Problemas
de conservación
Uno de
los clásicos
problemas
de muchas
de las
áreas
naturales
protegidas
de la
Argentina
es su
insularidad.
Este fenómeno,
que podríamos
llamar
“aislamiento”,
se produce
cuando
la protección
legal
de determinado
ecosistema
no abarca
una superficie
lo suficientemente
extensa
como para
que la
flora
y la fauna
silvestres
se desarrollen
satisfactoriamente
y tengan
contacto
con sus
congéneres
no protegidas,
lo cual
impide
el intercambio
genético
necesario
para la
perpetuidad
de las
especies.
Un ejemplo
claro
de esto
lo brinda
la población
de yaguaretés
del Parque
Nacional
Iguazú.
Para alimentarse,
el yaguareté
necesita
recorrer
varías
decenas
de kilómetros
y los
pocos
ejemplares
que permite
albergar
el área
no son
suficientes
para el
debido
intercambio
genético.

Para compensar
este problema,
la Administración
de Parques
Nacionales
y el Gobierno
de la
Provincia
de Misiones,
a través
del Ministerio
de Relaciones
Exteriores,
propiciaron
con las
repúblicas
del Paraguay
y del
Brasil
la creación
de un
Parque
Tripartito
que, además
del Parque
Nacional
Iguazú
(y las
reservas
provinciales
Urugua-í
y Yacuí)
incluya
al Parque
Nacional
do Iguaçu
(185.262
ha) en
Brasil
y al Monumento
Histórico
Puerto
Bertoni
(300 ha)
en Paraguay.
Este proyecto,
además
de reducir
en parte
los efectos
de la
insularidad,
haría
que la
difusión
y promoción
conjunta
de los
valores
escénicos
y la trascendencia
histórica
y cultural
de la
región
aumentaran
significativamente
el flujo
de visitantes
(Chebez
y Gil,
1993,
Rolón
y Chebez,
1998 y
Soria
y Chebez,
1998).
También
con la
finalidad
de solucionar
el problema
del aislamiento,
la provincia
de Misiones
sancionó
la Ley
Provincial
N† 3.631
y promulgó
el Decreto
218/99,
mediante
los cuales
se crea
el Área
Integral
de Conservación
y Desarrollo
Sustentable,
conocida
como “Corredor
Verde
Misionero”,
entre
cuyas
áreas
se incluye
al Parque
Nacional
Iguazú.
Ellas
son: el
Parque
Provincial
(P. P.)
Urugua-í,
el P.
P. Yacuí,
el P.
P. Guardaparque
Horacio
Foerster,
la Reserva
de la
Biósfera
Yabotí,
el P.
P. Esmeralda,
el P.
P. Saltos
del Moconá,
y, al
sur de
la provincia,
el parque
provincial
Salto
Encantado
del Valle
del Cuña
Pirú,
lo que
sumaría
alrededor
de 1.200.00
ha (Chebez
y Gil,
1993).
Las cinco
represas
construidas
sobre
el cauce
del río
Iguazú
en territorio
brasileño
encierran,
al menos
potencialmente,
un importante
riesgo;
de hecho,
el flujo
natural
de las
aguas
ya está
alterado.
Itaipú
fue tal
vez la
represa
que más
afectó
la selva
paranaense,
dado que
sólo
su lago
artificial
cubrió
150.000
ha de
esa formación.
En décadas
pasadas,
la caza
furtiva
fue un
azote
para el
Parque,
debido
a la abundancia
y variedad
de fauna
con valor
comercial.
Hoy este
problema
ha disminuido
notoriamente
debido
al estricto
control
que realiza
el cuerpo
de Guardaparques.
En cambio,
la ruta
nacional
101, que
atraviesa
al Parque
por la
mitad,
de oeste
a este,
constituye
un problema
aún
mayor
para la
fauna
nativa:
miles
de animales
son atropellados
todos
los años
en esta
ruta.
Pese a
la comentada
vigilancia,
la extracción
de palmitos
sigue
siendo
un serio
problema
de conservación
en el
Parque.
Las Cataratas
de Iguazú,
muy merecidamente,
son consideradas
una de
las maravillas
del mundo.
La gran
belleza
del lugar
hace que
la afluencia
turística
en ambos
países
(la Argentina
y Brasil)
sea demasiado
numerosa.
En la
Argentina,
el promedio
histórico
de visitas
alcanza
las 600.000
personas
al año
y, en
el lado
brasileño,
esta cifra
es casi
tres veces
superior.
Esto,
como es
lógico
suponer,
ocasiona
un impacto
ambiental
grande,
concentrado
principalmente
en el
Área
Cataratas.
Por otra
parte,
la infraestructura
edilicia
y de servicios
en general
también
atentan
contra
la conservación
del Parque.
Este problema
no es
de fácil
solución
dado que,
como es
sabido,
amplios
sectores
propician
un incremento
notorio
del turismo.
Para regular
el uso
de un
área
protegida
y, por
consiguiente,
salvaguardarla,
se consideran
fundamentales
las subdivisiones
internas
que se
hagan
en función
de su
uso en
el presente
y también
en el
pasado
y la ponderación
de la
demanda
por parte
del público,
entre
otros
factores.
En el
Parque
Nacional
Iguazú
se elaboró
un plan
de manejo
con estas
sectorizaciones.
Deberán
intensificarse
los esfuerzos
tendientes
a que
los campos
linderos
restrinjan
su actividad
agropecuaria
y forestal
a efectos
de que
tales
superficies
actúen
como zonas
de amortiguación
(buffer),
dada la
importancia
de este
mecanismo
de preservación
para un
área
natural
protegida.
Investigación
y Textos:
Gabriel
O. Rodriguez
Supervisión
Técnica
Honoraria:
Juan Carlos
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