Esteros del Iberá

Sitio Ramsar - Corrientes
 

Hidrografía

El enorme complejo palustre de los Esteros de Iberá, cuya superficie supera los 12.000 kilómetros cuadrados, tiene su drenaje temporario a través del río Miriñay hacia las aguas del Uruguay y del Corrientes que en forma permanente drena hacia el Paraná. Las principales lagunas son la Galarza (15 km2), Luna (78 km2), Iberá (53 km2), Fernández (40 km2), Medina (17 km2), Disparo (18 km2) y Trim, algo mayor a la última, entre muchas otras. Los principales esteros son el Moreno, San Antonio Cué, Carambola y Santa Ana. Las aguas de las lagunas – más profundas que las de un estero- poseen fondos arenosos y habita en ellas una vegetación sumergida sólo visible cuando se producen grandes bajantes.

En cambio, el estero posee muy poca profundidad y el agua está habitada por una profusa vegetación de plantas herbáceas hidrófilas, como extensas colonias de camalotes que se entremezclan con raíces, tallos y otros tipos de vegetación que va arrastrando a su paso, formando a veces verdaderas islas flotantes de tupida vegetación, llamados localmente “embalsados”. También son numerosas las islas que se yerguen en medio de esa inmensidad de agua y poseen prolífica vegetación, incluso de porte arbóreo y son refugios ideales para la fauna.

La depresión del terreno en la zona de los Esteros de Iberá se debe a que antiguamente el cauce del Alto Paraná atravesaba la Provincia y volcaba sus aguas en el río Uruguay a través del Aguapey y fue cambiando su curso hacia el oeste hasta que una falla formada en la última era geológica lo llevó a su actual cauce dejando en el primitivo discontinuas llanuras aluviales que se alternan con pequeños valles bordeados por albardones. La red de desagüe la conforman en el sector noreste, principalmente los arroyos Chimiray, Itaembé, Garabí y el río Aguapié, con un cauce y recorrido más importante. En el sector sudoeste corre el río Corrientes, con importantes afluentes que se desarrollan en sentido este-sureste como los arroyos María Grande, Villanueva y el río Miriñay que también posee una cuenca dendrítica con afluentes como los arroyos Ayuí y Yuquerí que se comunican con el Miriñay a través de los arroyos Ayuí Grande, Yaguarí y el Curuzú Cuatiá, entre otro de menor importancia. En el extremo sur el río Guayquiraró - constituye el límite provincial con Entre Ríos - posee también una vasta red de afluentes entre los que de destacan los arroyos Sarandí y el Barrancas, con varios subafluentes, y el río Mocoretá contribuye también en el drenaje de este sector. En la parte noroeste corre el río Santa Lucía con escasos afluentes. La gran mayoría de los ríos nombrados y los esteros se desarrollan en sentido noreste- sudoeste, incluyendo al Uruguay, a excepción del Paraná que tiene un rumbo norte-sur y a partir de la ciudad de Corrientes gira en noventa grados hacia el este.

El río Uruguay que constituye el límite oriental de la provincia de Corrientes a su paso por ésta se caracteriza por presentar costas bajas, especialmente en las inmediaciones de la desembocadura de los ríos Aguapey, Miriñay y Mocoretá, su ancho es variable – oscila entre los 500 y 1500 metros – y entre Monte Caseros y Salto Grande, en un recorrido aproximado de 150 kilómetors, su lecho rocoso presenta numerosas islas y dos obstáculos notables, los saltos Grande y Chico. El Paraná, por su parte, en el tramo que limita la provincia de Corrientes con la República del Paraguay, es un río de valle amplio que corre en partes por un lecho de basalto con poca profundidad y se divide en varios brazos que encierran islas de gran tamaño como las de Yaciretá, Ibicuy, Talavera, Apipé Grande y Apipé Chico, entre otras más pequeñas. Una vez que recibe las aguas del río Paraguay, toma un definido rumbo norte-sur y aumenta su caudal con el aporte de este curso de agua, arrastrando gran cantidad de material en suspensión suministrado, en su mayoría, por la cuenca del Bermejo.

Laguna de Iberá
Esta laguna y sus adyacencias es lo declarado Sitio Ramsar o Humedal de Importancia Internacional. Este gran espejo de agua tiene una superficie aproximada a las 5.500 hectáreas y es una de las más grandes y representativa del sistema en general. Ubicada a 60 m.s.n.m., posee un largo máximo de 17 kilómetros y un ancho de 6 y la longitud de sus costas alcanza los 43 kilómetros (Quirós et. Al., 1983). La profundidad promedio uniforme es de 3 metros y la transparencia es casi siempre alta con variaciones provocadas por la actividad eólica y el desarrollo estacional del plancton, los límites de la Laguna están definidos en gran parte por el desarrollo de un extenso cinturón perimetral de “embalsados” (Waller y Lingua, 2001). Estas formaciones flotantes están formadas por una masa de restos orgánicos vegetales enmarañados entre si sobre la que se asienta una variada gama de vegetales anfibios. Dice en la Ficha Informativa de los Humedales de Ramsar (Waller y Lingua, 2001):”Por su dinámica trófica e hídrica, el Iberá – sistema distrófico asaprotrófico de régimen permanente- no puede ser catalogado como un pantanal tropical más, como los que pueblan en general la cuenca del Plata (eutróficos temporarios o semi-permanente) o la región Chaqueña”.

La gran cantidad de materia orgánica es el principal factor que incide en la existencia de un pH fluctuante y muchas veces ácido. Los valores del O2 disuelto son comparativamente altos lo mismo que la transparencia (76% disco de Secchi), sólo disminuida ocasionalmente por la formación de plancton o la remoción del fondo por acción de los vientos. Quizás el mayor valor biofísico o hidrológico del Iberá lo constituye la dinámica hídrica en relación con el flujo de nutrientes. Estos esteros, constituyen una reserva potencial de nutrientes que son liberados parcial y lentamente para ser reciclados ( Waller y Lingua, 2001). La importante masa vegetal acumulada en los embalsados actúa como regulación de la efluencia de agua y los esteros en su conjunto traban el escurrimiento superficial, actuando como almacenadores de agua atenuando el incremento de los flujos de agua estacionales. Las redes tróficas del sistema están mantenidas en buena medida por las complejas comunidades de plantas sumergidas que llegan a formar densas praderas subacuáticas.

 

Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodriguez


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