La
actuación
de la
República
Argentina
en el
Continente
Antártico
En las
entonces
Provincias
Unidas
del Río
de la
Plata,
el almirante
Guillermo
Brown
durante
la lucha
por la
independencia,
en 1815,
estando
en el
Cabo de
Hornos
con dos
buques
fue llevado
por una
impetuosa
tormenta
hacia
latitudes
cercanas
a los
65† S.
Habría
antecedentes
que en
1818,
barcos
foqueros
procedentes
del Río
de la
Plata,
iban con
cierta
regularidad
hacia
las islas
del Atlántico
Sur .
Esto se
fundamentaría
en que
en el
mencionado
año
un comerciante
de Buenos
Aires
–
Juan Pedro
Aguirre-
presenta
al Consulado
de Buenos
Aires
una autorización
para instalar
un establecimiento
de caza
de lobos
marinos
“en
alguna
de las
islas
existentes
a la altura
del Polo
Sur”.
En 1829
el gobierno
de Buenos
Aires
dicta,
el 10
de junio,
un decreto
creando
la Comandancia
Político
Militar
de las
Islas
Malvinas-
siendo
la primera
normativa
que menciona
la preservación
de los
pinnípedos
que habían
sido víctima
de un
exterminio
brutal-
refiriéndose
a las
islas
adyacentes
al Cabo
de Hornos
en alusión
a las
islas
antárticas.
La
República
Argentina
participa
de la
epopeya
antártica,
en 1901,
a través
de la
expedición
dirigida
por el
profesor
sueco
Otto Nordenskjöld,
quien
en diciembre
de ese
año
llegó
a Buenos
Aires
y establece
un convenio
con el
gobierno
para obtener
provisión
de víveres
a cambio
de la
participación
de un
militar
argentino,
el alférez
de marina
José
María
Sobral,
en su
expedición.
En 1902
llegaron
a las
Shetland
del Sur
e instalan
un campamento
para refugio
de invierno
con el
fin de
efectuar
observaciones
metereológicas
principalmente.
Mientras
tanto
el buque
Antartic
regresaba
a Ushuaia
para proveerse
de alimentos
y quedar
en acuerdo
que si
en abril
de 1.903
la expedición
no hubiera
regresado
se enviaría
otra en
auxilio.
Así
sucedió,
tal como
Nordenskjöld
pareciera
haberlo
intuído,
el Antartic
fue destrozado
por los
hielos
y los
expedicionarios
estaban
en el
refugio
a la espera
de las
naves
que vinieran
en su
auxilio.
En noviembre
de 1.903
tras una
intensa
búsqueda
fue encontrado
el campamento
por los
tripulantes
argentinos
de la
cañonera
Uruguay.
En 1904
Argentina
adquiere
la estación
metereológica
del escocés
Bruce,
en la
isla Laurie,
Orcadas
del Sur.
A partir
de ese
momento
la ocupación
Argentina
en las
mencionadas
islas
fue continua
hasta
nuestros
días.
La Corbeta
Uruguay
–
hoy convertida
en Museo-
realizó
durante
muchos
años
el relevo
del personal
asentado
en la
Base Orcadas
del Sur.
La República
Argentina
a partir
de 1947
inicia
una etapa
de mayor
actividad
en la
Antártida,
desarrollándose
desde
entonces,
año
tras año,
campañas
antárticas,
confección
de cartografía,
edición
de bibliografía
y erección
de unos
quince
destacamentos
de los
cuales
en la
actualidad
hay seis
de uso
permanente
y siete
temporarios.
Historia
de la
conquista
del Continente
Antártico
Con la
llegada
del hombre
a un determinado
territorio
comienza
la historia
de ese
lugar.
No escapa
la Antártida
a este
postulado,
sino que
por el
contrario,
tiene
más
historia
por los
intentos
de aproximación
y por
los esfuerzos-
a veces
auténticas
proezas-
de conquistar
tan indómito
terreno
por la
dureza
de su
clima,
que por
los hechos
acaecidos
una vez
instaladas
las primeras
poblaciones
humanas.
Ya en
1756 el
navío
español
El León
que atravesaba
en Cabo
de Hornos
es llevado
por una
tormenta
hasta
la Islas
Georgias
del Sur,
que denominó
San Pedro.
El famoso
capitán
James
Cook,
allá
por la
década
de 1770,
circunnavegó
el Antártico
y rebautizó
el archipiélago
con el
nombre
a las
Georgias
del Sur.
En 1819
y 1821
los buques
rusos
Vostok
y Mirny
, al mando
del comandante
Bellingshausen
rodean
el “Continente
Blanco”
y avistan
una costa
montañosa
que llamaron
Tierra
Alejandro
I en homenaje
al zar
de Rusia.
En 1823
el capitán
inglés
Weddell
descubre
el mar
que lleva
su nombre
y penetra
en él
hasta
los 74†
15`de
Lat. S.
Luego
habría
que hacer
mención
a las
tres expediciones
científicas
más
importantes
anteriores
al empleo
del motor
a vapor
en la
navegación.
Una de
ellas
fue la
del francés
Jean Dumont
D´Urville,
que inició
su viaje
en 1837
y llegó
en el
verano
del hemisferio
sur a
incursionar
en el
Mar de
Weddell,
contorneó
las Orcadas
del Sur
y las
Shetland,
hizo lo
propio
en la
Península
Antártica
y tras
efectuar
un enorme
recorrido
por la
Polinesia
y Oceanía
llegó
a la costa
opuesta
del Antártico.
En 1838
el norteamericano
Charles
Wilkes
partió
hacia
la Antártida
con una
expedición
sin precedentes
hasta
el momento:
estaba
integrada
por dos
corbetas,
una bergantín,
dos veleros
y un buque
almacén.
Sus logros
fueron
mínimos
en relación
a la infraestructura
que sustentaba
la expedición,
perdiendo
la mayor
parte
de los
navíos
y arribando
a las
costas
antárticas
en una
sola oportunidad.
La
más
exitosa
de las
tres expediciones
enunciadas
precedentemente
fue la
del inglés
James
Charles
Ross,
en 1839,
que llegó
a los
78† de
Lat. S.
y se encontró
con una
enorme
barrera
de hielo
de unos
70 metros
de altura
que hoy
lleva
su nombre.
En otra
incursión
que realiza,
Ross llega
al Mar
de Weddell
y explora
la tierra
de Joinville.
Luego
de una
tregua
de varios
años
se reiniciaron
las expediciones
con barcos
de vapor,
siendo
el alemán
Dallman
el primero
en explorar
la Península
Antártica
con la
nueva
tecnología
naviera.
Un avance
importante
lo realizó
el noruego
Larsen
que pasó
dos temporadas
en las
costas
de la
Península
Antártica
y comprobó
que la
parte
noroeste
del mar
de Weddell
presentaba
un paso
libre
de hielo
y en virtud
de ello
recorrió
gran parte
de las
costas
de la
Península.
Antes
de finalizar
el siglo
XIX hubo
dos expediciones
más,
la del
belga
Gerlache
y la del
escandinavo
Borshgrevink,
quien
pasó
el invierno
en el
Antártico
por primera
vez.
El Polo
Sur fue
a partir
del comienzo
del siglo
XX la
meta buscada.
Inició
esa empresa
el inglés
Ernest
Shackleton,
quien
parte
en junio
de 1907,
en el
buque
Nimrod,
rumbo
al Antártico.
Establecida
su base
en la
tierra
de Eduardo
VII realizó
tres incursiones
en busca
del Polo
Sur. En
la ultima
de ellas
Shackleton
y tres
acompañantes
se lanzaron
hacia
el Polo,
utilizando
ponies
de Siberia.
Los animales
iban siendo
sacrificados
a medida
que el
cansancio
los hacía
inútiles
para impulsar
los trineos
y eran
enterrados
bajo el
hielo
para encontrar
carne
fresca
al regreso.
Carentes
ya de
animales,
los expedicionarios
debieron
regresar
cuando
habían
alcanzado
una altitud
mayor
que la
lograda
hasta
el momento
: 88†
23´
de Lat.
S. y estuvieron
a sólo
unos 170
kilómetros
del polo.
En 1910
parten
hacia
el mismo
destino
dos expediciones
más:
la de
Robert
F. Scott,
en el
buque
Terranova,
y Roals
Amundsen
en el
Fram.
Ambos
expedicionarios
llegaron
al Mar
de Ross
con pocos
días
de diferencia.
Los grupos
expedicionarios
emprendieron
una verdadera
carrera
en la
fue favorecido
por el
clima
Amundsen
y arribó
a la meta
el 17
de diciembre
de 1911
y Scott
lo hizo
un mes
más
tarde.
En el
viaje
de regreso
Scott
y sus
acompañantes
fueron
vencidos
por la
adversidad
del clima
y perecieron;
recién
en octubre
de 1912
fueron
encontrados
por la
expedición
que había
salido
en su
búsqueda.
Con la
empresa
de Shackleton
en 1914-1917,
que logró
salvarse
luego
de pasar
tremendas
peripecias,
finaliza
el período
de las
explotaciones
heroicas
al irrumpir
a partir
de 1928
el auxilio
de los
primeros
aviones
que permitieron
el aprovisionamiento
periódico
de las
distintas
bases
instaladas.
La
Antártida
Argentina
Desde
el punto
de vista
geopolítico
la Antártida
Argentina
es la
parte
de territorio
nacional
argentino
formada
por las
tierras
de la
masa continental
antártica
y por
la plataforma
de hielo
unida
a ella
e islas
comprendidas
dentro
de los
meridianos
25 y 74,
al sur
del paralelo
60 S.,
aunque
parte
de esta
superficie
es también
pretendida
por Gran
Bretaña
y Chile.
Desde
el extremo
norte
de la
Península
hasta
el Polo
Sur hay
una distancia
de 3.000
kilómetros.
La parte
Argentina
está
integrada
básicamente
por la
Península
Antártica
o de San
Martín,
bordeada
por el
mar de
Weddell
al oriente
y el de
Bellingshausen
al occidente,
que tiene
una forma
de “S”
estirada,
con su
base mucho
más
ancha
que el
extremo
norte
el que
está
rodeado
por gran
cantidad
de islas
e islotes.
La parte
occidental
está
dominada
por un
relieve
de meseta
que no
supera
en general
los 2.000
metros
de altura;
hacia
el este,
se encuentra
la cadena
de los
Antartandes,
que recorre
la península
a los
largo
de toda
su extensión.
Esta
cadena
es de
la misma
edad de
la Cordillera
de los
Andes
y se la
considera
estructuralmente
vinculada
a ella
a través
de un
arco insular,
las llamadas
Antillas
del Sur,
compuesto
por las
Georgias
del Sur,
Orcadas
del Sur,
Sandwich
del Sur
y Shetland
del Sur.
Al oeste
de la
Península,
y próximas
a su base,
están
las islas
Alejandro
I y Belgrano,
que forman
la bahía
Margarita.
Al norte
de éstas,
aparecen
dos archipiélagos:
el de
Palmer
y el de
las Shetland
del Sur
formado
por las
islas
Baja,
Smith,
Decepción,
Nevada,
Livingston,
Greenwich,
Roberts,
Nelson,
25 de
Mayo,
Elefante
y Clarence,
las que
dejan
entre
sí
muchos
canales
navegables.
Es destacable
que en
la isla
Decepción
se manifiesta
actividad
volcánica,
aunque
no es
el único
lugar.
El sector
Argentino
es el
que posee
la mayor
superficie
despajada
de hielo
del continente
y su relieve
presenta,
además
de las
referidas
elevaciones,
que superan
los 4.000
metros,
grietas
de variadas
dimensiones
producidas
por el
resquebrajamiento
de la
masa glacial.
Este relieve
en realidad
sólo
es visto
en sectores
cercanos
a la costa
y excepcionalmente
en el
interior
en razón
de la
disposición
peculiar
de la
superficie
y la altura
de las
rocas.
Las enormes
masas
de hielo
desprendidas
dan origen
a grandes
témpanos
de dimensiones
colosales
y que
al ser
arrastrados
por las
aguas
van perdiendo
tamaño.
Las mayores
elevaciones
de la
península
son el
cerro
Bransfield
de unos
760 metros
sobre
el nivel
del mar,
el D’Urville
con 1.070
m., el
Roberts
de 957
m. Hacia
el sur
las elevaciones
mayores
se desarrollan
sobre
las costa
occidental
como el
monte
Peary
de 1.900
m., el
Chevreux
de 1.860
y el Bigo
de 1.980
m. Sobre
el paralelo
70°
se dan
aún
mayores
elevaciones
con el
cerro
Duemler
de más
de 2.200
metros,
el monte
Edward
con 2.600
m. y el
Courtauld
de 2.100
m., entre
varios
más.
El monte
más
alto de
la Antártida
Argentina
es el
Jackson,
con casi
4.200
metros,
ubicado
en los
71°
30´.
En excepcionales
momentos
partes
de las
islas
están
sin hielo,
como ocurre
con un
poco más
de asiduidad
en la
Isla Vicecomodoro
Marambio,
en la
Decepción
y en la
Isla 25
de Mayo.
Hay tres
áreas
naturales
protegidas
propuestas
y administradas
por la
República
Argentina
que se
las identifica
cono Sitios
de Especial
Interés
Científico.
Luego,
el Protocolo
al Tratado
Antártico
firmado
en Madrid
en 1991,
les asigna
el nombre
de Zonas
Especialmente
Protegidas.
Ellas
son :
Península
Potter
–
SEIC 13
–
Ubicado
en la
Isla 25
de Mayo,
perteneciente
al archipiélago
de las
Shetland
del Sur
y comprende
un espacio
de costa
comprendido
entre
Punta
Elefante
y Punta
Strager,
cerca
de la
Base Jubany.
Esta
Área
fue propuesta
por la
Argentina
debido
a la rica
y diversa
fauna
y vegetación
que soporta,
proveyendo
una muestra
representativa
del ecosistema
marítimo
antártico.
Las zonas
costeras
poseen
importantes
colonias
de diez
especies
de aves
marinas,
incluyendo
tres especies
de pingüinos
y tres
especies
de mamíferos
marinos.
Originariamente
para la
designación
del Área
tuvo mucho
peso la
investigación
científica
sobre
ecología
reproductiva
de elefantes
marinos
y aves
marinas
que han
sido llevados
a cabo
desde
1982 e
incluyó
un Programa
de Monitoreo
del Ecosistema.
Punta
Armonía
- SEIC
14
–
Está
situado
en la
Isla Nelson
del grupo
de las
Shetland
del Sur.
Comprende
un territorio
libre
de hielo
donde
se encuentra
el Refugio
Gurruchaga.
Este sitio
fue solicitado
conjuntamente
con la
república
de Chile.
Esta Área
fue designada
debido
a la rica
y diversa
comunidad
de aves
y a la
extensa
y rica
vegetación
terrestre
que incluye
musgos,
líquenes
y dos
especies
de plantas
vasculares.
Hay sectores
que albergan
importantes
colonias
reproductivas
de 11
especies
de aves,
y una
de las
colonias
mas grandes
del pingüino
de barbijo.
Las colonias
de aves,
y particularmente
la del
pingüino
de barbijo
mostraron
importantes
incrementos
en la
última
década.
El área
también
hospeda
una importante
colonia
de petrel
gigante,
especie
que esta
en declinación
en muchas
áreas
de la
Antártida.
Los valores
a ser
protegidos
son aquellos
asociados
con la
composición
y diversidad
biológica
de este
sitio.
Es un
excelente
ejemplo
de las
comunidades
de aves
y ecosistemas
terrestres
de la
Antártida
marítima
de las
islas
Shetland
del Sur,
permitiendo
desarrollar
investigaciones
a largo
plazo
sin daño
o interferencia.
Punta
Cierva
–SEIC
15-
Está
ubicado
en la
Península
Antártica
próximo
a la Base
Primavera,
sobre
la Costa
de Danco
e incluye
islotes
aledaños.
Esta
área
fue originariamente
designada
como SEIC
No. 15
bajo la
Recomendación
RCTA XIII-8
de ATCM,
después
de una
propuesta
de Argentina,
como un
importante
ejemplo
de vegetación
antártica
marítima
bien desarrollada,
y por
poseer
colonias
reproductivas
de al
menos
cinco
especies
de aves.
El área
posee
un gran
valor
para la
conservación
debido
a la presencia
de importantes
colonias
de aves,
como el
pingüino
papúa
y skuas,
entre
otras
especies,
y una
flora
diversa
que incluye
las dos
especies
de plantas
con flores
antárticas
y hepáticas
así
como fauna
invertebrada
asociada.
En las
costas
hay abundantes
pozos
de marea
en los
que se
encuentra
un gran
número
de invertebrados
marinos.
Las tres
áreas
bajo administración
Argentina
poseen
ecosistemas
sumamente
frágiles
que requieren
de una
restricción
importante
de las
actividades
antrópicas,
al menos
en la
etapa
de investigación
que aún
está
lejos
de finalizar.
Investigación
y Textos:
Gabriel
O. Rodriguez
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