El Rico

Reserva Provincial - Santa Fe
 

Recursos Culturales

Al momento de la conquista española la parte central - aproximadamente desde la ciudad de San Justo hasta  la de Rosario -  estaba integrada por cuatro entidades que son: los timbúes y carcaraes, en la desembocadura del río Carcarañá, en la  laguna de Setúbal se asientan los quiloazas,  en la zona de la ciudad de Santa Fe se ubican los  calcines y los corondas sobre el riacho del mismo nombre, todos ellos fueron influenciados por culturas del Amazonas, primero por los Arauc  y después por los Guaraníes,  poco antes  de la conquista española. Un rasgo destacable de estos pueblos fue su gran  altura y su porte bien constituido, caracteres que destacan varios cronistas de la época. Estudios realizados nos muestran que el promedio de las estaturas era de  1,68 m. para los hombres y 1.65 m. las mujeres. Estos datos se obtuvieron del estudio de los restos de 17 hombres y 2 mujeres hallados en distintos lugares de la región, entre los que se cuentan varios  esqueletos hallados en un cerrito en la ciudad de Rosario.

Una parte importante de su economía  fue la pesca. A esta  se dedicaban todos los núcleos. Se  ignora con exactitud como la practicaban aunque hay indicios de que lo hacían con el empleo de redes y de  canoas monóxilas –labradas de un solo tronco-. Nuestros indios también vivían de la recolección, especialmente de la miel silvestre en tanto que para la caza tenían como objetivos preferidos a las nutrias,  venados y  ñandúes.

Como vestimenta los indios del Litoral  se cubrían con un manto de pieles, utilizando mayormente la de nutria y también llegaron a usar taparrabos o delantalillos de tela, probablemente producto del intercambio con sus pueblos vecinos, los   aruac  y guaraníes.
Lucían adornos como estrellitas de piedra de  distinto color que llevaban puestas en sus narices. También se perforaban  las aletas nasales para colocarse adornos y tampoco faltaron el tatuaje y las pinturas corporales.

Las viviendas  de los pueblos del Litoral se levantaban sobre los albardones vecinos de ríos y lagunas y consistían en chozas rectangulares de paredes hechas con esteras de juncos. Las de  los timbúes tenían subdivisiones internas y las de los mocoretaes eran muy alargadas.

Como armas usaban el arco y la flecha con punta  de piedra o de hueso. La principal artesanía que la arqueología ha puesto al descubierto es la cerámica.   Aquí, en el Litoral, es donde la alfarería adquiere relevancia, con verdadera personalidad,  no por sus formas  sino que debemos  distinguir la decoración incisa que se presenta de manera muy especial en guardas y figuras geométricas y la modelada que toma la forma de apéndices zoomorfos, conocidos como “representaciones plásticas”. Muy probablemente estas culturas litoraleñas que desarrollaron su mayor actividad sobre las márgenes del río Paraná, han tenido contacto con sus congéneres del interior del territorio provincial como los abipones y mocovíes.

Según las instrucciones recibidas, Juan de Garay debía fundar una ciudad respetando el modelo de una cuadrícula dividida en manzanas cuadradas y éstas a su vez en solares  donde los propios expedicionarios construyeron sus casas. La materia prima utilizada para las construcciones fue la madera  y el barro. En los primeros ochenta años de vida se habían erigido seis templos de los  cuales sólo tres se  conservan. También se  construyeron reducciones  para controlar a los nativos, que estaban  bajo el sometimiento de curas  pertenecientes a la orden Franciscana.

En 1.649 el Cabildo pide al Procurador el traslado de la ciudad según  ya estaba previsto por Garay en el acta fundacional. Las razones eran los ataques  continuos por parte de los indígenas y la mala ubicación en cuanto a que los alrededores de la ciudad se inundaban y se hacía dificultosa la comunicación con otros centros poblados.

A mediados del siglo XVII se trasladó la primera ciudad de Santa Fe. Con el paso del tiempo las construcciones se fueron deteriorando y gradualmente desaparecieron. Hoy se conserva estos restos bien cuidados y cercados habiendo sido declarados en  1.957 Monumento Histórico Nacional, mediante  el  decreto Nº 3.129, considerándose el conjunto edilicio como único en Hispanoamérica por reflejar con bastante claridad las características  edilicias de aquella época.

Don Agustín Zapata Gollán  comenzó las obras para dejar expuestas estas ruinas donde se encontraron muchísimos elementos de gran valor arqueológico como centenares de sepulcros de vecinos entre los que se encontraban los de Hernandarias de Saavedra y su mujer Jerónima, hija de Juan de Garay. Una gran cantidad de objetos exhumados hoy se exhiben en el Museo Etnográfico y Colonial Juan de Garay. y en el Museo del Sitio de Santa Fe la Vieja.

Investigación y Textos: Gabriel Rodriguez


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