Conservación
Si bien los pobladores de esta unidad de conservación no son muchos -cuatro puesteros con sus respectivas familias-, quedaron en el lugar después de que en 1957 terminara la explotación maderera en la zona. Las consecuencias de este tipo de asentamientos humanos son conocidas: generalmente practican una economía de subsistencia que ejerce un impacto negativo sobre el ambiente, dado que su ganado (vacas y cabras, las primerar en mayor número) pastorea en el Parque. Para facilitar la obtención de brotes tiernos a sus animales, los pobladores suelen quemar pastizales, especialmente los aibales, y también practican, en alguna medida, la caza y la extracción de madera. Es característico que alrededor de cada núcleo de viviendas se observe un extenso peladar de origen antrópico.
Por otra parte, es frecuente la ocurrencia de incendios espontáneos o naturales, máxime teniendo en cuenta el largo período de la estación seca, pero aún no se estudió detenidamente esta problemática. En el año 1988, un incendio afectó unas 4.800 ha de bosque cercano al límite este. El fuego comenzó en una parte de la gran picada de prospección petrolera abierta en 1988, que cruzó el extremo sur del área de este a oeste. Si bien esta traza está muy recuperada desde el punto de vista florístico, sería conveniente cerrar sus accesos definitivamente y controlar la evolución de las sucesiones vegetales y su vínculo con los fuegos naturales
En algún sector limítrofe del área protegida se han producido y aún acontecen talas con motosierras, algo de lo que muchas veces dan aviso los propios pobladores, porque las mismas personas que extraen madera cometen cuatrerismo con el ganado de los puesteros.
La caza furtiva no podía estar ausente en la nómina de los problemas de conservación del Parque Nacional Copo. En efecto, ocurre desde de las picadas de las zonas limítrofes del área (al este) y desde la llamada de Olmos, en el sector norte , con frecuencia variable.
Para reducir al mínimo posible los efectos de la insularidad -uno de los más graves problemas que puede afectar a un área protegida-, el Parque cuenta con una Reserva Provincial contigua del mismo nombre, cuya superficie es de 55.000 hectáreas, y en la provincia del Chaco hay una gran superficie en buen estado de conservación dado que, en parte, constituía una reserva provincial hasta hace pocos años. Si se anexara este espacio como Reserva y se concretara la creación de los tres parques nacionales proyectados en territorio chaqueño, a lo que se suma el actual Parque Provincial Fuerte Esperanza, de 28.000 hectáreas, el fenómeno “isla” sería mínimo. A favor de estas posibilidades juega el hecho de que la creación del Parque Nacional Copo se enmarca dentro del Proyecto de Conservación de la Biodiversidad en la Argentina (GEF), que cuenta con financiamiento parcial del Banco Mundial a través del Fondo Mundial para el Medio Ambiente y la Administración de Parques Nacionales. Dentro de las condiciones fijadas por este programa está la puesta en marcha de reservas provinciales que actúen como amortiguación de las actividades antrópicas.
Investigación
y Textos:
Gabriel Omar Rodríguez
Supervisión
Técnica
Honoraria:
Juan Carlos
Chebez
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