Lihué Calel

Parque Nacional - La Pampa
 
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ETIMOLOGÍA DEL TOPÓNIMO

No hay acuerdo sobre el significado del topónimo “Lihué Calel” (a veces Lihuel Calel) . “Carne viva” según Juan Manuel de Rosas y Manuel de Olascoaga; “Sierra de la Vida”o “Sierra de los cuerpos vivos” para Estanislao Zeballos y Eliseo Tello; “Sierra apropiada para avizorar” o “atalaya” de acuerdo a Enrique Steiben; “Sierra del recto”, “Sierra de la tripa gorda” o “del ano” para Rodolfo Casamiquela; y “cuerpo -o bulto- reverberante” según Alberto Vúletin.

Como fuere, diversos sitios arqueológicos indican la presencia de grupos humanos prehistóricos, relacionados con el aprovechamiento de las condiciones de "oasis" que ofrecen las sierras de Lihué Calel.

La región está al norte del río Colorado y la hemos descripto como una llanura con algunas sierras bajas. Por el centro de este área penetra una cuña de monte con árboles que proporcionaban a los indígenas tanto alimentos vegetales como animales (cazaban guanaco y ñandú).

Este ambiente seco, sin embargo, presentaba algunos factores desfavorables para los cazadores-colectores nómades, como la escasez de agua y de piedras aptas para la talla.

Las ocupaciones más tempranas de este lugar datan de 8600 A.P. (antes del presente). Estos grupos utilizaban artefactos líticos, como raspadores para trabajar el cuero y la madera, lascas para corte, machacadores y puntas de proyectil. Uno de los asentamientos encontrados presenta fogones circulares, postes, restos de pintura roja, piedras planas con rastros de alisamiento por frotación, restos de guanaco y de aves, como así también cáscaras de huevo de ñandú quemadas. La materia lítica más abundante es el basalto y, en menor cantidad, el sílice.

La ocupación temprana de cazadores-colectores adaptados a un clima semiárido perduró hasta comienzos de la era (1950 A.P.) Aparecieron para esta época la alfarería, instrumental pequeño de sílice, molinos planos y manos de moler.

Es probable que, en los últimos tiempos prehistóricos, haya habido ocupaciones recurrentes vinculadas con recursos muy determinados (agua potable, grandes mamíferos, maderas que no se daban en los alrededores). El Parque Nacional Lihué Calel es un ejemplo de este tipo de oasis.

Ya en épocas históricas, hubo en este lugar tehuelches septentrionales que, a partir del siglo XVI, recibieron influencia de los araucanos. Cazaban ganado cimarrón y, del aprovechamiento integral del guanaco, pasaron a la incorporación del caballo, que les era útil para extender ámbito de influencia en poco tiempo. La búsqueda de ganado produjo desplazamientos hacia el norte y el este y el establecimiento de una red comercial con los araucanos al oeste.

PINTURAS RUPESTRES

En lo que sería el techo de una gran cavidad rocosa, se percibe con bastante nitidez una serie de dibujos de diversas formas, con predominio de los colores rojo y negro. Según estudios arqueológicos, la antigüedad de estas pinturas, que corresponderían a los tehuelches del norte o serranos, superaría los 2000 años.

En épocas mucho más cercanas, las serranías sirvieron de refugio a los indios pampa cuando regresaban de sus rastrilladas en busca de ganado y, más recientemente, a los últimos indios araucanos, que habían absorbido a la cultura mencionada anteriormente. Los famosos caciques Cafulcurá y Namuncurá debieron retirarse hacia el sur ante el avance de la conquista del desierto.

Namuncurá huyó hacia el río Colorado y estableció su último refugio cerca del "Valle de las Pinturas", en la estancia Santa María, que perteneció a la familia de Luis Gallardo.

Petroglifos

En una zona elevada, con una hermosa vista panorámica, encontramos las ruinas de una vivienda que, por lo que se ve, estaba construida con materiales de buena calidad. Es el casco de la estancia Santa María que, según versiones, Gallardo destruyó cuando el Estado le expropió las tierras para crear el Parque.

Según Estanislao Zeballos, la presencia de montecitos de durazno, especie traída por los conquistadores al suelo americano, permitiría presumir la existencia de un remoto asentamiento español en estas serranías. Para este autor, la expedición de Villagra habría alcanzado esta comarca en el siglo XVI y fundado la población que luego pasó a la leyenda como "Ciudad de los Césares". Investigaciones posteriores han descalificado estos argumentos, aunque los exóticos duraznales siguen prosperando sin que nadie haya develado su misterioso origen.

 

Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez

 


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