Los Cardones

Parque Nacional - Salta
 

Recursos Culturales

Los últimos 500 años de la historia indígena en el noroeste de la Argentina 3⁄4siglos X a XV3⁄4 se caracterizan por los desarrollos regionales, entre los que se cuenta el de los habitantes de los Valles Calchaquíes y otros ubicados más al sur. Este crecimiento está vinculado con el colapso, durante el transcurso del siglo X, de las culutras de La Aguada y de Tiwanaku, que hasta ese momento concentraban el poder. En el proceso se entrelazaron cuestiones culturales anteriores y nuevas tecnologías, como el manejo de los recursos naturales a través de la cría del ganado (llama) y de la agricultura por irrigación. Estos pueblos, llamados Cacanos o Grupo Diaguito-Calchaquí, constituyen en realidad tres entidades distintas que los primeros colonizadores generalizaban, aplicando al conjunto el nombre de algunas de sus partes. Pero lo más importante desde el punto de vista étnico, en lo que todos los estudiosos coinciden, es que los tres pueblos hablaban la misma lengua, llamada “cacá” o “cacana”, de donde se infiere que, de acuerdo con las normas de la etnología, el único nombre genérico aplicable para designar a los pulares, calchaquíes y diaguitas sería el de cacanos.

Uno de los caracteres que distinguía a los cacanos era la inhumación de cadáveres de los niños en hornillos de cerámica. Utilizaban el arco y la flecha como elementos de defensa y el desarrollo de la agricultura era tal que el padre Bazán escribía en la segunda mitad del siglo XVI que estos pueblos indígenas “cultivaban maíz en mucha abundancia”. Además, se conoce que cultivaban papa, quínoa, zapallo, ají y maní y recolectaban la algarroba y frutos de chañar para confeccionar panes, arrope y bebidas. Aprovechaban íntegramente la llama, a juzgar por los restos óseos de alimentación, las estructuras de corrales, el uso de fibras para elementos textiles y la confección de calzado y bolsas con su cuero. Todas las culturas cacanas parecen haber complementado sus dietas con productos de la caza. Los animales preferidos eran la vicuña, la taruca y el guanaco. Algunas aves, serpientes y batracios parecen haber sido importantes para ellos, porque se los ve representados en el arte rupestre y en la cerámica.

Los cacanos fueron el elemento étnico más representativo de todo el noroeste argentino y su cultura era de las más elevadas del país precolombino (Canals Frau, 1986). La región de los Valles Calchaquíes fue un territorio de complejidad socio-política a partir de la expansión inca, que estableció en ellos importantes instalaciones administrativas. Después de la caída de la capital cuzqueña, fue el principal escenario de las guerras contra el dominio español (Tarragó, 2000). La cabecera de todo el territorio estuvo, al menos en la época inca, en La Paya, al sur de Cachi y muy cerca del Parque Nacional Los Cardones. En este lugar, hacia 1906, el célebre Juan B. Ambrosetti efectuó excavaciones con un resultado de más de 200 hallazgos.

Se calcula que en el siglo XIII estaban en actividad muchos centros poblados a lo largo de los valles del noroeste, de los cuales el Calchaquí era el más habitado. Durante este período de expansión territorial, sucedieron muchos conflictos entre los distintos asentamientos y fue en este momento cuando los famosos pukara o pucará se expandieron como medio de defensa tan eficaz como lo eran los andenes (bancales estrechos y paralelos) para los cultivos en las laderas.

Es oportuno señalar que algunos autores sostienen la tesis de que los primeros habitantes de la región cacana debieron de ser huárpidos, y que posteriormente recibieron influencia de las civilizaciones de la montaña (Andes). También estiman que desde el actual territorio de la provincia de Santiago del Estero hubo influencias antropológicas portadoras de costumbres amazónicas. Por ejemplo, el mencionado entierro en urnas fue una modalidad proveniente de aquellas latitudes.

Se presume que la zona del actual Parque Nacional Los Cardones ha cumplido una función estratégica por su ubicación en medio de los poblados valles de Lerma y Calchaquí, ambos importantes centros de producción durante el período incaico (aunque en la zona del área protegida también se dataron restos anteriores al período del desarrollo agrícola).
Lo más importante de destacar son los cuatro caminos incaicos que surcaron Los Cardones. Uno de ellos -que hoy se conoce como la recta de Tin-Tin- se conectaba con centros administrativos partiendo de un sector de la Cuesta del Obispo y a través de Payogasta. Cerca de ésta hay dos antiguos puestos relacionados con el camino inca. Otro sendero bajaba paralelo al Tin-Tin en dirección a los centros incas de Cachi y Puerta de La Paya, donde se encuentran interesantes restos de la antigua ciudad de La Paya.

Hay un camino que conducía a tres centros importantes que habían establecido los incas: Molinos, Seclantás y Amblayo, en tanto otro camino ascendía desde la localidad de Chicoana hasta el Valle de Lerma.

En el extremo norte del Valle Encantado, dentro del Parque, hay cuevas y aleros con pinturas rupestres que representan figuras humanas y animales. Por ejemplo, se destacan dibujos de llamas en hileras y figuras humanas similares a las encontradas en Carahuasi y Guachipas. En las proximidades del puesto Agua de los Loros se encontraron abundantes restos líticos en superficie: puntas de proyectil, raspadores, núcleos y otros utensilios, probablemente pertenecientes a la cultura Ayampitiense (la hallada por Rex González en 1940 en las inmediaciones de la Pampa de Olaén, Córdoba).

En algunos sectores donde los procesos geológicos generaron la formación de piedras calizas pudieron encontrarse restos fósiles de mucha antigüedad.

De lo dicho hasta ahora es fácil deducir el gran valor arqueológico del Parque, que constituye no sólo un motivo más para visitarlo sino que lo convierte en un desafío para los arqueólogos.

Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodriguez
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Cebez


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