Flora
Según
el trabajo
Eco-regiones
de la
Argentina
(PRODIA,
1999),
la provincia
de San
Juan presenta
tres eco-regiones.
El sector
este,
en una
franja
paralela
a la Cordillera
Central,
responde
a las
características
de la
eco-región
Altos
Andes;
por el
norte,
como una
pequeña
cuña,
hay una
porción
del territorio
provincial
que pertenece
a la eco-región
de Monte
de Sierras
y Bolsones,
en tanto
un tercer
sector
corresponde
a la Puna.
Similar
es la
clasificación
de territorios
biogeográficos
que hace
Cabrera
(1976),
también
según
la cual
la provincia
de San
Juan posee
tres biorregiones:
la parte
este representa
lo que
este autor
denomina
Provincia
Altoandina,
otra franja
-con orientación
norte-sur-
paralela
a la anterior,
está
incluida
en la
Provincia
Puneña
y los
sectores
centro
y oeste
pertenecen
a la Provincia
del Monte.
La mayor
parte
del Parque
Nacional
San Guillermo
está
ubicada,
según
ambas
clasificaciones,
en la
eco-región
de la
puna,
y un espacio
menor
en la
de los
Altos
Andes.
Las pocas
plantas
que crecen
en la
zona puneña
y altoandina
han desarrollado
prodigiosos
mecanismos
de adaptación
a la extrema
adversidad
del clima.
Las temperaturas
nocturnas
son de
varios
grados
bajo cero
durante
todo el
año,
la humedad
es muy
baja,
las poquísimas
precipitaciones
se producen
en forma
muy irregular,
hay una
gran radiación
solar,
una importante
diferencia
entre
las temperaturas
máximas
y mínimas
de cada
día,
suelos
muy sueltos
y vientos
muy fuertes
y, como
si estas
condiciones
fueran
poco para
adaptarse
a ellas,
la flora
sufre
predación
por parte
de herbívoros.
Es por
esto que
las plantas
de estas
latitudes
generaron
mecanismos
compensatorios.
Así,
por ejemplo,
a la inconsistencia
del suelo
y los
fuertes
vientos
responden
con raíces
muy largas
y profundas
y tallos
pequeños,
y, para
aprovechar
la poca
humedad,
desarrollan
tallos
crasos
que acumulan
agua.
También
hay plantas
con tallos
aéreos
muy reducidos
(acuales),
en tanto
otras
son espinescentes,
poseen
hojas
pequeñas,
o directamente
carecen
de ellas
para no
perder
humedad.
La vegetación
dominante
forma
estepas
arbustivas
y herbáceas.
En las
primeras,
las especies
más
comunes
son las
tolillas
(Fabiana),
los acerillos
(Adesmia),
la espina
de pescado
(Tetraglochin
alatum),
el pingo-pingo
(Ephedra
breana)
y el leoncito
(Maihueniopsis
glomerata).
Hay sectores
de pampas
o lomadas
suaves
donde
se desarrollan
los coironales
con especies
del género
Stipa.
Las gramíneas
suelen
estar
acompañadas
por dos
especies
de compuestas:
el cuenco
(Adesmia
nanolignea)
y la endémica
Huarpea
andina,conocida
como margarita
de San
Guillermo.
También
son típicas
de la
zona la
oreja
de chancho
(Pachylaena
atriplicifolia)
y Cistanthe
picta,
con una
vistosa
flor blanca.
En la
poca superficie
del Parque
Nacional
que no
es puna,
se observa
una formación
denominada
bobadal,
por estar
integrada
por matorrales
densos
de una
compuesta
llamada
pájaro
bobo (Tessaria
absinthioides),
muchas
veces
asociada
a zonas
húmedas.
En las
quebradas
cuya altura
oscila
entre
los 2.000
y los
3.000
metros,
se observan
escasas
jarillas
(Larrea),
que suelen
estar
acompañadas
del cardoncito
barril
(Echinopsis
leucantha)
y, en
las laderas
rocosas,
la denominada
yerba
del venado
(Dolichlasium
lagascacea).
Cerca
de los
cursos
de agua
crecen
matorrales
de alpataco
(Prosopis
alpataco).
En las
vegas
puneñas
crecen
junquillos
(Juncus
balticus)
y ciperáceas
como Carex
elecharis.
En las
vegas
de alta
montaña
predomina
la topa-topa
de arroyo
(Calceolaria
luxurians)
y están
ausentes
las gramíneas.
En las
estepas
de alta
montaña
encontramos
las margaritas
de los
cerros
del género
Chaetanthera
y los
vinagrillos
del género
Oxalis.
Investigación
y Textos:
Gabriel
Omar Rodriguez
Supervisión
Técnica
Honoraria:
Juan Carlos
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