Flora
Los
distintos autores que durante mucho tiempo han esbozado clasificaciones
fitogeográficas del territorio argentino coinciden bastante al momento de
determinar la zonas biogeográficas en que se sitúa de provincia de Buenos Aires. Cabrera (1951, 1965, 1976 y Cabrera y
Willink, 1980) considera todo el norte ocupado por lo que denomina Provincia
Pampeana, una franja anterior al extremo sur que pertenece a la Provincia
del Espinal y el extremo sur lo considera Provincia del Monte.
Últimamente se elaboró en el ámbito de
la Secretaría de Medio Ambiente y la Administración de
Parques Nacionales, un trabajo de clasificación en Eco-regiones elaborado por
Burkart, et al. (1999), que es bastante coincidente con el de Cabrera, pero
tiene algunas subdivisiones de las provincias que señala aquel autor. En estas
páginas, en la mayoría de las monografías realizadas, se optó por esta última
categorización. Hay bastante coincidencia entre ambas clasificaciones en incluir la mayor parte del territorio de
la Provincia de Buenos Aires en el ámbito de una región que llaman “pampa” o “pradera pampeana”.
Este vocablo viene del quichua y significa algo así como “gran llanura” y por
extensión, se aplicó también en otras zonas del país para señalar espacios con
esas características. Siguiendo la clasificación de Burkart, et al.(1999)
además de la Eco-región Pampa, el sur se ubica en la Eco-región del Espinal y sólo la porción más
austral la incluye en la Eco-región
Monte de Llanuras y Mesetas. El extremo noreste, en una
angosta franja se desarrolla la Eco-región del Delta e Islas del Paraná,
que incluiría a la Reserva Rivera Norte.
Para
reseñar la flora del refugio seguiremos los lineamientos del trabajo titulado
“Relevamiento Florístico del Refugio Natural Educativo de la Rivera Norte, San Isidro, Buenos
Aires.” (Bertolini & Deginani, s/f). En este se señalan seis comunidades
vegetales. En primer término está el juncal,
formado casi exclusivamente por el junco (Schoenoplectus
californicus) y se trata de una comunidad muy frecuente en orillas de
distintos tipos de cursos de agua. También en esta formación se observan
ejemplares de siete sangrías (Cuphea
fruticola), de la llamada oreja de ratón (Dichondra microcalyx) y Echinochloa helodes), entre algunas más;
los matorrales ribereños, constituidos por arbustos o pequeños árboles con
predominio la rama negra (Mimosa
bonplandii), acacia mansa (Sesbania
punicea), el sarandí (Phyllanthus
sellowianus) y en mucho menor proporción se observan ejemplares de sarandí
colorado (Cephalanthus glabratus), el
culandrillo (Adiantum raddianum), algún ejemplar de pindó (Arecastrum romanzoffianum) entre otras;
en tercer término está el sauzal,
cuyas especies dominantes son los sauces criollos (Salix humboldtiana), el exótico sauce llorón (Salix babilónica) e híbridos como (Salix x argentinensis), con la presencia del aliso de río (Tessaria integrifolia), también característico de estos ambientes
y suele formar bosquecillos exclusivos debido a su sistema de enraizamiento. Al
respecto señalan los autores mencionados “estas especies conforman una comunidad
que está evolucionando hacia la selva marginal, con anacahuitas (Blepharocalyx tweediei), lecherones o
curupíes (Sapium haematospermum),
higuerones o agarrapalos (Ficus
luschnathiana), ceibos (Erythrina
crista-galli), arbustos (Pavonia
sepium, Diodia brasiliensis y Cestrum corymbosum), lianas (Cissus palmata y Metastelma virgatum) y
epífitas (Tillandsia usneoides,
Microgramma mortoniana, Polypodium squalidum y Oncidium bifolium). El sotobosque está invadido por
ligustrinas (Ligustrum sinense),
arbusto originario de China que se cultiva en los jardines “. Otra comunidad
diferenciada es el folklórico ceibal, con el predominio del ceibo (Erythrina crista-galli), que suele
formar montes puros como especie dominante, acompañado, en este sitio, por
lecherones (Sapium haematospermum) y
pajonales de distintas especies; en quinto lugar se distingue el pajonal de
espadaña (Zizaniopsis bonariensis),
paja brava o cortadera (Scirpus giganteus)
y totora (Typha sp.) especies que
están acompañas por gran cantidad del exótica lirio amarillo (Iris pseudachorus) y ciperáceas como (Cyperus eragrostis, C.odoratus, C.
virens), entre otras especies. En último lugar hacemos referencia a la numerosa
comunidad de vegetación flotante, entre las que se puede mencionar a los
helechitos de agua (Myriophyllum
aquaticum y Azolla sp.), los camalotes (Eichornia
azurea y E. crassipes), amapola de agua (Hydrocleys
nymphoides), Enhydra anagallis, y varias especies más. Hay un ambiente en formación, que se
encuentra en la porción más elevada y modificada del área y está compuesto por
cortaderas (Cortaderia selloana),
chilcas (Baccharis salicifolia),
espinillos (Acacia caven), carquejas (Baccharis sps.) y gramíneas, entre
otras especies, que forman un pequeño pastizal y matorral xerófilo (Bertolini
& Deginani, s/f). Además de los ambientes más característicos que hemos
nombrado, en la Reserva hay gran variedad de otras plantas que no se ajustan a esta
clasificación y que representan a 81 familias, entre las que hay plantas
epifitas, lianas, enredaderas, una cactácea y otras más.
Hay una
pequeña laguna de unos 1000 m2 que alberga una variada gama de plantas
palustres. En el aludido trabajo
se censaron 225 especies de plantas vasculares de las cuales el 85,5%
resultaron ser autóctonas y un 13, 5% exóticas, guarismos que son favorables para el valor de la reserva, no
sólo por la gran diversidad en tan pequeña superficie, sino por el predominio
de especies nativas en una zona muy antropizada y rodeada de viviendas con
jardines con abundantes especies foráneas que podrían dispersarse fácilmente
hacia la reserva.
Investigación y Textos: Gabriel O. Rodriguez
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