Monte Loayza

Reserva Privada - Santa Cruz
 

Flora

En la Provincia de Santa Cruz se sitúan, según la clasificación de Cabrera (1976), tres regiones biogeográficas. La Provincia Patagónica que abarca gran parte del territorio provincial a excepción de dos angosta franjas paralelas a la Cordillera de los Andes. La primera que aparece hacia el oeste y, por ende, lindante con la Patagónica, es la Provincia Subantártica la que a su vez linda con la última lonja que ocupa las propias elevaciones cordilleranas, que se designa con el nombre de Provincia Altoandina.

La estepa patagónica que como ya se comentó en el ítem referido al relieve está compuesta por mesetas escalonadas que van perdiendo altura hacia el este, valles fluviales, dunas y los acantilados que en buena parte de la costa irrumpen frente la costa marítima. Predomina la estepa arbustiva muy xerófila en una gran parte del centro del territorio provincial, y el tapiz vegetal denota la interrelación entre distintos factores como el edáfico, climático y geomorfológico, y denota la heterogeneidad fisiográfica del territorio (Chiozza y Figueiras, 1982). La asociación predominante en la zona esteparia central está integrada  por el  colapiche (Nassauvia glomerulosa) que es un arbusto pequeño con dos tipos de tallos, uno leñoso y corto y otras veces desarrolla un tallo más alargado con hojas chicas terminadas en punta, y la mata negra (Junellia tridens) que llega a medir hasta  un metro y medio de altura formando matorrales densos que se caracterizan por el color oscuro de su follaje (De la Vega, 2003). En menor medida se observa el el quilimbai (Chuquiraga avellanedae), mucho más abundante más al norte (Cabrera, 1958).

Entre las gramíneas perennes que acompañan a los dos arbustos citados en primer término, que forman apretadas matas que se denominan coirones, se destacan por su abundancia el llamado coirón amargo (Stipa speciosa), el coirón llama (Stipa humilis), otra especie también llamada coirón amargo (Stipa chrysophylla), el coirón poa (Poa ligularis) y varias especies más que en su mayoría carecen de nombre común y se las llama coirones, como Bromus macranthus,  Stipa neaei, el macachín (Arjona tuberosa) y varias especies más. 

En cañadones o zonas salitrosas se ve en abundancia arbustales de uña de gato (Chuquiraga aurea), una compuesta de hojas punzantes, lo que muestra que este mecanismo de defensa es muy común entre la vegetación esteparia que debe conservar sus hojas de todo trance. Los  valles, y zonas arenosas en general, se detectan fácilmente porque aparecen  en forma abundante  matorrales de mata amarilla (Anarthrophyllum rigidum) y el renombrado calafate (Berberis cuneata) que es un arbusto siempreverde de cuyo tallo surgen espinas de tres puntas y sus bayas son consumidas por muchas especies de la fauna del lugar. También es relativamente común en este tipo de suelos (arenosos) la mata mora (Senecio filaginoides), el yaoyín (Lycium chilense) y la zampa (Atriplex sagittifolia), entre otras (Cabrera, 1976). Cuando los suelos son salobres y cercanos al mar se dejan ver la Atriplex reichei, A. Sagittifolia y  Salicornia ambigua.

En las inmediaciones del Golfo San Jorge, el suelo se presenta más flojo, pedregoso y pobre en materia orgánica (Cabrera, 1958) por lo que a algunas de las especies mencionadas se siguen observando, pero se aprecia un predominio del duraznillo (Colliguaya integerrima) y la malaspina (Trevoa patagonica) y se observa con mayor abundancia el conspicuo neneo (Mulinum spinosum), muy abundante en general en la estepa patagónica, el coirón negro (Festuca argentina) y el coirón dulce (Festuca pallescens)-(Erize, 1993)-. Según la clasificación de Cabrera (1976), habría una variante en la vegetación del noroeste provincial por estar afectado por lo que denomina el Distrito occidental – siempre refiriéndonos a la Provincia patagónica- donde señala que se da una combinación de estepa de arbustos y gramíneas. Ésta últimas estarían representadas por varias especies de coirones, muchos ya mencionados a los que se puede agregar el choique-mamuel (Adesmia campestris), el charcao (Senecio filaginoides) y el solupe (Ephedra ochreata), entre muchísmas especies más. En este sector se hace más abundante el ya mencionado neneo (Mulinum spinosum) y la colapiche (Nassauvia glomerulosa)  y del mismo género, pero de mayor tamaño, se ve abundantemente  Nassauvia axillaris.

Donde predominan los suelos finos –acumulaciones morénicas-, en vertientes de escasa pendiente y en áreas deprimidas, el tapiz vegetal es abundante y la presencia del bosque austral alterna con la de los tiernos pastos graminosos propios de mallines, de las vegas y las planicies de las riberas de los lagos (Chiozza y Figueira, 1982). Hay un sector próximo y paralelo  al gran cordón andino donde sólo se ven estepas de gramíneas, con muy pocos arbustos aislados, entre las que abunda notablemente el coirón blanco (Festuca pallescens), y la parte más austral de este sector recibe el aporte de especies de la Provincia Altoandina.

Al iniciar este ítem se señala que la Provincia Patagónica hacia el oeste limitaba con la Subantártica. Esta última se caracteriza por ser montañosa, húmeda y con valles graciarios transversales y  se forman bosques de especies caducifolias y también perennes. Las especies arbóreas más importantes son el ñire (Nothofagus antarctica), también denominado hualo o roble, de porte variable ya que a veces adopta un porte arbustivo y es la especie del género - típico de la región- de mayor rango de adaptación altitudinal y a las distintas condiciones edáficas o climáticas. Es notorio el color rojo que toma el bosque cuando sobreviene el otoño y las hojas del ñire se vuelven de una vistosa tonalidad rojiza.

Generalmente está acompañado por otras especie del mismo género, la lenga (Nothofagus pumilo), de crecimiento extremadamente lento – se calcula entre 80 a 100 años para llegar a adulto (Bisheiner y Fernández, 2000) – y como la especie anterior puede presentar altura de arbusto pero lo común es que alcance hasta los 30 metros  y con un tronco de 1,5 metros de diámetro; a veces, esta dos especies de Nothofagus, están acompañadas de otro coloso que es el ciprés (Austrocedrus chilensis)  Estos bosques se interrumpen en el extremo noroeste porque las montañas de mayor altura de hallan en Chile  y su orientación norte-sur provoca precipitaciones orográficas en las vertientes occidentales y no así en las orientales que “miran” hacia territorio argentino, por lo que en este espacio incursiona la estepa patagónica (Iglesias de Cuello, 1982). En algunas partes del sur se desarrollan bosques de guindo (Nothofagus betuloides), árbol de gran altura que puede alcanzar los 35 metros. A excepción de la llamada  Selva Valdiviana, las formaciones boscosas de la Provincia Subantártica no son abundantes en vegetación arbustiva y herbácea. Algunos vegetales muy conspicuos de ese grupo son la amancay (Alstroemeria aurantiaca), el maitén (Maytenus boaria), la mutisia (Mutisia decurrens), el retamo (Diostea juncea) y el chacal (Chacaya trinervis), entre muchas otras.

La tercera bio-región que afecta a la provincia de Santa Cruz, es la faja que corre en el sector patagónico al occidente de la Provincia Subantártica  y que se extiende todo a lo largo de la Cordillera hasta el extremo septentrional del territorio argentino. Se denomina Provincia Altoandina y tiene como eje central las cimas de la Cordillera de los Andes. Se trata de un desierto de alta montaña, muy  frío y ventoso, con suelo rocoso o arenoso, generalmente flojo e inmaduro Está emparentada con la Estepa patagónica, con la que comparte muchos de sus géneros de plantas así como la fisonomía. Algunas especies típicas altoandinas también se observan en las altas cumbres de las Sierras de Córdoba y San Luis. Los tipos de vegetación dominantes son la estepa graminosa y la estepa de caméfitas, que son plantas leñosas en la base, con yemas de renuevo a no más de 30 centímetros del piso. Entre las gramíneas es bastante común el coirón dulce (Festuca pallescens) y el neneo (Mulinum spinosum).

Investigación y Textos: Gabriel O. Rodriguez


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