Relieve
El
territorio
riojano
abarca
89.680
kilómetros
cuadrados
signados,
en su
gran mayoría,
por la
aridez,
la escasa
vegetación
que la
acompaña
y un escarpado
relieve.
En el
sector
occidental
que linda
con la
República
de Chile,
se extiende
una ancha
franja
longitudinal
de norte
a sur
formada
por la
porción
de los
Andes
que se
denomina
Cordillera
Frontal.
Esta es
una cadena
cercana
a los
800 kilómetros
de longitud,
enmarcada
entre
la Precordillera
por el
este y
la Cordillera
Principal
por el
oeste,
que se
distingue
por presentar
cordones
sin orientación
definida
aunque
predominan
en los
sentidos
noreste-sudoeste
y noroeste
ˆsudeste,
destacándose
por su
altura
los cerros
el Potro
de 5.879
metros,
Bonete
Grande
con 6.872,
el Pissis,
6882 y
los Mogotes
de 5.830
m.s.n.m.
Esta característica
orográfica
fue ocasionada
por las
fuertes
presiones
que recibió
este sector
al formarse
la Cordillera
Principal
las que
también
dieron
lugar
a que
se erigieran
las máximas
alturas
en los
puntos
de anulación
de las
fuerzas
comprensivas.
La cordillera
principal
en la
latitud
de la
provincia
de la
Rioja
continúa
en territorio
chileno
y la frontal
presenta
una marcada
transición
en sus
estratos
hacia
el este,
hecho
que se
hace ostensible
en la
unión
tectónica
que los
une a
la Precordillera.
Esta
última
está
constituida
por cordones
paralelos
orientados
de norte
a sur
separados
por angostos
valles
que acumulan
bloques
rocosos
y sedimentos
finos,
productos
de la
intensa
erosión
mecánica
a la que
está
sometido
todo el
sistema
(Lorenzini
y Balmaceda,
1993).
Los cordones
de la
sierra
del Veladero
y de la
cordillera
de la
Brea encierran
depresiones
que han
sido rellenadas
por sedimentos
terciarios
que, frecuentemente,
aparecen
ocupados
por salitrales
y lagunas
sin desagüe
como La
Brava
de casi
100 km2
de extensión
-que dio
lugar
a la creación
del área
protegida-
y de las
Mulas
con 41
km.2 (Iglesias
de Cuello,
1982).
Por el
norte
el límite
es impreciso
y se amalgama
con la
Puna,
que es
una altiplanicie
constituida
por rocas
precámbricas
y paleozoicas
que fue
erosionada
intensamente
en la
era mesozoica.
Al este
de la
precordillera
de hallan
los relieves
del sistema
de las
Sierras
Pampeanas
como las
de Famatina
y Velasco,
separadas
por el
bolsón
de Chilecito
donde
discurre
el río
Grande.
Aisladas
en el
extremo
sur del
territorio
provincial
se alzan
las sierras
de los
Llanos,
Malanzán,
Chepes,
de las
Minas
y otras.
Estas
formaciones
orográficas
tienen
un rumbo
predominante
norte-sur
y delimitan
bloques
de basamento
que se
elevaron
y luego
se volcaron
hacia
el este,
lo que
ocasionó
que las
laderas
occidentales
caigan
abruptamente,
denominándoselas
cuestas,
y las
orientales
presentan
pendientes
suaves
que se
las llama
faldas
(Lorenzini
y Balmaceda,
1993).
El sistema
de Famatina
por su
origen
geológico
difiere
del resto
de las
sierras
pampeanas
pero se
lo incluye
dentro
de éstas
por participar
de un
ámbito
geográfico
similar
y condiciones
climáticas
semejantes,
entre
otros
factores.
Estas
poseen
una de
las mayores
elevaciones
de la
Provincia
que es
el cerro
General
Belgrano
de 6.250
metros.
En el
sector
oriental
hay zonas
llanas
conocidas
como Cuenca
Sedimentaria
de los
Llanos,
que descansa
sobre
los bloques
hundidos
que yacen
entre
los cordones
de las
Sierras
de Córdoba
al este,
San Luis
al sur
y de Ambato
y Velasco
al oeste.
Hacia
el sureste
se extiende
una amplia
depresión
en donde
se sitúan
las salinas
de Mascasen
y la Pampa
de las
Salinas
donde
se desarrollan
extensas
superficies
ricas
el sales,
sulfato
de sodio,
magnesio
y bórax.
Haciendo
una pequeña
reseña
del relieve
se puede
decir
que en
su superficie
–que
oscila
aproximadamente
entre
los 2.500
y 4.500
m.s.n.m.–
abundan
planicies
de altura
con cordones
montañosos
que se
destacan
por su
elevación
y cuencas
constituidas
por una
red fluvial
indefinida,
sin desagüe
al mar,
por lo
que las
aguas
de los
cursos
que se
forman
desaguan
en lagunas
y a veces
forman
salinas.
Los suelos
de la
región
que ocupa
el Sitio
Ramsar,
típicos
de las
zonas
de altura,
pertenecen
al Orden
Entisoles,
y al Suborden
Torriortente
que se
caracteriza
por poseer
una textura
fragmentaria,
compuesta
de bloques
y rodados
en los
faldeos
y limosa
en los
bolsones.
La provincia
de La
Rioja
no cuenta
con relevantes
corrientes
fluviales.
Entre
los ríos
más
importantes
se destaca
el Vinchina,
continuación
del Jagüé,
que corre
en el
noroeste
del territorio
provincial
con sentido
norte-sur
y tiene
por afluentes
al río
del Peñón
que es
emisario
de la
Laguna
Brava,
al río
Umango,
al Tendal
y al norte
de la
ciudad
de Villa
Castelli
recibe
las aguas
del río
Grande
de Valle
Hermoso.
También
tiene
cierta
importancia
el río
Blanco
del cual
parten
dos afluentes
principales,
el río
del Carnerito
y el río
Salado;
y el río
de Troya,
que corre
paralelo
al oeste
del pequeño
cordón
de las
sierras
de Mas,
recibe
numerosos
afluentes
ˆ
temporarios
en su
mayoría-
como los
arroyos
Pichanal,
Piedra
Blanca,
La Flecha,
entre
otros
de cauce
muy incierto;
y el río
Guandacol
que une
sus aguas
al Troya
fuera
del territorio
riojano.
En la
parte
noreste
está
al río
Colorado,
acompañando
el sentido
norte-sur
que desarrollan
los valles,
y por
ende los
cursos
de agua,
que se
disipa
a los
29† 20'
aproximadamente
formando
los Desagües
del Río
Salado,
un extenso
bañado.
Algunos
derrames
que nacen
en los
islotes
montañosos
culminan
su tránsito
por las
planicies
insumiéndose
completamente
y, al
igual
que el
resto
de los
ríos
serripampeanos,
sus cursos
cortos
acusan
el aprovechamiento
de los
pequeños
caudales
de estiaje,
desecando
sus lechos
-superficial
y subterráneo-
que absorben
ávidamente
las aguas
de creciente
(Iglesias
de Cuello,
1982).
Como
ya se
dijo en
el ítem
del Relieve,
los cordones
de la
cordillera
de la
Brea y
los de
la sierra
del Veladero
alojan
depresiones
rellenadas
por sedimentos
que habitualmente
son ocupadas
por salitrales
y lagunas
como las
de las
Mulas
y la Brava
que dio
nombre
a la Reserva
Provincial.
Investigación
y Textos:
Gabriel
Omar Rodriguez
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