las aves al invertirse los gélidos bloques, hecho que sucede por ejemplo con rupturas del pack de hielo.

Entre pingüinos y focas, hay especies que encuentran en el hielo un medio de transporte, plataformas de descanso, superficie de resguardo para mudar, comer, obtener protección contra predadores como las orcas, o hasta dar nueva vida, como los casos del Pingüino Emperador y la foca de Weddell.

Con relación al vecino medio líquido, el pack de hielo actúa como "gran filtro" de los rayos del sol antes de que lleguen a la columna de agua. Además, resulta una barrera para el intercambio entre la atmósfera y el océano, ya sea de calor, gases o fuerzas dinámicas como las creadoras de olas.

Sobre las comunidades del fondo del mar, la influencia del hielo también se hace notar, en especial por su acción directa de erosión en zonas costeras. Pero además, por la "lluvia" de sedimentos que caen por efectos de derretimiento de bloques del hielo continental, o por los grandes bloques de rocas que se liberan al derretirse los témpanos que los transportan.

Como sea, el hielo es clave en el control de la producción y estructura de las comunidades biológicas y tuvo su influencia en el surgir de organismos con fabulosas adaptaciones a las bajas temperaturas y a evitar el peligro de congelamiento.

Investigación y Textos: Gabriel O. Rodriguez


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