Los Pingüinos
Clasificación:
Clase:
Aves
Orden:
Sphenisciformes
Familia:
Sphaniscidae
Se omiten
los taxa
con rango
de sub
o supercategorías.
Género: En la Argentina se observan los siguientes géneros Aptenodytes (2), Pygoscelis (3), Eudyptes (2) y Spheniscus (1) que totalizan 8 especies. Hay 4 especies más que son raras de observar u ocasionales que pertenecen al género Eudyptes.
En todo el mundo habría unas 17 especies (16 según otros autores, que por cuestiones taxonómicas complejas consideran a alguno como subespecie y no como una especie distinta) y son todos exclusivas del Hemisferio Sur.
Algunos consideran al “pingüino pequeño de alas blancas” una especie propia y otros clasifican esta ave como una subespecie, criterio que se adopta en esta ficha. Otros científicos estiman que el Pingüino Real no es una especie sino una subespecie del Pingüino de Penacho Anaranjado.
(X)- Los números entre paréntesis indican la cantidad de especies que posee el género en territorio Argentino.
Especies de la Argentina
Hay 8 especies que se avistan en forma permanente en las costas, islotes o islas del Mar Argentino, Islas del Atlántico Sur y Antártida. Otras cuatro especies son bastante ocasionales.
El cuadro que sigue, presenta las especies de residencia permanente:
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Pingüino rey; pingüino real; Kiem-ken o quem-quem (en ona); kurry-nuch (en yámana).
Aptenodytes patagonicus |
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Pingüino emperador; pájaro bobo emperador.
Aptenodytes forsteri |

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Pingüino de vincha; pingüino pico rojo; pingüino papúa; pingüín de pido rojo.
Pygoscelis papua
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Pingüino ojo blanco; pingüino de Adelia.
Pygoscelis adeliae |

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Pingüino de barbijo, pingüino antártico; pingüino de cara marcada; pingüino de barbijo.
Pygoscelis antartica
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Pingüino penacho amarillo, cashta (ona), kuloina (yámana), pingüino crestado; pájaro bobo moñudo, , pájaro niño, gorfú.
Eudyptes chrysocome (o E. crestatus)
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Pingüino de Snares - Eudyptes robustus (ocasional) |
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Pingüino crestudo - Eudyptes sclateri (ocasional) |

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Pingüino frente dorada; shujulusch (yámana); pingüino penacho amarillo; pingüino de frente amarilla; pingüino macarrón; pájaro bobo de moño dorado.
Eudyptes chrysolophus |
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Pingüino cara blanca - Eudyptes schlegeli (ocasional) |

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Pingüino patagónico; shish o shisc (ona); choncha o shusaha (yámana).
Spheniscus magellanicus |
Caracteres
externos
De cuerpo robusto con una caja torácica amplia; esternón muy desarrollado y poderosa quilla donde se insertan los músculos pectorales; plumaje compacto e impermeable con las plumas que cubren el cuerpo y las alas pequeñas, cortas y distribuidas sobre la piel de manera uniforme y no siguiendo líneas de crecimiento como en otras aves (CEAL, 1984). Las alas están transformadas en rígidas aletas, y patas palmeadas ubicadas bien atrás (Clark, 1986); cuello extremadamente corto. El plumaje posee un patrón de color bastante uniforme con sus partes ventrales blancas y las dorsales negruzcas. No presentan dimorfismo sexual.
Debajo del plumaje poseen una gruesa capa de grasa que les sirve como aislante térmico; es además impermeable; los ojos están adaptados a la visión subacuática, con una glándula que controla el exceso de sal. En la natación su cuerpo adopta una forma sorprendentemente alargada y perfiles redondeados que le permiten ejercer una gran velocidad y agilidad debajo de agua. Estas características ponen en evidencia que la evolución los adaptó para el ambiente marino casi en un ciento por ciento; hecho que se corrobora al observar la dificultad y torpeza que muestran al caminar y la ineptitud para volar.
El pico es robusto, largo y algo curvado en el extremo, presentando surcos que van del ángulo de la boca hasta las fosas nasales (CEAL, 1984).
Los pies tienen tarsos y metatarsos muy cortos, casi tan anchos como largos, con los cuatro dedos dirigidos hacia adelante y unidos por membranas interdigitales. Al caminar apoya los metatarsos y descansa apoyando el tarso. La cola está formada entre trece y veinte rectrices medio ocultas, reducidas a varillas córneas y cortas, casi sin barbas e insertas en el pigostilo.
Sus tamaños oscilan entre los 30 cm de altura y 1 a 1,5 kg de peso del pinüino azul (Eudyptula minor), hasta la altura de 60 a 100 cm y peso de 15 a 40kg en el pingüino emperador (Aptonodytes forsteri) -(Croxall, 1987)-.
Comportamiento
Su alimentación se basa en productos que le ofrece el mar. Los pingüinos son bastante voraces y adaptan su dieta a las posibilidades que se le ofrecen según la zona y la época de año de que se trate. Tienen marcada preferencia por los calamares y los pulpos pero, cuando escasean estos moluscos, se alimentan de peces pequeños -a menudo pejerreyes, sardinas y anchoítas- y además ingieren abundante krill (Croxall, op. cit.). Los adultos son víctimas principalmente del leopardo marino (Hydrurga leptonyx) y de las orcas (Orcinus orca).
Particularidades
Existen muchas singularidades de los pingüinos que nos llenan de asombro. El pingüino rey tiene registros de buceo de hasta 240 m de profundidad y es superada aún esa cifra por el pingüino emperador, del que se comprobó una inmersión de 265 m de profundidad, pudiendo permanecer hasta 18 minutos bajo el agua (De la Vega, 2000).
En comienzo del invierno, cuando la mayoría de las aves antárticas se desplazan hacia el norte en busca de mayor temperatura, el pingüino emperador se dispone a iniciar su ciclo reproductivo, pasando tres o cuatro meses con temperaturas que oscilan entre los 40º C y 50º C BAJO cero. Esto muestra la eficacia de su plumaje, que además de poseer más de una capa de plumas, éstas son lubricadas con una glándula especial y entre ellas se forma una especie de capa de aire (De la Vega, op. cit.). También contribuye mucho la gruesa capa de grasa que se forman sus tejidos específicos.
Cuando los machos se hacen cargo de la incubación a veces pueden transcurrir muchos días sin que retorne la hembra. Si en este laps, ocurriera la eclosión el polluelo, este es alimentado por la regurgitación de una sustancia – exclusiva de lo este grupo de aves- que posee el macho en su esófago.
Y, entre otras maravillas que la evolución diseñó para cada criatura, vemos con sorpresa que el pingüino se desliza fácilmente con su cuerpo sobre el hielo cuando hay pendientes, convirtiéndose en una suerte de esquiador, aunque esto no lo hace estando de pie. |
La reproducción comienza cada año alrededor del mes se septiembre en las especies que anidan en las costas patagónicas, aunque esto varía en las especies que habitan otros lugares. En ese momento van llegando a las costas millones de ejemplares en busca de sus nidos del año anterior. Es curioso el hecho que, muchas de las hembras llegan ya fecundadas y las restantes son fertilizadas después de llegar y ocupar el mismo nido del año anterior, siendo realmente sorprendente ver como reconocen perfectamente su cubil entre los cientos de miles de nidos que puede llegar a tener una pingüinera grande.
Los rituales de galanteo y la ruidosa rivalidad entre machos se prolongan durante largo tiempo. En los días que median entre la llegada del grupo y la postura de los primeros huevos se dedican a la búsqueda y acondicionamiento de los albergues; siendo en esta instancia frecuentes las escaramuzas (CEAL, 1984). Las parejas nuevas buscan un sitio para cavar su nido, o simplemente el macho desea ocupar un espacio más cercano a la costa, y esto implica desplazar a otros por lo que se producen serios enfrentamientos.
Ambos sexos emprenden juntos la excavación y cavan acostados en el suelo usando sólo una de sus patas para esta tarea, hasta que logran un hueco de aproximadamente medio metro de profundidad y luego agregan distintos elementos, como huesos, hierbas secas y otros, en la entrada del mismo.
Luego viene el momento del cortejo, con algunos típicos rituales como unir los picos, mover sus cuerpos lateralmente y otras demostraciones que los caracterizan, con algunas variantes según las especies.
En muchas ocasiones, cuando los suelos son excesivamente duros o muy sueltos como para cavar en refugio seguro, algunas especies optan por instalarse sobre la escasa vegetación que crece cerca de las costas marinas.
A fines de setiembre o principio de octubre- en el caso de algunas espacies- las hembras ponen un huevo de color blanco, apenas teñido de verde azulado, y, cuatro días después, un segundo huevo.
Ambos sexos se encargan de empollar, variando la regularidad con que lo hace cada uno. Hay casos en los cuales el macho queda el mayor tiempo y la hembra va en búsqueda de alimento, otros lo hacen en forma alternada con cierta periodicidad y en muchas especies en las últimas semanas de incubación, los machos delegan a la hembra esta tarea y se encargan de proveerla de alimento.
Hay ocasiones en que los machos empollan durante unos 60 días seguidos, hasta que regresan las hembras que salieron a alimentarse, y durante ese lapso de tiempo pierden entre 10 y 15 kg de su peso (De la Peña, 1985).
Los nidos, tanto por los huevos como por los crías recién nacidas, son depredados por el petrel gigante (Macronectes giganteus), la gaviota parda ( Leucophaeus scoresbii), la gaviota cocinera (Larus dominicanus), la escúa (Catharacta chilensis) y otras aves marinas.
Los pichones permanecen unos 40 o 50 días protegidos en el repliegue o bolsa incubadora de la madre.
Comparados con otras aves marinas, la supervivencia de los pingüinos adultos de un año al siguiente es baja: es del 70-80% en el de Alelia; el 86% en el macarrón, del 87% en el de ojo amarillo y del 86% y del 95% en el emperador (Croxall, op. cit.). En cautiverio han llegado a vivir hasta 19 años.
Respecto a los hábitos se conoce poco del largo período que pasan en el mar. Cuando se los ve flotando en el agua recuerdan a grandes patos, zambullen con frecuencia y a veces saltan como delfines (Clark, 1986). Bajo al agua emplean para desplazarse las aletas, y las patas actúan como timón. Cuando las condiciones atmosféricas son malas se agrupan unos contra otros formando una unidad compacta (De la Peña, op cit.). Debido a la protección de las plumas y a que debajo de la piel tienen una gruesa capa de grasa, soportan perfectamente la natación en aguas muy frías como lo son las de la Antártida.
Hábitat
El espacio donde permanecen por mayor tiempo los pingüinos es el océano, para lo cual, como ya se señaló, tienen óptimas adaptaciones anatómicas y fisiológicas que le brindan una asombrosa habilidad en la natación y para resistir las aguas gélidas del antártico. En el período de reproducción ocupan playas de poco declive, a veces de arena y canto rodado alternado, pero prefieren suelos relativamente blandos para hacer la cavidad que les sirve como nido. También, a veces, ocupan los arbustales y pastizales pero siempre próximos a la costa, dado que su alimentación depende en exclusivo de lo que les provee el mar.
Distribución en la Argentina
Los pingüinos se esparcen por todo el continente Antártico, Nueva Zelanda, sur de Australia, sur de África, Sudamérica hasta el norte del Perú y en el archipiélago de las Galápagos. La existencia en zonas tropicales se debe a la corriente fría de Humboldt en las costas de Perú y a las corrientes, también frías, de Benguela y Agulhas alrededor de África del Sur; dada su adaptación al frío.
Reproducimos a continuación el cuadro que presenta Adrián Schiavini (2004) en la nota “Conociendo a nuestros pingüinos” de la revista Naturaleza y Conservación Nº 15. Aves Argentinas/AOP. En él se observan claramente las áreas de nidificación de las 8 especies que habitan territorio argentino.
Al pingüino rey (Aptenodytes patagonicus), además de lo señalado en el recuadro precedente, ocasionalmente llega hasta las costas de Santa Cruz y Chubut. En la zona de Puerto Roca y Bahía Colnett, de la Isla de los Estados, en noviembre de 1991 y marzo de 1998 respectivamente, se observaron ejemplares de esta especie ( Chiavini et al., 1998). Luego, en Bahía Franklin se observaron otros individuos en noviembre de 2001 y de 2002 (Chiavini, et al., 2005). Y otros esporádicos hallazgos –incluso la de una hembra incubando - hacen suponer que pueda estar acercándose a las costas de la Isla de los Estados para establecerse en ellas.
Pygoscelis adeliae, conocido como pingüino de ojo blanco, también nidificaría en las Islas Sándwich, Orcadas y Shewtland del Sur (De la Peña, 1985); no frecuentando las costas patagónicas.
El pingüino de barbijo (Pygoscelis antarctica), además de lo que nos muestra el cuadro, se puede agregar que tampoco se aproxima a las costa marítima de la Argentina. Según se muestra en la Guía de Aves de Narosky e Izurieta (2003), tendría una aproximación mucho mayor a las costas del sur bonaerense y norte de Río Negro, que sobre el resto del litoral. También señala De la Peña (1985) que nidificaría en las islas Sandwich, Orcadas y Shetland del Sur.
Respecto a la especie Eudyptes chrysocome – pingüino de penacho amarillo- cría en las costas de Santa Cruz y Tierra del Fuego, como lo indica la sinopsis precedente.
La especie Eudyptes chrysolophus, el llamado pingüino de frente dorada o amarilla, además de las zonas donde nidifica se aproxima en invierno a algunos sectores del litoral atlántico de la Argentina.
El pingüino de Magallanes (Spneniscus magellanicus) se distribuye por todo el extremo sur de América Meridional, desde la Isla de Algarrobo en Chile, hasta la costa central de la provincia de Río Negro, incluyendo las Islas Malvinas (Simeone, et al., 2003). Se identificaron un total de 63 colonias durante los últimos años en toda la costa patagónica y en Tierra del Fuego con una estimación mínima de 950.000 parejas reproductivas (Schiavini, et al, 2005). Con este último dato se puede percibir que se trata de la especie de pingüino más abundante en las costas de la Argentina.
Restaría comentar la distribución del pingüino de vincha (Pygoscelis papua), que nidifica en Tierra del Fuego, Islas Malvinas, Orcadas y Shetaland del Sur y en la Antártida y del pingüino emperador (Aptenodytes forsteri), que se extiende por gran parte de las costas de la Antártida y todas las Islas del Atlántico Sur.
Situación de las poblaciones
Ya se señaló al principio de esta ficha, que varias especies de pingüinos poseen cierto grado de amenaza. Esto marca que debe prestársele atención a esas especies y, en la medida de las posibilidades, realizar monitoreos en sus centros de nidificación, dado que lo que ocurre durante el período que no regresan a tierra es muy difícil de determinar.
Sobre algunas poblaciones – pingüino de Magallanes especialmente- hay síntomas positivos como ocurre en varias de las colonias en la Península de Valdés, que parecen haberse expandido en los últimos años. Otro tanto ocurre en la Isla Martillo, donde el pingüino de vincha experimentó un aumento en sus parejas nidificantes en los últimos años.
Por el contrario, en Isla Deseada el número de parejas disminuyó a la mitad en los últimos años (Chiavini, 2004) y en Punta Tombo, desde 1987 se redujo la población en un 30%. La colonia de Cabo Vírgenes en los últimos diez años se mantuvo estable, mientras que en Malvinas disminuyó a la mitad del nivel que tenía en 1980.
Uno de los inconvenientes que afectó más a los pingüinos, como a otras especie de aves acuáticas, fueron los frecuentes derrames de petróleo en aguas costeras, que han arrojado cifras alarmantes de animales empetrolados. Estos mueren al perder la impermeabilidad de sus plumas y lo que les impide ir a alimentarse. También se constató que en algunas islas la predación por animales exóticos -zorros, gatos y ratas- a huevos y pichones redujo las poblaciones. Factores climáticos como el fenómeno El Niño, han incidido en que los padres sufran inconvenientes en la alimentación y cuidado de los pichones.
También es positivo para este grupo de aves acuáticas tan particulares, la reaparición del pingüino rey en la Isla de los Estados, como todo parece indicarlo, al incrementarse año a año los avistajes de ejemplares en distintos puntos.
En las múltiples colonias del pingüino de Magallanes que yacen en las costas patagónicas de la Argentina habrá que estar atentos con la presión ejercida por el numeroso turismo que llega hasta estos confines. En la mayoría de los lugares que son áreas protegidas hay elementos para evitar una excesiva aproximación del público y cuerpos de guardaparques, pero hay sitios donde nada de esto existe.
Se creó un comité especial, dependiente de UICN, que se reúne cada cuatro años en alguna de las naciones del Hemisferio Sur que albergan en sus territorios poblaciones de pingüinos, para buscar consenso en las acciones conjuntas en pro de la preservación de este Orden de la Clase aves.
Aspectos culturales
En Europa se escuchó hablar de los pingüinos por primera vez tras los viajes de exploración de Vasco de Gama (1497-1522) y Fernando de Magallanes (1519-1522) –quien los apodara “pájaro bobo” -, que descubrieron respectivamente el pingüino del Cabo y el de Magallanes, quedando muchas especies sin descubrir hasta que se exploró el Antártico en el siglo XVIII (Croxall, op. cit.)
Presumiblemente los integrantes de la expedición portuguesa de Bartolomé Días de Novaes al pasar frente al Cabo de Buena Esperanza entre 1487 y 1488, hayan visto por primera vez a estas aves no voladoras, pero esto no quedó documentado.
Es importante señalar que todas las tribus aborígenes del extremo sur de la Argentina – principalmente yámanas y onas- han utilizado como alimento al pingüino. Estos animales también fueron codiciados por el europeo para su aprovechamiento como alimento.
Hasta no hace mucho tiempo se pretendió establecer una planta industrial en el sur patagónico para la explotación integral de estos animales, aprovechando muchas partes de su cuerpo, para elaborar distintos productos.
En la actualidad brindan al hombre un atractivo turístico con sus inmensas colonias nidificantes que se encuentran a lo largo de nuestras costas patagónicas, muchas de las cuales dieron lugar a la creación de áreas naturales protegidas para poner a salvaguarda de los posibles abusos que afecten esta fuente de riqueza turística.
Investigación
periodística:
Gabriel
Omar Rodriguez
Bibliografía
consultada
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