Recursos
culturales
Misiones
es tierra
lujuriosa
y esquiva,
tierra
donde
los pinos
misioneros,
el palmito
o la yerba
mate son
símbolos
inequívocos
de lo
que la
naturaleza
puede
dar al
hombre
Por lo
que se
sabe hasta
ahora,
la región
estuvo
habitada
primitivamente
por grupos
recolectores
que utilizaban
un instrumental
de piedra
muy rústico,
consistente
en simples
lascas
muy grandes
con los
bordes
toscamente
trabajados
para hacer
utensilios
cortantes,
raspantes
o con
capacidad
para perforar.
El arqueólogo
Antonio
Schimmel
localizó
en el
año
1963 varios
yacimientos
arqueológicos
en la
Provincia.
En la
zona del
actual
Parque
Nacional
y en Puerto
Iguazú,
encontró
lugares
de gran
importancia
porque
fueron
paradero
para distintos
grupos
culturales
a lo largo
del tiempo.
El material
hallado
consistió
en lascas
de distintos
tamaños,
con y
sin retoques
secundarios,
trabajadas
con cuarcita
y jaspe
rojos.
Además
se hallaron
azadas
de una
faz y
trozos
de cuñas
de mano
bifacial.

En 1984,
también
dentro
del Parque
(más
precisamente
en el
camino
entre
el arroyo
Ñandú
y la Seccional
Hidrómetro),
se encontraron
varios
fragmentos
de material
cerámico
que fueron
bocas
de tinajas
o urnas
de origen
guaraní.
Los hallazgos
dentro
del área
protegida
continuaron
y en la
Isla San
Martín
se encontraron
dos piezas
manufacturadas
de sílice,
en tanto
en el
salto
Rivadavia
se hallaron
dos lascas.
Los estudios
arqueológicos
en el
Parque
son incipientes
y, por
los indicios
que aportaron
los restos
encontrados
hasta
el momento,
habría
que profundizarlos.
Los arqueólogos
denominan
a la cultura
que en
la Argentina
ocupó
sólo
la provincia
de Misiones
como Altoparanaense.
El hecho
de que
no se
haya desplazado
más
al sur
es curioso
y aún
motiva
el análisis
de los
especialistas.
Estas
culturas
se caracterizaron
por la
confección
de utensilios
de 15
a 30 centímetros,
tallados
de manera
bifacial
sobre
rodados
de meláfiro
o arenisca,
de color
pardo
rojizo.
Además
de los
artefactos
ya mencionados,
se encontraron
herramientas
similares
al hacha
y clavas
(palos
que se
engrosan
en un
extremo),
pertenecientes
a este
grupo.
Más
tarde,
la región
fue ocupada
por las
culturas
denominadas
Eldoradense
y Guaraní.
A mediados
del siglo
XVI se
producen
los primeros
contactos
entre
el español
y los
grupos
guaraníes.
En 1542,
el adelantado
Alvar
Núñez
Cabeza
de Vaca,
en un
recorrido
desde
la costa
atlántica
hasta
Asunción,
ve las
cataratas
y les
da el
nombre
de “Saltos
de Santa
María”.
En 1881,
el francés
Alejo
Peyret,
luego
de su
recorrido
por la
zona de
los saltos,
hace elogiosos
comentarios
sobre
su valor
escénico
en su
escrito
titulado
“Cartas
Misioneras”.
En
1883,
el ingeniero
hidrógrafo
Hunter
Davidson
fue encargado
de reconocer
la parte
superior
del Iguazú
y su afluente,
el San
Antonio
Guazú.
Como aquel
río
había
sido explorado
anteriormente
por el
ingeniero
Oyarvide
hasta
el San
Antonio
Miní,
Davidson
decide
no continuar
la expedición
por los
riesgos
que implicaba.
En esta
expedición
viajaron
el científico
noruego
Store
y el subteniente
Domecq
García,
quienes
elaboran
un informe
suscinto
con noticias
geográficas
publicado
en “
Memoria
de Guerra
y Marina”
en 1885.
En el
mismo
año
de 1883,
otra expedición
navegaba
el Alto
Paraná
para ubicar
tierras
que se
destinarían
a colonos
provenientes
de Suiza
y Alemania.
La guiaba
Carlos
Bossetti,
quien
luego
se convertirá
en un
precursor
del impulso
turístico
de la
zona.
Varios
naturalistas
de renombre
exploraron
la zona
en distintos
momentos,
obteniendo
siempre
datos
que enriquecieron
la información
sobre
el área.
Entre
ellos
hay que
destacar
a Juan
Bautista
Ambrosetti,
Carlos
Burmeister
y Eduardo
Holmberg,
entre
otros.

En 1898,
el gobernador
Juan José
Lanusse
organiza
otro viaje
exploratorio
que llega,
con muchas
dificultades,
hasta
los propios
saltos.
A partir
de este
viaje,
este gobernador
se propone
dar impulso
a la zona
de las
cataratas
y en 1901
habilita
el puerto
en la
desembocadura
del Iguazú.
Más
tarde,
en 1902,
el vapor
“Alto
Paraná”
organiza
la primera
excursión
turística
a los
saltos.
Este paseo
fue memorable,
no sólo
por inaugurar
el turismo
hacia
las Cataratas
del Iguazú,
sino también
porque
en la
nave viajaba
doña
Victoria
Aguirre,
una adinerada
dama porteña
que, debido
a la imposibilidad
de llegar
a los
saltos
por falta
de caminos,
donó
dinero
para que
se construyera
uno. En
su honor,
el primer
asentamiento
humano
próximo
a las
cataratas,
que luego
se llamó
Puerto
Iguazú,
recibió
el nombre
de Puerto
Aguirre
En 1919
se inicia
la colonización
privada
de la
región
del Alto
Paraná
por parte
de criollos,
paraguayos
y europeos,
atraídos
por la
posibilidad
de acceder
a la tenencia
de una
parcela
de tierra.
En esa
etapa
comienza
también
la explotación
de la
selva,
sin previsiones
de ningún
tipo,
desarrollándose
una importante
industria
maderera.
Otra destacada
personalidad
que no
se puede
omitir
en esta
reseña
de los
“precursores”
de la
gesta
de creación
del Parque
Nacional
Iguazú
, es la
del francés
Carlos
Thays,
creador
de muchísimos
parques
y plazas
públicas
de la
Argentina.
Ya en
1902,
desde
la famosa
revista
Caras
y Caretas,
Thays
aludía
a la necesidad
de proteger
aquella
porción
del territorio
argentino.
Muchos
años
después
seguía
insistiendo
sobre
el tema,
ejerciendo
una evidente
influencia
en las
autoridades
para que
se decidieran
a proteger
ese rincón
privilegiado
de la
Argentina.
La culminación
del avance
en el
proceso
de protección
del extremo
norte
de la
selva
paranaense
en territorio
misionero
se podría
señalar
en el
momento
en que
la UNESCO,
en el
año
1984,
declara
al Parque
Nacional
Iguazú
y al brasileño
Foz do
Iguaçu,
Patrimonio
Mundial
Natural
de la
Humanidad.
Para una
reseña
histórica
de la
creación
del área
remitimos
a Chebez
(2003).
Investigación
y Textos:
Gabriel
O. Rodriguez
Supervisión
Técnica
Honoraria:
Juan Carlos
Chebez
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