Recursos
Culturales
No se puede hablar del quebracho como recurso natural sin hacer referencia a su incidencia en las costumbres y forma de vida de los pobladores chaqueños. Fue y es no sólo motor de asentamientos humanos y generador de riqueza, sino también de poemas, canciones y leyendas, es decir, un importante elemento cultural. Desde épocas remotas hay referencias al árbol que, por la dureza de su madera, “quiebra hachas”. Pero el factor detonante de su explotación tal vez haya sido el ferrocarril, que con su expansión requería buen combustible y durmientes para las vías. Con la llegada del ingeniero sueco Carlos Christiersen, comisionado para la compra de durmientes para el Ferrocarril del Oeste, en 1876 se inicia la explotación de este árbol en una vasta zona que comprendió el norte de Santa Fe, buena parte de Santiago del Estero, parte de Salta y Chaco y, más tardíamente, le tocó el turno a los bosques formoseños. Sólo en 1878 se analizan las propiedades del tanino, cuya extracción era el único objetivo de la utilización del Schinopsis balansae o quebracho colorado chaqueño. Las ciudades donde primero se establecieron las fábricas procesadoras de la prodigiosa sustancia tintórea fueron El Havre (Francia) y Hamburgo (Alemania). A partir de 1895 y hasta 1928 se exportan grandes cantidades del extracto del quebracho, que aumentan año tras año. De las 495 toneladas del primer año se llega, en 1914, a un pico de 280.000 toneladas. Estas cifras dan idea de la magnitud de la extracción de madera, que se realizó sin pensar en lo más mínimo en la reimplantación. En aquellos tiempos, muy pocas voces se alzaron para frenar semejante saqueo.
La empresa de la que más se ocupó la historia fue The Forestal Land, Timber and Railways Co. Ltd., con sede en Londres, que luego será conocida sólo como “La Forestal”. En poco tiempo, esta empresa compró varias más que estaban funcionando y se convirtió en algo más que un holding, por cuanto su poderío excedía el terreno de lo económico y llegó a tener hasta policía propia para controlar las insurrecciones obreras producto de la deshumanización absoluta de su trabajo. La drástica disminución de los rodales y la merma de la demanda de tanino por haberse encontrado un sustituto provocaron la caída gradual de esta industria.
Culturas aborígenes
Según el mapa del padre Camaño (1789) que acompaña la obra de Jolís sobre el Chaco, se señala como “antiguo país de los lules” a las tierras comprendidas entre el Bermejo y el Salado (Serrano, 2000). También Canals Frau (1986) presenta cartográficamente esta distribución de los lules, por lo que se deduce que la zona nordeste de Santiago del Estero - área del Parque Copo- estuvo ocupada por estos pueblos. El único que no coincide en cuanto a la ubicación de esta cultura -siempre situándonos en el siglo XVI- es el mapa que presenta Magrassi (1976), en el cual el Parque se ubica en el extremo sur de la entonces área de distribución de la familia mataco-mataguayo, que incluye varias tribus entre las que cabe mencionar a la tonocoté y a la mataco. Según esta misma cartografía, los lules ocupaban la mitad oeste de Santiago del Estero, con lo que puede apreciarse que la diferencia no es tan significativa como para descalificar alguna de las dos posiciones, máxime teniendo en cuenta la movilidad de los pueblos aborígenes que, según las épocas, fueron cambiando de territorio.
En cuanto a la época prehispánica, no es mucho lo que se conoce, porque en Santiago del Estero son muy escasos los sitios de cazadores-recolectores. Uno de los hallazgos más próximos al Parque se produjo en las inmediaciones de Río Hondo, donde se encontró una punta lítica lanceolada asociada a un esqueleto humano, aparentemente en capas bastante antiguas (Tarragó, 2000). Rex Gonález (l993), al referirse a los procesos de invasiones referidos precedentemente, señala que en el momento de la conquista fueron los lules quienes, desde Jujuy a Santiago del Estero, se encontraban en ese proceso cultural, cuyos primeros antecedentes aparecen claramente hacia el siglo IV.
Con respecto al estilo de vida de esta cultura se puede señalar que eran nómades, recolectores y cazadores. Sus presas preferidas eran los pecaríes -a los que los españoles llamaron jabalí por su parecido con esa especie europea-, de los que aprovechaban la carne y el cuero. Recolectaban distintos frutos, como la algarroba, con la que preparaban chicha -una bebida alcohólica por fermentación- y miel silvestre, de la que obtenían, también por fermentación, una bebida que se denomina guarapo Estos aborígenes eran muy aficionados a las borracheras, que organizaban a menudo y por cualquier circunstancia (Canals Frau, 1986). El padre Olcina expresaba en el S. XVIII: “ es tal la variedad de especies de abejas, y tan prodigiosa la cantidad de miel que se halla en aquellos bosques, que en cierta manera parece que se la ha concedido el Creador con una especie de prodigalidad para recompensar al Chaco la falta de otros frutos exquisitos…”.
Se tiene conocimiento de que los varones cubrían la zona de los genitales con plumas de ñandú que colgaban de un cinturón y las mujeres llevaban faldas de un tejido hecho con fibras de caraguatá. Las armas de los lules eran las mismas que utlizaban la mayoría de los pueblos de la región chaqueña: el arco y flecha, el dardo y la macana. También estaban bastante extendidas entre estos pueblos las prácticas shamanísticas, por lo que los lules no escapaban a esta generalidad.
Lo que se conoce sobre la lengua lule es lo escrito por el padre Antonio Machoni en su obra Arte y Vocabulario. En un principio se creyó que ese trabajo se refería a la cultura tonocoté, dado que el propio sacerdote pensó que ambos pueblos hablaban la misma lengua, pero varios estudios posteriores se encargaron de aclarar ese error.
Investigación
y Textos:
Gabriel Omar Rodríguez
Supervisión
Técnica
Honoraria:
Juan Carlos
Chebez
Copyright
© Patrimonionatural.com
Prohibida
su reproducción
por cualquier
medio para
fines comerciales,
sin la autorización
expresa
del editor.
Las fotografías
son propiedad
de sus autores.
Prohibida
su reproducción
por cualquier
medio sin
autorización
expresa
de los mismos.
|