Rio Pilcomayo

Parque Nacional - Formosa
 

Problemas de conservación

ESe puede decir que, en alguna medida, el Parque Nacional Río Pilcomayo nació con su ambiente seriamente alterado. Como se indica en el ítem referente a la creación del Parque, ésta se concretó -en los papeles- en septiembre de 1951, cuando Formosa todavía era Territorio Nacional. La ley de creación le asignó 285.000 hectáreas.

La protección del lugar comenzó a ponerse en práctica trece años después, cuando Formosa ya era provincia. Durante ese período, el área siguió modificándose profundamente por la actividad agropecuaria, en tanto los centros urbanos como Clorinda, Laguna Blanca y Naick Neck aumentaban su población y se instalaban colonos en el área protegida. Luego, la provincia influyó para que se redujera su superficie a las actuales 52.000 ha, ofreciendo a cambio 10.000 ha en el oeste de la provincia (lo que dio origen a la Reserva Natural Formosa).

El problema de la hacienda de los pobladores que estaban dentro del Parque tardó muchos años en solucionarse y, mientras esto no ocurría, el ganado producía grandes alteraciones en el ambiente, e incluso se convirtió en hacienda chúcara en la soledad del monte. Sólo en 1991, cuando las cuestiones legales finalizaron y los ganaderos debieron retirar sus animales, el problema llegó a su fin y la recuperación del área fue notable.

No obstante, hasta hace poco tiempo aún quedaba ganado o se producía su ingreso esporádico en algún sector del Parque. Algunos pobladores de la cercana localidad de Laguna Blanca incursionan en el área en busca de leña o madera y se dan casos de caza furtiva. Ante esta situación, se intensificaron las tareas de control y se recurrió al sistema de prevención más sustentable en el tiempo: la difusión entre las poblaciones cercanas de la importancia de un área protegida y de los beneficios indirectos que les puede proporcionar su permanencia.

La vecindad del límite norte del Parque con la República del Paraguay constituye un problema, dadas la diferencias en las políticas de conservación y legislativas entre aquel país y la Argentina. Hay sectores donde el río Pilcomayo apenas alcanza los 30 metros de ancho, lo cual facilita el paso de animales, tanto domésticos como salvajes. Puede ocurrir que un animal autóctono, con sólo cruzar el hilo de agua, se encuentre en un territorio donde no cuenta con la protección que le ofrece el Parque Nacional del lado argentino.

El fenómeno de insularidad que sufren muchas áreas protegidas de la Argentina también afecta a este Parque Nacional. En efecto, la unidad se encuentra totalmente rodeada de campos en los que se realizan actividades agropecuarias, por lo cual el tránsito de la fauna hacia otros sectores agrestes no es posible, además de carecer, por este mismo motivo, de zonas que amortigüen la actividad antrópica. La extinción de especies en un área preservada de tamaño reducido es uno de los grandes problemas que las afectan.

En este orden, resulta atinado considerar la diferencia que existe entre las especies de anfibios y reptiles, que por ser ectotermas (poseen un metabolismo bajo) pueden mantener poblaciones numerosas en pequeños espacios, con respecto a las endotermas (especies de mamíferos y de aves), con mayor demanda metabólica, a las que les cuesta mucho más mantenerse en una superficie relativamente pequeña. De este segundo grupo, los mamíferos de mayor tamaño son los más afectados por esta cuestión (Wilcox,1980). Los especialistas como los frugívoros, o los que comen cantidades de insectos en o cerca del suelo, también están más expuestos a extinguirse en áreas de tamaño reducido (Willis,1979).

El avance del pastizal sobre otras formaciones también constituye un fenómeno recurrente un muchos parques y reservas, tanto nacionales como de otro rango. En el caso del área que nos ocupa, esto ocurre y los técnicos ven en el fuego controlado casi la única solución al problema. El sistema de manejo del fuego ya se está experimentando en otras áreas y los resultados son satisfactorios. También se había analizado la posibilidad de reintroducir el venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus) y el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichutomus) para que ejerzan la función de herbivoría que otrora cumplian, pero esta alternativa es de difícil concreción y los resultados se verían a más largo plazo. La presencia de especies exóticas vegetales como el paraíso (Melia azedarach), Echinochloa crusgalli, Mormorica charantia y otras invasoras como el pasto estrella (Cynodon sp.) atentan contra la conservación del área.

No hay especies exóticas de vertebrados, a excepción de las domésticas y el gando. No menos agresivo para la preservación del ambiente que cualquiera de los problemas expuestos, es el fuego provocado por pobladores de campos vecinos, o el espontáneo que puede ocurrir bajo condiciones climáticas propicias. Los fenómenos climáticos extremos, como grandes sequías, inundaciones o tornados, pueden tener efectos muy adversos sobre la fauna (Foster, 1980). Cuando se producen inundaciones –la más común de las catástrofes naturales en este Parque– los animales mayores siempre encuentran lugares donde refugiarse, dada la gran diversidad de ambientes de que disponen. En lo que respecta a los incendios que pueden producirse durante las grandes sequías, tanto espontáneos como intencionales, resulta indispensable mantener bajo el nivel de biomasa vegetal para reducir al mínimo sus efectos.

Investigación y Textos: Gabriel O. Rodriguez
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez


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