Benteveo Común
Pitangus sulphuratus
Clasificación:
Clase:
Aves
Orden:
Passeriformes
Familia:
Tyrannidae
Género:Pitangus
Nombre
científico: Pitangus sulphuratus
Subespecies:
P. sulphuratus argentinus, P. sulphuratus bolivianus, P. Sulphuratus maximilianii.
Estatus
nacional:
No se lo considera amenazado (CARPFS Consejo Asesor Regional Patagónico de la Fauna Silvestre)
Estatus Internacional: LC (Least Concern) = Preocupación menor (IUNC, 2006).
Otros
nombres
comunes:
Bichofeo, bienteveo, chistifuí, Dios te dé, chitufi, titijí, tistihuel, tistijuelas , benteví, quetupí, quechupai, tristéfin, pito Juan, pitové o pitojuán, quentopé, quitafé, nei-nai (el lengua tupí) y pitaguá o pitogüé(en guaraní), bem-te-vi lo llaman en Brasil y cristofué en Venezuela. Great kiskadee (en inglés).
Caracteres
externos
Pájaro de tamaño mediano y cuerpo macizo, con un notable pico fuerte, algo largo y ganchudo en su ápice y presenta cerdas en las comisuras. La cabeza es negra al igual que plumas del copete que en la punta presentan tono amarillo; el copete sólo es visible cuando está erizado. La cara está cruzada por dos anchas franjas o cejas blancas que nacen a los lados del pico, pasan sobre los ojos y se unen en la nuca. El iris del ojo es pardo y el pico es negro. Los costados del cuello, la garganta y la barbilla son blancos. La parte dorsal del cuerpo es marrón, con lavado de amarillo (CEAL, 1985). La parte ventral es de color amarillo reluciente pero no fuerte. La parte dorsal de las alas y la cola es parda como el cuerpo y la ventral es blanca, con el reborde de la remeras y el margen de las cubiertas alares de color acanelado. Presenta los tarsos negros y las patas terminan en cuatro dedos. Las alas son romas y cortas comparativamente con el resto del cuerpo.
En los juveniles el copete amarillo no se desarrolla hasta la madurez sexual y la parte ventral es de un amarillo más claro que en los adultos.
No hay dimorfismo sexual, pero el copete eréctil de la cabeza es algo más marcado en el macho.
La longitud del benteveo común en postura de percha es de unos 22 cm (medida que figura en la guías de aves a los efectos de facilitar la identificación)(Narosky e Izurieta, 2003), el pico mide unos 33 mm (Pereyra, 1938).
Comportamiento
El benteveo es de hábitos más bien solitarios, aunque puede verse en pareja y realiza una constante comunicación con otros individuos a través de su fuerte canto, que según la tradición popular se asemeja a la expresión “bicho…feo” muy identificable para el hombre común que comparte su hábitat. Sus vocalizaciones son mucho más amplias que este popular sonido. A veces esta vocalización es compartida por la pareja y entonces el dúo se establece en forma de canto simultáneo o de respuesta inmediata.
Se lo ve posado en ramas, postes y alambrados habitualmente, desde donde además de proferir su estridente sonido se alimenta volando repentinamente desde su posadero para capturar algún insecto.
Su alimentación puede considerarse omnívora. Preferentemente se lo ve ingerir insectos que caza como se indica en el párrafo precedente. Entre los integrantes de su dieta están las mariposas, avispas, langostas, chinches, cascarudos, larvas, lombrices, babosas, lagartijas y pequeñas culebras. No desdeñan algunos frutos que cultiva el hombre como las uvas, frutillas, higos y cerezas (Pereyra, op. cit.). Muchas veces se lo ve desplazarse repentinamente de la línea algo ondulante de su vuelo para cazar algún insecto que detectó. Asimismo puede llegar a comer peces al mejor estilo de un martín pescador y recorre también el suelo buscando alimento, mostrando así una variada gama de formas y lugares para alimentarse. Antes de devorar las presas relativamente grandes, como pececillos, culebras y ranas, las golpean contra una rama, una piedra o el suelo hasta atontarlas, sosteniéndolas con el pico. Tampoco los caracoles escapan a la voracidad de los benteveos, que los picotean hasta romper la caparazón para poder comérselos (CEAL, op, cit.).
Reproducción. El benteveo para atraer a su pareja realiza con cortejo que según la última fuente citada, cumple con las siguientes pasos: se para erguido frente a la hembra, con el cuello en posición vertical y lleva hacía abajo la punta del pico elevando las plumas de su cabeza y dejando expuesta su corona dorada, mientras sacude rápidamente las alas y produce un fuerte chasquido con el pico. Cuando se constituye la pareja permanecen bastante juntos y se observó que el primero que llega a los árboles donde suelen reunirse reclama al otro con un llamado largo, que suele ser respondido e iniciar así una suerte de diálogo que finaliza cuando se juntan y se posan juntos aleteando y emitiendo fuertes gritos.
Durante la temporada de nidificación, que se extiende entre septiembre y enero en la zona del centro de la Argentina, variando esto conforme a la latitud, los benteveos defienden agresivamente el lugar elegido para establecerse, sobre todo frente a otros ejemplares de su misma especie. El nido es asentado en árboles o arbustos, en oquedades o, a veces, en sitios donde encuentran nidos semidestruidos. Tiene forma globular, redondeada, boca amplia en lateral superior y para la construcción emplea fibras vegetales, lanas, hilos e internamente plumas (De la Peña, op. cit.), y el aspecto general que ofrece el nido es más bien desordenado. El precitado autor señala que la puesta consta de 4 a 5 huevos de color crema con pintas o manchitas castañas y grises, más concentradas en el polo mayor. Miden aproximadamente 26 a 30,5 mm X 19 a 22 mm.
La tarea de empollar la realiza la hembra, que excepcionalmente puede ser parasitada por el renegrido que tiene por costumbre dejar su postura junto a los de la otra especie, que en el caso particular del benteveo resulta curioso por la agresividad de este tiránido. La incubación dura en total dieciséis días.
Hábitat
Los benteveos tienen gran capacidad de adaptación al medio, de modo que habitan muy variados ambientes. Se los puede ver tanto en regiones cercanas a las selvas tropicales como en sabanas, praderas, estepas y en zonas serranas. Tampoco rehúsa instalarse cerca de construcciones humanas y, aunque a veces se los halla en lugares secos, prefieren generalmente la cercanía del agua. Es muy común verlos posados en ramas que cuelgan sobre pequeños arroyos o pantanos, donde pueden obtener ranas o peces. Y también es un habitante conspicuo de plazas y jardines de las zonas urbanas.
La variedad de su dieta omnívora y de los elementos que requiere la construcción de su nido les permite vivir y reproducirse en tan distintos ambientes.
En la zonas de montaña puede llegar hasta aproximadamente los 1.600 m.s.n.m.
Distribución
La subespecie P. sulphuratus maxiliars en Argentina se la ve sólo en la provincia de Misiones. La subespecie P. sulphuratus bolivianus ocupa gran parte del país a excepción de Misiones, la franja occidental que ocupa la cordillera y precordillera y las provincias de Tierra del Fuego y Santa Cruz, aunque estaría expandiendo su dispersión hasta ocupar también la última de las provincias mencionadas. No ocupa Chile ninguna de las subespecies, a pese que cada una en su espacio llegan a cubrir casi toda Sudamérica hasta sur de Texas y México. También se encuentran poblaciones aisladas en Trinidad.
Situación de sus poblaciones
Como se indica al comienzo de la ficha la especie tratada no reviste ningún grado de amenaza, y es muy común de observar en un amplio sector de la Argentina incluyendo las plazas, parques y jardines de las casas en las ciudades.
Se encuentra amparado en 20 áreas naturales protegidas de ámbito nacional y en innumerables de otros ámbitos. Los Parques y Reservas Nacionales donde se lo cita son: BARITU; CALILEGUA; CHACO; COLONIA BENITEZ; COPO; EL LEONCITO; EL PALMAR; EL REY; FORMOSA; GENERAL PIZARRO; IGUAZU; LIHUE CALEL; MBURUCUYA; OTAMENDI; PRE-DELTA; QUEBRADA DEL CONDORITO; RIO PILCOMAYO; SAN ANTONIO; SIERRA DE LAS QUIJADAS Y TALAMPAYA (SIB).
Aspectos Culturales
Es uno de los pájaros más emblemático de muchos lugares de la Argentina. Como ocurre siempre con los animales que son muy conspicuos y de destacan por sus características, suelen generar un sinnúmero de creencias, fábulas y leyendas, cuya mención detallada haría muy extensa esta ficha. Pero a modo de ejemplo podemos mencionar una leyenda correntina que dice que el “pitogüé” o benteveo es la encarnación de una vieja rezongona que fue abandonada por sus familiares. Por otra parte en algunas regiones, gentes de campo cree que cuando canta el benteveo en el patio de las casas anuncia visitas (hemos escuchado este comentario en forma directa parte de una anciana entrerriana). También hemos escuchado con gran convencimiento a una joven paraguaya, que narraba como su madre había descubierto el embarazo de la joven a través del oportuno canto del benteveo durante un almuerzo en la ciudad de Villarrica.
Otra creencia dice que cuando canta en la cumbrera de la casa anuncia discordia en la familia, y si su canto fuera muy insistente anunciaría la muerte de alguna persona (Coluccio, 2001).
Compilación
e investigación
periodística:
Gabriel
Carlevari
Bibliografía
consultada
CABRERA, A. 1943. Sobre la sistemática del venado y su variación individual y geográfica. Revista Museo de La Plata, Secc. Zool., 3(18):5-41
CAMINOS, J.; M. ARLETTAZ, A. CRIVELLO, G. PAGGI y R. PERASSI. 1998. Avistaje de venado de las pampas Ozotoceros bezoarticus (L. 1758) en los bajos submeridionales de la provincia de Santa Fe, Argentina. Natura Neotropicalis, 29: 155-156
CEAL. 1985. El ciervo de las pampas. Fauna Argentina. Fascículo Nº 66. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires.
CHEBEZ, J.C. 1994. Los que se van. Especies argentinas en peligro de extinción. Editorial Albatros. Buenos Aires.
MORENO, D. I. 1993. Ciervos Autóctonos de la República Argentina. Boletín Técnico Nº 17. Fundación Vida Silvestre Argentina. Buenos Aires.
PARERA, A. 2002. Los mamíferos de la Argentina y la región austral de Sudamérica. Editorial El Ateneo. Buenos Aires.
PAUTASSO, A.A.; M.I. PEÑA, J.M. MASTROPAOLO y L. MOGGIA. 2002. Distribución y conservación del venado de las pampas (Ozotocerus bezoarticus leucogaster) en el norte de Santa Fe, Argentina. Mastozoología Neotropical. Volumen 9 –Nº1
VILA, A. 1996. Salvar al venado. Revista Vida Silvestre Nº 51: 24-29. Fundación Vida Silvestre Argentina. Buenos Aires
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