Hidrografía
Gran
parte
de las
cabeceras
occidentales
de dos
grandes
lagos
integran
el patrimonio
natural
de este
parque:
el Argentino
y el Viedma.
El lago
Viedma,
en la
zona norte
del Parque,
se encuentra
a 200
m sobre
el nivel
del mar,
en tanto
el Argentino
(14) posee
una cota
levemente
menor:
185 m
sobre
el nivel
del mar.
Juntos
cubren
un total
de 95.000
hectáreas
dentro
del área
protegida
y conforman
una vasta
cuenca
de origen
glaciario
que desagua
en el
Océano
Atlántico,
al este,
a través
de los
ríos
La Leona
y Santa
Cruz.
Como
ya dijimos,
el parque
comprende
una gran
cadena
cordillerana
cubierta
en su
mayor
parte
por hielo
continental.
Este manto
es un
remanente
de la
última
glaciación
global
(2) El
período
de crecimiento
y expansión
de los
grandes
casquetes
de hielo
se conoce
con el
nombre
de glaciación.
Podemos
suponer
que se
corresponde
con épocas
de enfriamiento
de los
lugares
en donde
se ubican
estos
casquetes
y, además,
con períodos
de precipitaciones
intensas
de nieve.
El cambio
en sentido
opuesto,
es decir
el retroceso
de los
hielos,
constituye
la llamada
recesión
glaciar.
A lo largo
de los
últimos
2,5 a
3 millones
de años
la Tierra
ha experimentado
una época
glaciar,
y hace
sólo
15.000
años
sufrió
una rápida
recesión
glaciar
. Al parecer,
el máximo
alcance
que tuvieron
los hielos
ocurrió
hace 18.000
años
(8). En
ese entonces,
en la
región
del parque
Los Glaciares,
se extendía
una masa
de hielo
de al
menos
100 km
hacia
el este
del lago
Argentino
(2).
Se
define
un glaciar
como un
río
de agua
en estado
sólido,
una masa
de hielo
y nieve
en continuo
desplazamiento,
más
o menos
veloz
según
la pendiente
y el volumen.
Cabe preguntarse
cómo
un frágil
sólido
cristalino
como es
el hielo
puede
tener
movimiento.
Los movimientos
del glaciar
son originados
en lo
alto por
el empuje
producido
por la
acumulación
de la
nieve
y neviza
en la
cuenca
de alimentación,
y en la
parte
baja o
inferior,
por la
gravedad.
La velocidad
de desplazamiento
varía
desde
algunos
centímetros
a varios
metros
diarios,
de acuerdo
con la
naturaleza
del hielo
y los
efectos
retardantes
de la
fricción
producida
en el
área
de contacto
entre
éste
y la roca
lateral
y de base.
De ello
resulta,
además,
el poder
erosivo
del glaciar.
De modo
que toda
esa gran
masa de
hielo
fluye
de manera
más
o menos
veloz,
obedeciendo
a los
distintos
factores
de pendiente,
cantidad,
espesor,
etc. (23)
El hielo
se comporta
como un
cuerpo
cuyo estado
físico
se encuentra
entre
la viscosidad
y la plasticidad,
adaptándose
a las
formas
que le
impone
el terreno.
Este movimiento
plástico
es exactamente
lo que
les ocurre
a estas
gigantescas
acumulaciones
de hielo
que llamamos
glaciares
(8).
Los procesos
glaciarios
que ocurren
en la
Patagonia
resultan
en dos
tipos
de formaciones:
los glaciares
periféricos,
que se
desarrollan
a partir
de las
zonas
más
elevadas
de las
montañas,
y el hielo
continental
patagónico,
que es
la tercer
masa de
hielo
más
grande
del mundo
en la
actualidad.
Este manto
de hielo
forma
dos casquetes
separados:
el hielo
patagónico
sur y
el hielo
patagónico
norte.
Del hielo
patagónico
sur, que
es el
de mayor
superficie,
se desprenden
–de
norte
a sur-
13 glaciares
de la
cuenca
atlántica
que ocupan
más
de un
30% de
la superficie
del Parque:
Marconi,
Viedma,
Moyano,
Upsala,
Agassiz,
Bolado,
Onelli,
Peineta,
Spegazzini,
Mayo,
Ameghino,
Moreno
y Frías.
Los tres
glaciares
de mayor
extensión
son el
Viedma,
el Upsala
y el Moreno,
con 575,
595 y
195 km2
de superficie
respectivamente.
Además,
existen
alrededor
de 190
pequeños
glaciares,
cuya superficie
no supera
los 3
km2 (3),
que no
están
vinculados
con el
hielo
continental.
El
ritmo
de desplazamiento
de los
glaciares
varía
de apenas
unos pocos
centímetros
a varios
metros
por día
en glaciares
muy activos.
Si el
glaciar
es simple,
establece
un equilibrio
dinámico.
Esto quiere
decir
que en
el extremo
superior
acumula
nieve
y en su
otro extremo,
el inferior,
el hielo
sufre
un proceso
de derretimiento
y ruptura
(ablación);
la velocidad
con que
esto ocurre
es la
misma
en ambos
extremos.
Pero este
equilibrio
se rompe
fácilmente
al variar
los promedios
anuales
de acumulación
o de ablación
(8). La
mayoría
de los
glaciares
del parque
han retrocedido
considerablemente
durante
el último
medio
siglo.
El
glaciar
Moreno
constituye
un caso
particular,
pues ha
sufrido
fluctuaciones
en ese
mismo
período,
considerándose
actualmente
en estado
de equilibrio
(3). Durante
la década
de los
80, personal
especializado
de la
Administración
de Parques
Nacionales
determinó
que el
glaciar
Perito
Moreno
se encontraba
en expansión,
con un
avance
estimado
en 100
m por
año.
Ubicado
en el
límite
entre
el brazo
Rico y
el canal
De los
Témpanos,
ambos
pertenecientes
al lago
Argentino,
abarca
un frente
de aproximadamente
5 km y
alcanza
una altura
de 60
m sobre
el nivel
del lago.
Pero
lo más
espectacular
de este
glaciar
es la
forma
en que
se rompe
en su
extremo
inferior,
cuando
la masa
de hielo
queda
toma contacto
con el
agua:
como se
torna
inestable,
se desprenden
grandes
bloques
que caen
verticalmente
hacia
el fondo
rocoso
del lago,
con estrépito
y espectacularidad.
Así,
el desprendimiento
de los
hielos
hizo famoso
al glaciar
Perito
Moreno,
y lo convirtió
en uno
de los
más
visitados
del parque
en la
actualidad
(2). Las
enormes
olas que
ocasionan
los bloques
al caer,
como así
también
las esquirlas
que de
ellos
se desprenden,
obligaron
a la Administración
de Parques
Nacionales
a imponer
medidas
de seguridad
en cuanto
al acercamiento
y la navegación.
Un
episodio
de expansión
de este
glaciar
es aún
recordado
en detalle.
Ocurrió
en 1917,
cuando
llegó
hasta
la península
que lo
enfrenta
(península
de Magallanes)
y la cubrió,
llevándose
consigo
todo el
bosque
de lengas
(véase
Flora)
y cortó
el drenaje
del brazo
Rico.
Sus aguas
superaron
la cota
habitual
e inundaron
los valles
circundantes,
sumergiendo
varias
viviendas.
En un
principio
se intentó
detener
este proceso
utilizando
dinamita,
pero fue
en vano.
La propia
naturaleza
cumplió
su ciclo
y el glaciar
comenzó
a retroceder.
Por su
parte,
la presión
del agua
produjo
infiltraciones
en la
gran masa
plástica
de hielo,
debilitándola
hasta
provocar
la ruptura
del dique
y, de
esta manera,
desbloqueando
el brazo
Rico.
El glaciar
más
grande
del área
es el
Upsala.
Este glaciar
se encuentra
en retroceso,
a una
tasa en
su frente
que, entre
los años
1994 y
1997,
se estimó
en 400
m por
año,
y un adelgazamiento
promedio
de 11
m por
año.
Es una
de las
tasas
más
elevadas
si se
la compara
con las
de otros
glaciares
en el
mundo
(3). Su
enorme
extensión
llama
la atención
de los
visitantes,
pues mide
de 50
km de
largo
y casi
10 kmde
ancho.
Los brazos
lacustres
que se
acercan
al él
ofrecen
maravillosos
paisajes
que deslumbran
a todos
los visitantes,
ya sean
novicios
como experimentados.
Enormes
bloques
de hielo,
de un
azul profundo
por dentro
y tan
blancos
por fuera
que enceguecen,
de formas
caprichosas
y dimensiones
a veces
intimidatorias,
flotan
a la deriva
en el
brazo
Upsala,
y llegan
muchas
veces
al brazo
norte
del lago
Argentino.
Es casi
imposible
poner
en palabras
la magnitud
de sensaciones
que puede
brindarnos
el paisaje
glaciar.
Por otro
lado,
a pocos
metros
del extremo
oeste
del brazo
Onelli,
confluyen
tres glaciares:
el Agassiz,
el Bolado
y el Onelli,
rodeados
por bosques
de ñires
y lengas
donde
reina
un silencio
tan intenso
que se
puede
escuchar.
Esto brinda
un espectáculo
que es
inútil
intentar
describir.
El lago
Argentino
posee
variedad
de brazos
por los
que es
posible
acercarse
también
hasta
los glaciares
Mayo,
Spegazzini
y otros,
como el
Frías,
el cual
obliga
a una
excursión
por tierra
(2).
Al norte
del parque,
dos glaciares
desembocan
en el
lago Viedma.
Uno de
ellos
es el
glaciar
del mismo
nombre,
cuyo tamaño
sigue
en magnitud
al Upsala,
y el otro
es el
glaciar
Moyano.
Investigación
y Textos:
Ana Laura
Monserrat
Supervisión
Técnica
Honoraria:
Juan Carlos
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