Hidrografía
Los ríos del Chaco son hidrológicamente complejos. Presentan una tendencia notable a desviar lateralmente sus cauces creando meandros, así como a atascarse en sus propios sedimentos, separándose en varios brazos. Por ejemplo, los ríos Salado y Dulce casi desaparecen sepultados por la carga sedimentaria que ellos mismos depositan sobre la planicie (Canevari, et al, 1998). Son muchos los cauces abandonados que se aprecian en distintos sectores formando parte de sus sistemas fluviales lo que constituye un elocuente testimonio de los frecuentes cambios causados por los variables ciclos de bajos caudales y de grandes crecientes. Estos cambios provocaron el ensanchamiento de los ríos en varios brazos, entre los que su ubican numerosos vestigios de lagunas y extensas áreas de bañado. Existen además relaciones complejas entre los cauces actuales con los paleocauces no colmatados, ya sea secos o con esteros y cañadas pantanosas, y con aguas subterráneas estancadas al oeste del río Parana y Paraguay (Keidel, 1948; citado por Canevari, et al, op cit.).
Esta situación hidrológica crea una variada gama de humedales y, en el caso del río Teuco-Bermejo, presenta un relieve muy cambiante, con depósitos de arenas y limos que forman los albardones que bordean su curso sinuoso y divagante. Hay meandros abandonados que originan los madrejones, altos albardones, lagunas casi circulares o semilunares y zonas planas inundables, todos fenómenos que contribuyen a detener el avance de las aguas en las crecientes y a que se depositen lentamente los sedimentos más finos.
El río que más afecta a la Reserva de la Biosfera prospectada es el Bermejo, que nace el noreste de la Cordillera Oriental. En su naciente recibe algunos afluentes que alimentan su caudal como los ríos Pescado, San Juan de Iruya, Zenta, Colorado, Santa Bárbara, Labayén y el San Francisco, entre muchos otros. Después de unirse al San Francisco- en el paraje salteño denominado Juntas de San Francisco- el río Bermejo entra en la llanura del chaco salteño y deja el curso encajonado, con márgenes altas, constituido por rocas antiguas. Estas márgenes desaparecen en la llanura y antes de penetrar en ella su ancho de 600 m en su lecho mínimo (GAEA, 1975). Luego, próximo a la localidad de Quilimilar, el río cambia completamente su fisonomía y adquiere un ancho de casi 3.000 m. Mientras tanto el lecho menor divaga dentro del mayor hacia uno y otro lado provocando erosión en los bordes de los meandros, en las barrancas y incluso, derribando árboles a su paso. En material de arrastre con trozos desmenuzados de rocas arcillosas de tono rojizo es lo que ha dado el nombre a este río. Un corto curso une el río Teuco y el Bermejo y se lo ha llamado Teuquito (GAEA, op. cit.).
El interfluvio Teuco-Teuquito es una zona de relieve complejo con albardones, madrejones y paleocauces que originan un mosaico de suelos, con selva hidrófila en la rivera y, más lejos, formaciones adaptadas a variables condiciones de suelo, drenaje y relieve (Chiozza y Figueira, op. cit,).
Dentro de área afecta por la Reserva de la Biosfera está la laguna Yema, formada por un embalse, y posee una superficie de unas 15.000 ha, cuyo principal afluente es el río Tuquito y el efluente es el canal Laguna Yema- Pirané (Quirós, et al, 1983).
La difícil geografía y su situación de provincia fronteriza explican la poca ocupación del suelo formoseño.
Investigación
y Textos:
Gabriel O. Rodriguez
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