Talampaya

Patrimonio de la Humanidad - La Rioja
 

Fauna

La fauna del Parque está representada por un importante número de especies de aves, reptiles y algunos mamíferos.

Entre la fauna de mamíferos se encuentran los guanacos (Lama guanicoe), de pelaje castaño y aspecto grácil, caracterizados por su cuello largo y patas delgadas. Se los encuentra generalmente agrupados, formando tropillas en áreas abiertas como pastizales o montes. Su distribución, muy amplia, se extiende desde Perú a Tierra del Fuego. Están bien adaptados para tolerar las importantes amplitudes térmicas diarias y estacionales y la escasez de agua, propias del ambiente Son herbívoros que consumen gran variedad de especies vegetales. Su predador natural es el puma, pero los factores que más contribuyen a la reducción de sus poblaciones son la caza de individuos adultos y crías, y la incorporación al ambiente de ganado doméstico, que compite con los ellos por el alimento (8)
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Otro herbívoro presente es la mara (Dolichotis patagona) (2), especie endémica de la Argentina, uno de los roedores más grandes del país, representante de la familia Caviidae. Se caracteriza por poseer patas largas, que le permiten alcanzar altas velocidades en la carrera (60 km/h), y un pelaje pardo-amarillento. Se la suele encontrar en estepas graminosas y arbustivas, o en ambientes de monte, ya que prefiere los espacios abiertos. Estos animales, de hábitos gregarios, habitan madrigueras subterráneas que ellos mismos cavan, o utilizan cuevas construidas por otros animales de hábitos cavícolas como las vizcachas. Dentro de las colonias, las crías son cuidadas por un conjunto de hembras, que actúan como madres sustitutas para los pequeños cachorros. Tal vez, este particular comportamiento social sea el rasgo más notorio de la especie, cuyos principales predadores naturales son los felinos silvestres. La distribución de la mara, bastante amplia, se extiende desde Santa Cruz hasta Catamarca. Sin embargo, las poblaciones silvestres están experimentando una retracción numérica por causas no del todo conocidas. Posiblemente, tal como sucede con otros herbívoros autóctonos, el factor más importante de este retroceso sea la competencia por los recursos con otros herbívoros introducidos por el hombre, como la liebre europea, Además, la especie es asediada por el hombre para el consumo de su carne (8).

Los roedores son abundantes y, como la mara, mayormente de hábitos cavícolas. Entre los que debemos mencionar como especies de valor especial se encuentran la rata chinchilla (Abrocoma cinerea), víctima de la caza, y la rata cola peluda (Octomys mimax), especie con pocos registros y, por lo tanto, en un estado de conservación incierto (2, 9).

Entre los carnívoros, el puma (Puma concolor) es el mayor de los felinos que habitan el Parque, aunque tampoco es una especie exclusiva de esta región. Se lo encuentra distribuido de norte a sur dentro de nuestro país, pero lamentablemente ya se ha extinguido en algunas de las provincias donde se lo solía ver (9).

Otro de los carnívoros que se encuentran en este ambiente es el zorro gris chico, (Dusicyon griseus), especie exclusivamente sudamericana, adaptada a climas áridos. Su dieta, de lo más variada, incluye desde vegetales hasta pequeños mamíferos, pasando por frutos, huevos, carroña e incluso insectos. Como sucede con la mayoría de los mamíferos, el puma es su principal predador natural.

Los armadillos son típicos de este tipo de ambientes de monte. Se trata de mamíferos muy peculiares del orden de los Edentados, caracterizados por tener el cuerpo recubierto por una caparazón conformada por placas, como el pichiciego menor (Chlamyphorus truncatus), el quirquincho bola (Tolypeutes matacus) y la mulita (Dasypus hybridus) (2). El pichiciego menor es el armadillo más pequeño. Tiene un suave pelaje blanco y fuertes uñas especialmente adaptadas para cavar, en pocos minutos, sus madrigueras en los suelos áridos y pedregosos.

Se alimentan sobre todo de invertebrados, aunque su dieta es omnívora. Dado que pasan gran parte del día dentro de sus cuevas, son difíciles de observar, y por ello, la especie es considerada a nivel internacional como “insuficientemente conocida”, mientras que a nivel nacional se le ha asignado la categoría de “indeterminada”. Se sabe, sin embargo, que la especie es víctima de la caza para consumo de su carne (9).

Dentro del Parque se han registrado otros mamíferos como la comadreja overa (Didelphis albiventris), zorrinos (Conepatus chinga, C. castaneus), vizcachas de la sierra (Lagidium viscacia), murciélagos de varias especies (Desmodus rotundus, Tadarida brasiliensis), hurones (Galictis cuja), cuises (Microcavia australis y Galea musteloides) y el piche llorón (Chaetophactus vellerosus).

En cuanto a las aves, han sido registradas más de 70 especies, de las cuales 4 son endémicas del país: el canastero castaño (Asthenes steinbachi), el cacholote pardo (Pseudoseisura gutturalis), el gallito arena (Teledromas fuscus) y la monterita canela (Poospiza ornata) (2). El suri o choique (Pterocnemia pennata), ave de la familia Rheidae, es considerado una especie de valor especial, dado que en el país está categorizada como “vulnerable” y a nivel internacional como “en peligro” (9). Se trata de un ave corredora, de aspecto similar al del ñandú común (Rhea americana), también presente en la zona (1). De comportamiento gregario y dieta predominantemente herbívora, estas aves habitan los ambientes de tipo estepario y de monte, y se las puede observar alimentándose junto a vicuñas y guanacos (9).

Es destacable la presencia del cóndor (Vultur gryphus) (1), habitante frecuente de toda la cordillera andina, preferentemente donde las alturas superan los 2000 metros (10), a pesar de los variados ataques que sufre por parte del hombre, como envenenamientos y disparos con armas de fuego (9).

También hay reptiles como la víbora de la cruz (Bothrops alternatus), la víbora cascabel (Crotalus durissus terrificus) (1), algunas pocas culebras y varias especies de lagartijas.

REGISTROS PALEONTOLÓGICOS

Este Parque se encuentra dentro de la llamada cuenca "Ischigualasto-Villa Unión", que se extiende entre las localidades de Villa Unión y Los Baldecitos, y entre el río Bermejo y la Sierra de Sañogasta. Es una zona de gran valor paleontológico a nivel mundial (1, 15) por la riqueza de fósiles que contiene. El Parque Provincial Ischigualasto, en la provincia de San Juan, es otra área protegida por su importancia paleontológica, dentro de esta cuenca.

Los registros hallados cubren la secuencia casi completa del período triásico, de entre 240 y 200 millones de años de antigüedad (15).

Los sucesos biológicos que acontecieron durante este período son de una relevancia excepcional para entender cómo evolucionaron las formas de vida animal que dieron origen a los verdaderos dinosaurios, como así también las que darían origen, posteriormente, a los primeros mamíferos. Los restos fósiles hallados entre los sedimentos de las capas triásicas indican que éste fue un período en el que desaparecieron grupos de plantas y animales primitivos del paleozoico, y la Tierra fue progresivamente dominada por nuevos organismos con nuevas adaptaciones (15).

Por lo tanto, la etapa geológica que nos ocupa estuvo marcada por cambios biológicos bruscos, mientras que, por el contrario, los procesos geológicos fueron relativamente leves.

En ese entonces, el paisaje era completamente diferente al actual. El relieve era mayormente llano y las masas continentales actuales estaban unidas, conformando un único continente gigante, llamado Pangea. La Cordillera de los Andes todavía no se había formado.

Los hallazgos paleontológicos revelan que en la zona predominaron condiciones de abundante humedad, bajo las cuales se desarrollaron frondosos bosques con árboles como Rhexoxilon, de 10 a 15 metros de altura y troncos de unos 45 a 60 cm de diámetro; coníferas Araucarites; helechos como Cladophlebis y Dicroidium, de la extinta familia Corystopermaceae, con su característica ramificación dicotómica; Cycadales; Neocalamites; etc. A esta flora dominante durante el período triásico se la conoce con el nombre de “Flora de Dicroidium”, también presente en otras partes del Hemisferio Sur, como la India, África y Australia, dado que la existencia de Pangea facilitaba el desplazamiento de los organismos. De esta vegetación se siguen recuperando troncos petrificados, improntas de hojas y restos carbonosos, entre los que se encontraron cutículas de hojas en muy buen estado de preservación. La información extraída a partir del estudio de las estructuras anatómicas de los restos fósiles vegetales permite, entre otras cosas, deducir que el clima presentaba variaciones estacionales en cuanto a la disponibilidad de agua, ya que, por ejemplo, en los troncos petrificados se encontraron adaptaciones para hacer frente a períodos de sequía (15).

El terreno habría estado surcado por numerosos ríos, que fueron modificando su cauce a lo largo de los siglos, arroyos y zonas bajas pantanosas, o sea, distintos ambientes que albergaban una variada y abundante fauna de reptiles, anfibios, peces e invertebrados. Algunos de los reptiles encontrados llegaron a pesar una tonelada, aunque se estima que lo común para la mayoría de las especies serían unos 150 a 200 kg. Los restos biológicos de todos estos organismos quedaron atrapados y posteriormente se fosilizaron dentro de capas sedimentarias superpuestas, a lo largo de sucesivos procesos de depositación que se extendieron por 40 millones de años, y que dieron como resultado lo que hoy se reconoce como las distintas formaciones que han rellenado la cuenca (15).

Los estudios de los fósiles de vertebrados que habitaron la zona permiten reconocer la existencia de tres faunas que se sucedieron en una secuencia evolutiva conocida como "reemplazo faunístico" del triásico. La más antigua de ellas estaba dominada por los Therapsida, reptiles mamiferoides que aportan gran información evolutiva acerca del origen de los mamíferos. Asociados a éstos, se encontraba un grupo de tetrápodos primitivos, los Archosauria, antecesores de los dinosaurios. Posteriormente aparecieron los verdaderos dinosaurios, Saurisquios y Ornitisquios, formas evolucionadas a partir de los primitivos Archosauria, que llegarían a su apogeo durante los dos períodos siguientes: el jurásico y el cretácico. A la última etapa del triásico superior corresponde la fauna compuesta por dinosaurios prosaurópodos, dominantes en número y de grandes dimensiones. En este intervalo de tiempo, ya se aprecia la total dominancia de los Archosauria en la fauna y el desplazamiento y la disminución en variedad de los Therapsida. Entre estos Archosauria prosaurópodos de finales del triásico, se han hallado ejemplares como Riojasaurus incertus, un herbívoro cuadrúpedo de unos 8 metros de largo y aproximadamente 1,60 metros de altura, cuello largo y poderosas garras (15).

De lo expuesto, surge que los acontecimientos biológicos que han quedado registrados en las capas sedimentarias de la cuenca Ischigualasto-Villa Unión, corresponden a un período clave en la evolución de los vertebrados tetrápodos (15).

El grupo de reptiles mamiferoides, los Therapsida (Dicynodontia y Theriodontia), ha sido muy variado. Se han encontrado ejemplares herbívoros, carnívoros, omnívoros y hasta insectívoros. Tuvieron importantes adaptaciones en cuanto a la masticación, lo cual posibilitó un mayor procesamiento de los alimentos y el desarrollo de un cerebro más complejo. Los Dicynodontia, de hábitos herbívoros, se caracterizaban por un cuerpo robusto, seguramente de movimientos lentos debidos a sus patas cortas y su postura cuadrúpeda y plantígrada, similares a un rinoceronte actual. Entre los Cynodontia, representantes de los Theriodontia, también se encuentran formas similares, pero además hubo especies pequeñas cuyo rasgo destacable es el desarrollo de una dentición diferenciada y completa. Uno de los más interesantes es Probainognathus jenseni, pequeño cinodonte carnívoro con un cráneo de entre 8 y 10 cm de largo cuyas características anatómicas lo vinculan cercanamente con los primeros mamíferos. Durante el triásico superior, y en consonancia con el gradual retroceso numérico de la fauna de tetrápodos, se observa que los Therapsida alcanzan tamaños enormes, tal vez como defensa frente al avance de los Archosauria (15).

Los Archosauria, por el contrario, se caracterizaron por un alto desarrollo evolutivo de la locomoción. Si bien los representantes actuales de este grupo son los cocodrilos, durante el triásico hubo una tendencia hacia la posición bípeda y digitígrada. Probablemente haya sido la capacidad de efectuar desplazamientos veloces lo que determinó el éxito evolutivo de este grupo durante el triásico medio y el de sus sucesores durante los períodos siguientes (15).

Un importante hallazgo en la zona de Talampaya, fue el de un representante de Archosauria, Lagosuchus talampayensis, posible precursor de los dinosaurios, si se tienen en cuenta los caracteres particulares de sus extremidades posteriores. Sin embargo, no debemos imaginar a este ejemplar como un gigante depredador. Su longitud no superaba los 40 cm y su altura alcanzaba como máximo los 25 cm. Era un pequeño reptil, posiblemente insectívoro y seguramente muy veloz (15).

Además, la cuenca ha permitido recuperar no sólo los restos de Palaeochersis talampayensis, una tortuga primitiva de finales del triásico, sino también fósiles de anfibios laberintodontes, peces, bivalvos de agua dulce, entre muchos otros. A su vez, se han encontrado manifestaciones de cenizas volcánicas que cubrieron parte de la región, lo cual indica que estuvo afectada por un régimen de erupciones, aunque no se ha determinado aún cuál fue la magnitud de estos eventos, ni con qué intensidad afectaron a las formas de vida animal y vegetal que allí habitaban (15).

Fauna Prehistórica que habitó en Ischigualasto

 

Investigación y Textos: Cintia Celsi
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez


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