EDICION
PROVISORIA
- EN PROCESO
DE DIAGRAMACION
Meseta de Somuncurá
Categoría
El área estudiada es de ámbito provincial y privado en cuanto al dominio de sus tierras. La categoría es área natural protegida, hasta tanto no se determine la misma en el Plan de Manejo que está en elaboración. La Ley 2669 – Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas- establece en los Artículos 12° y 13° que la categoría de una unidad de conservación le debe ser asignada en el nombrado documento.
Ubicación
La meseta de Somuncurá está ubicada en el centro-sur de la provincia de Río Negro, en una zona de poca población, motivo por el cual no tiene localidades de importancia cercanas. La más próxima sería Valcheta hacia el norte. Sus coordenadas son 41° 21’ de Lat. S y 67° 04’ de Long. O.
Superficie
La unidad de conservación Meseta de Somuncurá posee una superficie de 1.600.000 hectáreas, lo equivale casi al 8% de la superficie provincial.
Fecha e instrumento legal de creación
El Decreto N° 356 del 7 de marzo de 1986 crea esta área protegida.
Relieve
La Provincia de Río Negro a lo largo de su historia geológica sufrió procesos tectónicos, sedimentarios, erosivos que configuraron su complejo relieve. Al oeste está de la Cordillera de los Andes, donde la altitud de los cerros es inferior a la de la cordillera central, siendo la máxima altura del territorio rionegrino el Cerro Tronador de 3.554 m.s.n.m. Hacia el este la altura decrece hasta formarse un relieve mesetiforme interrumpido por depresiones denominadas bajos y otras formaciones que se enuncian luego. Esta meseta finaliza en la costa marítima con altos acantilados de hasta 70 metros de altura y las formas asociadas como barras, playas, cordones litorales y planicies de marea, producto de la acumulación.
La cadena de los Andes está separada de la zona mesetaria por una serie de sierras bajas, algunas formadas simultáneamente con el plegamiento andino y otras más antiguas llamadas sierras de los Patagónides. Ninguno de los dos bloques se suceden sin interrupción, sino que ambos forman bloques aislados separados por depresiones ocupadas por valles fluviales y por extensos lagos. En la parte mesetaria podemos distinguir cuatro tipos de relieve diferenciados (Chiozza y Figueira,1982): la mesetas volcánicas que están aisladas entre sí, siendo la más representativa por su extensión la de Somuncurá, con unos 900 m.s.n.m., y cumplen un rol muy importantes como distribuidoras de agua al drenar la misma hacia zonas periféricas más bajas. El segundo tipo de relieve de meseta son los ya mencionados bajos , leves depresiones en donde generalmente se forman salinas, como el Bajo de los Menucos y el Gran Bajo del Gualicho, entre otros. En tercer lugar la zona extraandina presenta valles fluviales , que son extensas depresiones que se forman junto a los cauces de los ríos y exceden en mucho al caudal de agua transportada. Esto se debe a que dichos cauces responden a los cursos del agua actuales y a los del pasado . En última instancia la meseta nos muestra serranías, originadas en la acción combinada de movimientos de ascenso y descenso de la corteza y por la acumulación de sedimentos, paisaje que fue modelado por la acción erosiva del viento y del agua. Algunos elevaciones son las Sierras de Pailemán, Sierra Blanca de la Totora, los Cerros Colorados, Sierra Campana Mahuida, Sierra de Somuncurá y varias más que, en general, se desarrollan en el tercio central de la Provincia, dividiéndola de norte a sur. Según estudios del INTA, la Provincia de Río Negro ha permitido reconocer 6 Ordenes de suelos, divididos en 14 Subórdenes.
Esta extensa planicie basáltica que se denomina Meseta de Somuncurá, se formó en la era Terciaria y a presenta suaves ondulaciones con depresiones (bajos) y en el sector sur se produjeron serranías de naturaleza volcánica. Estos bajos suelen estar ocupados por aguas permanentes o temporarias. Los cerros del sector centro-sur pueden superar los mil metros como el cerro Corona de 1674 m.s.n.m. y el Corona Chico de 1515 m.s.n.m. La parte de meseta lata está rodeada en los sectores oeste, oeste y norte por zonas medanosas no fijas, especialmente en los bordes de los barrancos, observándose en sectores mayor cobertura vegetal debida a los suelos someros del sector. Se observan también espacios ocupados por cenizas volcánicas blanquecina. Los cañadones conectan la meseta media con los grandes bajos abiertos, que se presentan alineados entre lenguas basálticas estrechas; el techo de estos cañadones coincide con la cota de 650 a 700 m.s.n.m. y su base está en los 400 o 450 m.s.n.m. ( Guala, 1998).También constituyen una unidad geomorfológico los valles bajos donde corren varios arroyos como el Valcheta, Los berros y otros más. La Peniplanicie exhumada del Río Negro es una parte baja ubicada al este y el norte de la gran meseta, que se desarrolla entre los 400 y 200 m.s.n.m. donde se instalaron las principales poblaciones de la parte norte de Somuncurá.
Hidrografía
La red hidrográfica está compuesta por dos ríos principales: el Colorado que es el límite norte de la provincia y la separa de La Pampa, y el río Negro que corre en forma más o menos paralela un poco más al sur que el primero. Ambos vierten sus aguas en el Atlántico y se nutren del deshielo de los Andes, lugar de sus nacientes. Su sentido de circulación es noroeste a sudeste. Al atravesar la zona mesetaria pierden parte de su caudal por evaporación, sin recibir afluentes de importancia en su recorrido. El río Negro recibe las aguas de los ríos Limay y Neuquén que confluyen a la altura de la capital neuquina y recorre unos 600 kilómetros – con ancho variable- hasta desembocar en el mar con un caudal medio de aproximadamente 1.000 m3/seg. Los bordes del cauce – localmente llamadas bardas – son muy altas en el alto valle y en el medio, lo que influye sobre el clima al frenar el viento, fenómeno que sumado a la gran amplitud del valle hacen de la zona una de las mejores del país para el cultivo de frutales bajo riego. El río Neuquén circula por la frontera entre Río Negro y Neuquén y sobre el mismo se construyó el dique Ingeniero Ballester a partir del cual, mediante un canal, se derivan las aguas de este curso hacia el Lago Pellerini. El caudal de este último río es de unos 300 m3/seg., aunque en épocas de grandes deshielos y lluvias puede aumentar muchísimo ese guarismo. El Limay, que aporta cerca de un 70% del agua que posee el río Negro (Chiozza y Figueira, 1982), es un afluente del Lago Nahuel Huapi y corre en un valle muy encajonado con bardas altas. En la provincia de Río Negro el Limay recibe aguas de varios cursos pequeños, siendo los mayores el Pichí Leufú y el Comallo, y desde Neuquén recibe las aguas del río Collón Curá. En el territorio rionegrino nacen el río Chubut y el Azul, que vierten sus aguas en el Lago Puelo.
La región de la gran Meseta de Somuncurá está surcada por varios cursos de agua. Entre estos se destaca el arroyo Valcheta, el Treneta, el Comicó, el Yaminué, Los Berros, el Verde y el Nahuel Niyeu en el extremo sur, entre otros. También en las depresiones que presenta la meseta se forman varias lagunitas
Clima
La provincia de Río Negro se encuentra en una posición donde se da la transición entre el clima frío de gran parte de la Patagonia y templado al norte del río Colorado. Las precipitaciones pasan de muy abundantes en la zona cordillerana a muy escasas en la región de la meseta patagónica. . La gradiente de precipitaciones queda bien de manifiesto con los siguientes registros:
en la Isla Victoria precipitan casi 1.700 mm. de lluvia al año, en el Aeródromo Bariloche, sólo 35 kilómetros al este, se registran menos de 800 mm. y en la localidad de Maquinchao, unos 220 kilómetros hacia el este apenas llegan a caer aproximadamente 200 mm. al año. También se produce en su territorio la transición de la zona con mayores lluvias estivales - en el norte – y la de mayor pluviosidad durante los meses de abril a agosto como sucede en sectores patagónicos. Las precipitaciones nivales son comunes en toda la provincia durante el invierno, a excepción del margen de la costa donde este fenómeno es ocasional. Las temperaturas medias de enero, exceptuando la parte de la cordillera, oscilan entre los 20 y 24 °C y en la zona andina esa cifra se sitúa en los 15° C , dependiendo de la altura.
Los fuertes vientos que caracterizan a toda la Patagonia, no son excepción en Río Negro. Este agente metereológico es responsable, en buena medida, de la aridez, por favorecer notoriamente la evaporación en lugares de escasas precipitaciones y también otorga característica peculiares a la flora que crece con adaptaciones para resistir el embate del viento que predominantemente sopla del oste, sudoeste y noroeste. La mayor cantidad de días nublados se da en la zona cordillerana con un porcentaje que ronda entre el 50 y 60 % de las jornadas, disminuyendo a un 40 % en la costa marítima. En el centro de la provincia es aún mayor el porcentaje de días soleados que en la costa.
Flora
En estos trabajos que presentamos hemos adoptado generalmente la clasificación en Eco-regiones propuesta por Burkart et al. (1999) dentro del Programa de Desarrollo Institucional Ambiental (PRODIA), propiciado por la ex Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Nación y la Administración de Parques Nacionales. En el mismo se divide al Territorio Argentino en 18 eco-regiones, correspondiéndole a la provincia de Río Negro cuatro categorizaciones: una angosta franja sobre el límite occidental de la provincia indica la Eco-región de los Bosques Patagónicos; luego, una amplia zona que ocupa la mitad sur del territorio, exceptuando una porción en el este, es la que se identifica como Eco-región de la Estepa Patagónica. La Eco-región de los Montes de Llanuras y Mesetas ocupa el resto de la provincia menos una pequeña parte en el límite este que representa una incursión de la Eco-región de la Pampa en el territorio rionegrino. Es oportuno aclarar que esta clasificación concuerda bastante con la clásica división fitogeográfica realizada por Cabrera (1976). A continuación se muestra un cuadro demostrativo de las equivalencias entre ambos sistemas para Río Negro:
Nombres asignados a la regiones
Burkart et al. (Eco-regiones) Cabrera (Provincias Fitogeográficas )
1 Bosques Patagónicos. Altoandina (superficies coincidentes)
2 Estepa Patagónica. Patagónica (leve diferencia en su límite norte)
3 Montes de Llanuras y Mesetas. Del Monte (leve diferencia en su límite sureste)
4 De la Pampa Pampeana (superficies coincidentes)
Los bosques templado-fríos patagónicos se caracterizan por estar formados por especies de maderas semiduras, con árboles de fuste recto y hojas caducas en muchos casos y un sotobosque relativamente pobre. Hacia el este los ejemplares se encuentran más dispersos y desarrollan menos altura dando paso gradual al contrastado paisaje de la estepa. Los cordones montañosos influyen notoriamente en las precipitaciones al actuar como barreras de los vientos del oeste. Es por esta razón que conforme se desarrollen estos cordones en cuanto a su orientación hay lugares con mayores precipitaciones y por ende, mayor vegetación. Un ejemplo bien notorio lo tenemos en la provincia de Río Negro, en Puerto Blest, donde se registran precipitaciones de más de 4.000 mm. anuales y que dan lugar a la formación de lo que se denomina Selva Valdiviana; con helechos, epífitas, enredaderas y hongos, entre los que se destaca el renombrado llao llao (Cittaria darwinii). En esta selva – más desarrollada del lado chileno- el árbol más representativo es el alerce (Fitzroya cupressoides), especie gigante que puede llegar a los 60 m. de alto y 3 de diámetro, con edades que pueden alcanzar los 3.000 años (Erize et al., 1993) el que es acompañado por el fuinque (Lomatia ferruginea), el len o ciprés de las guayteras (Pilgerodendron uviferum), el mañiú hembra (Saxegothaean conspicua), el mañiú macho ( Podocarpus nubigenus), el olivillo o tique (Aextoxicon punctatum) y el laurel (Laurelia philippinia) y otras especies. Entre las enredaderas se destaca por su grosor el pahueldín (Hydragea integerrina) y la pil pil voqui (Campsidium valdevianum) con típicas hojas tubulares rojas. En el estrato arbustivo predominan las cañas colihue (Chusquea culeou), el michay (Berberis darwini), el espino negro (Colletia spinosissima) y el estrato herbáceo está formado por varias especies como la aljaba (Fucsia magellanica), el corcalén (Azara lanceolata) y el notro (Embothrium coccineum) con flores rojas muy vistosas, entre muchas otras especies. En los bosques menos intrincados que los de las zonas ocupadas por la llamada selva valdiviana, se observan ejemplares de árboles de gran porte como el coihue (Nothofagus dombeyi) que puede alcanzar los 45 metros de altura y 2 de diámetro en su tronco (Demitri, 1973) y es exclusivo de esta región; la lenga (Nothofagus pumilio), que también recibe los nombres comunes del roble o roble blanco y que en zonas muy elevadas crece en forma achaparrada, siendo también endémico de los bosques andino-patagónicos. El ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis) es otro árbol exclusivo de esta región, a veces mezclado con el maitén (Maytenus boaria); el roble o pillín (Nothofagus oblicua), aunque muy escaso dado que su distribución se limita al sur del territorio neuquino, el arrayán (Myrceugenella apiculata) que crece en forma escasa y es conspicuo en la Isla Victoria del P.N. Los Arrayanes; el radal (Lomatia hirsuta) que se caracteriza por presentar forma arbustiva y de árbol de unos 15 metros de altura; el ñire o ñirre (Nothofagus antarctica) que presenta un follaje de tonalidad rojizo de gran belleza en otoño, los que son sólo algunas de las especies arbóreas que habitan los bosques andinos del sur.
En la zona de transición del bosque montano hacia la estepa patagónica se tornan conspicuas algunas especies arbóreas ya mencionadas como Nothofagus antarctica, Nothofagus pumilio,Austrocedrus chilensis, especies que ingresan en la estepa bordeando los cursos de agua junto con el maitén (Maytenus boaria), el chacay (Chocaya trinervis), entre otros.
Hacia el este del la región de los bosques andino-patagónicos comienza la estepa patagónica que ocupa grandes superficies en toda la Patagonia, siendo algo menor en la provincia de Río Negro por la presencia de otras dos eco-regiones. Esta meseta está libre de árboles y en forma escasa pueden encontrarse algunos arbustos como el molle (Schinus johnstoni) y en las márgenes de los ríos Colorado y Negro también suelen verse ejemplares de sauces colorados (Salix chilensis). La mayor parte de la estepa está ocupada por gramíneas que crecen en matas bajas, con hojas enrolladas y punzantes que reciben el nombre común de coirones . Otras plantas crecen como cojines hemisféricos, estructura que resiste bien el viento. En la zona septentrional de la estepa, lo que incluye parcialmente a Río Negro, predominan el colapiche (Nassauvia glomarulosa) , el quilembai (Chuquiraga avellanedae) y el coirón amargo (Stipa humilis).
La tercera eco-región que demarca el territorio rionegrino es la del Monte de Llanuras y Mesetas. La vegetación de esta región esta caracterizada por la presencia de jarillas de varias especies (Larrea divaricata, Larrea ameghinoi, Larrea nitida) como uno de los componentes más conspicuos dentro del estrato arbustivo. También se desarrollan el alagarto (Acantolippia seriphioides), el ala de tero, mata sebo o retamo (Montea aphyla), entre otros nombre vulgares, el alpataco (Prosopis alpataco), el neneo o hierba negra (Mulinum spinosum), con sólo citar las más comunes de observar. La última eco-región, que apenas afecta a la superficie de Río Negro, en una porción pequeña de su extremo este, es la pampa donde predomina el pastizal con gran número de gramíneas de los géneros Stipa, Poa, Paspalum, entre otros. En las costa Atlántica crecen pastos que se adaptaron al agua salada e incluso se ven a veces cubiertos por agua, siendo las especies de los géneros Spartina y Salicornia las más conspicuas.
La meseta de Somuncurá, como ocurre con gran parte de la estepa patagónica, predominan las zonas con especies florísticas de tipo herbáceo pero no faltan sectores con muestras de vegetación arbustiva. Dentro de este último grupo es frecuente el mamuel choique (Adesmia volkmanni) y el neneo (Mulinum spinosum). Entre las hiervas más conspicuas vemos varias especies del género Stipa, denominadas coirones, acompañadas por otras tantas de los géneros Festuca y Poa principalmente, y algunas jarillas (Larrea sp.) que son arbustos típicos de provincia fitogeográfica de Monte. Hay sectores de suelos salobres donde la principales especies halófitas pertenecen al genero Atriplex. Hay dos especies vegetales que fueron citadas para la flora de argentina que hasta el momento no se han encontrado en otros lugares, con lo cual estaríamos ante la presencia de, al menos, dos especies vegetales endémicas, ellas son : una compuesta, (Grindelis pygmaea) y una malvácea (Lecanophora ruizleali).
Fauna
Tomando la clasificación de Cabrera (1980) en regiones zoogeográficas, la provincia de Río Negro, como todo el Territorio Argentino, está incluida dentro de las Regiones Neotropical y Antártica, las que se dividen a su vez Dominios y estos en Provincias. La primera región mencionada tiene un solo Dominio, el Andino-Patagónico que afecta al territorio rionegrino. La región nombrada en segundo término también posee sólo un Dominio, el Subantártico, que incluye parte de la provincia tratada.
El Dominio Andino-Patagónico abarca en Río Negro a la Provincia Altonadina, que ocupa las altas montañas de la Cordillera desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, y a la Provincia Patagónica que se extiende hacia el sur por la Argentina desde el centro de la precordillera de Mendoza y se ensancha paulatinamente hasta ocupar la parte occidental de Neuquén y Río negro (Cabrera, 1980). Resta el denominado Dominio Subantártico, con la Provincia del mismo nombre, que se extiende más o menos desde el paralelo 35 hacia el sur, ocupando mayor superficie al oeste de la Cordillera Central que hacia es este – es decir en territorio argentino-, finalizando en Tierra del Fuego e Islas de los Estados, Malvinas, Georgias del Sur y Juan Fernández. Esta última Provincia posee muchas especies de fauna endémicas.
Estepa patagónica
Algunos ríos de la provincia rionegrina al estar comunicados entre sí, como ocurre con el Río Limay que al unir sus aguas con el Neuquén forma el cauce del Negro, poseen en algunos sectores especies de fauna ictícola introducida, al ser el Limay alimentado por las aguas del Lago Nahuel Huapi donde se efectuaron las primeras siembras de trucha marrón (Salmo trutta), el salmón rey (Oncorhynchus tshawytscha), la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), trucha de arroyo (Salvelinus fontinalis) y el salmón encerrado (Salmo salar). Si bien algunas de estas especies optan mayormente por las aguas mansas de los lagos, otras también optan por los cursos de agua torrentosos. Esta fauna exótica comparte el hábitat con especies autóctonas como la perca (Percichthys vinciguerrai), el puyén chico (Galaxias maculatus), el puyén grande (Galaxias platei), el madre de agua (Jenynsia lineata), el bagre pintado (Trichomycterus areolatus), la peladilla (Aplochiton zebra) y varias especies más, aunque es oportuno reiterar que la zona patagónica no se destaca por diversidad de su ictiofauna. Los batracios están poco representados pero no dejan de mostrar también especies endémicas de la provincias rionegrina y chubutense como la ranita (Telmatobius reverberii), una vistosa rana de piel moteada y la rana (Telmatobius somuncurensis) , que como su nombre específico lo indica habita la meseta de Somuncurá (Erize, 1993).
Entre la herpetofauna se destacan los lagartos y lagartijas y en menor medida los ofidios. Entre estos cabe señalar la presencia de la yarará ñata (Bothrops ammodytoides), de pequeño tamaño y su característica nariz respingada, y culebras de los géneros Tomodon, Leimadophis y Chlorosoma (Cabrera, 1980). De los gekos y lagartijas hay que destacar endemismos como el geko patagónico (Homonata darwinii), la lagartija (Liolaemus kingi) y otra lagartija sin nombre común (Liolaemus fitzingeri) y el chelco o matuasto (Diplolaemus darwin).
Siguiendo en este apartado un orden taxonómico, corresponde el lugar a la ornitofauna. Las aves en general son fáciles de observar, aunque el número de especies e individuos no es elevado (Narosky e Izurieta, 2003). El ave más conspicua es el choique o ñandú petiso (Pterocnemia pennata), entre las rapaces es muy conspicuo el aguilucho comun (Buteo polyosoma), y pertenecientes a la eco-región del Monte de Llanuras y Mecetas, se observa el águila mora (Geranoaetus melanoleucus), el carancho (Polyborus plancus), el halcón plomizo (Falco femoralis), el lechuzón campestre (Asio flammeus) y otras más. Otras aves comunes de las eco-regiones Estepa Patagónica y Montes de Llanuras y Mesetas son el chorlo cabezón (Oreopholus ruficollis), gaucho pardo (Agriornis murina), la martineta común (Eudromia elegans), la dormilona común (Muscisaxicola macloviana), el canastero de garganta negra (Thripophaga patagonica), la monjita castaña (Neoxolmis rufiventris),la quiula patagónica (Tinamotis ingoufi), el torito pico negro (Anairetes parulus), la diuca común (Diuca diuca), el cabecita negra de corbata ( Spinus barbatos o Carduelis barbatos según los autores),el canastero coludo (Astenes pyrrholeuca), el pecho colorado grande (Sturnella loyca), el yal amarillo ( Phrygilus carbonarus),la bandurria patagónica (Eremobius phoenicurus) exclusiva de estos ambientes, la caminera patagónica ( Geositta antarctica) también habita sólo zonas de la estepa patagónica, entre varias especies más. Una mención aparte merecen las aves acuáticas no costeras, que habitan los espejos de agua en forma conspicua como el cauquén común (Chloephaga picta), el pato crestón (Lophonetta specularioides), aunque es más común en lagos de montaña, el quetro o pato volador (Tachyeres patachonicus), el chorlito ceniciento (Pluvianellus socialis), el pato overo (Anas sibillatrix), el macá común (Podiceps rolland), el flamenco (Phoenicopterus chilensis) y muchas especies más que son exclusivas del sur argentino o bien de distribución mucho más amplia.
Los mamíferos de estas dos eco-regiones son variados y sobresale por su vistosidad y tamaño el guanaco (Lama guanicoe), que recorre estas amplias planicies en grupos numerosos, la mara (Dolichotis patagonum), otro herbívoro que junto al guanaco son los principales mamíferos que tienen este tipo de dieta; su grado de amenaza la considera Vulnerable (SAREM, 2000); la comadrejita patagónica (Lestodelphys halli) que ostenta el mismo rango de amenaza de la especie anterior; el moloso gris de orejas anchas ( Tadarida brasiliensis); el zorrino patagónico (Conepatus humboldtii), (Canevari y Balboa, 2003). Completan la nómina , entre otras, el gato del pajonal (Lynchailurus pajeros)- Vulnerable-, el gato montés común (Oncifelis geoffroyi), el puma (Puma concolor), el zorro colorado o zorro patagónico (Dusicyon gymnocercus), el zorro gris (Dusicyon gymnocercus), el hurón menor (Galictis cuja), el huroncito patagónico (Lyncodon patagonicus) y el puma (Puma concolor). Respecto al chichillón o pilquín (Lagidium viscacia) posee varias subespecies en Argentina y su hábitat preferido son las zonas serranas pobres de vegetación desde el extremo norte del país hasta Santa Cruz. Hay una subespecie – Lagidium viscacia somuncurensis- que es endémica de las gran Meseta de Somuncurá.
El Área Natural Protegida Meseta de Somuncurá, por las características de su historia geológica, en un momento quedó aislada de su actual entorno y fue terreno propicio para el desarrollo de fauna endémica. Tal es el caso de la ya mencionada Telmatobius o Atelognhatus reverberii, ranita de piel moteada, con manchas redondeadas rojizas sobre fondo grisáceo (Erize, 1993) y la Somoncuria somuncurensis , cuyo nombre específico hace referencia a la meseta analizada.
Una de las mayores curiosidades es un pez exclusivo del arroyo Valcheta, uno de los bordea Somuncurá, que posee piel sin escamas que se lo conoce como mojarra bronceada ( Gymnocharacinus bergii) de la familia Characiformidae. Y los mamíferos no escapan a la característica de tener un endemismo que los represente en la Meseta de Somuncurá: es la nombrada vizcacha de la sierra o chinchillón – también llamado pilquín de Somuncurá- (Lagidium viscacia somuncurensis), que manifiesta una gran habilidad para treparse verticalmente en las paredes rocosas. También son endémicas tres subespecies de lagartijas que pertenecen al género Liolaemus : Liolaemus kingii somuncurae, que algunos denominan lagartija de King, la de las rocas (L. elongatus petrophylus) y la de Somuncurá (L. ruizleali). La mayoría de estas especies han sido calificadas con estatus de riesgo como la mojarra desnuda que se la consideró internacionalmente como Vulnerable, las ranitas también poseen ese rango de amenaza a su supervivencia. La existencia de estas especies endémicas le otorgan un gran valor al área protegida, situación que fue acertadamente considerada en la legislación, al hacer referencia al tema. La ley de creación del Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas (Ley N° 2.669) contempla como uno de los motivos de la creación de las mismas la necesidad de preservar las especies endémicas. Varias de las especies citadas para la estepa patagónica es posible encontrarlas en esta unidad de conservación y es destacable la variedad de aves acuáticas que utilizan como hábitat las numerosas lagunas temporarias que se forman en la Meseta de Somuncurá.
Recursos culturales
Los primitivos habitantes del territorio que hoy ocupa la provincia de Río Negro fueron los puelches-guénaken o también llamados patagones del norte.
Los primeros datos fidedignos sobre estos habitantes los tenemos gracias al relato del gran naturalista francés Alcides D’Orbigny, que estando en Carmen de Patagones, en el año 1830, entró en contacto con estas poblaciones y le dijeron llamarse puelches, palabra que en lengua araucana significa “hombres del este” – respecto al otro lado de los Andes-. Luego, el Perito Moreno nos dice que los habitantes de esas latitudes se llamaban a si mismos guénekan, de ahí que para distinguirlos de otros grupos patagónicos se los llama con ambas denominaciones (Canals Frau, 1986).
Respecto a estos pueblos que ocupaban la parte septentrional de la patagonia tenían una economía basada esencialmente en la caza, como las de las otras culturas que habitaron la región. La vivienda es el toldo, tan generalizado entre las tribus pampas, siendo diferentes en su formato, dado que algunos eran cuadrangulares, cupuliniformes o piramidales. Según testimonios de Sánchez Labrador, en el siglo XVIII ya se veía el uso de cuero de caballo en las tolderías. Referencias de distintas épocas coinciden en que se pintaban el cuerpo y la cara y que a semejanza de los patagones del sur o chónik su vestimenta estaba compuesta por una manta cuadrangular hecha con cuero de guanaco, y por debajo de él, los hombres el taparrabo y las mujeres el delantalcito que llegaba hasta las rodillas (Serrano, 2000). Algunas referencias históricas dicen que las tribus del actual territorio de Río Negro conocían la alfarería. Tomaron de los araucanos la costumbre de fumar y hacían una bebida fermentada, pero supuestamente no conocían sustancias narcotizantes. La mayoría de los autores coincide en afirmar que los guénaken eran de gran estatura. D’Orbigny que los estudia con criterios más científicos dice que los varones tenían una estatura media de 1,70 metros y las mujeres de 1,62. Un cambio significativo se produjo con la introducción del caballo por los españoles, ya que este animal se utilizó para la caza adoptaron las boleadores como elemento para ese fin y diversas formas de vida cambiaron a partir de ese momento.
Es un hecho conocido que los pueblos patagónicos y de más al norte aún, recibieron una gran influencia de habitantes que vivían al oeste de la cordillera. Estos eran los araucanos – llamados a si mismos mapuches- y fueron el último asentamiento indígena que se produce en territorio argentino. Provenientes de Chile, su inmigración ha sido relativamente reciente y ha ocasionado grandes cambios culturales en los pueblos que habitaban las llanuras pampeanas, partes de las patagónicas ( noroeste) y también un amplio sector ocupado por los Andes, teniendo, aproximadamente, como límite sur el norte de la actual provincia de Santa Cruz. Al pasar al este de los andes los araucanos abandonaron el hábito del cultivo y se dedicaron a la caza, la recolección y a la rapiña (Canals Frau, 1986). Sus armas fueron las boleadoras, una especie de honda y lanzas muy largas. La alfarería estaba poco desarrollada y las mujeres practicaban el tejido. La lengua fue la misma que se utilizaba al oste de la cordillera y es muy empleada en la toponimia de Argentina como de Chile. Entre 1875 y 1879 se llevaron a cabo numerosas incursiones militares al territorio de los puelches-guénaken – conocidas históricamente como la Conquista del Desierto- encabezadas las últimas por el General julio A. Roca, quien luego fuera por dos períodos Presidente de la República. Estas luchas prácticamente exterminaron a una gran cantidad de aborígenes y son motivo de polémica hasta nuestros días. La mayoría de las tierras fueron repartidas por el gobierno central entre los combatientes de la conquista del desierto y empezó así la historia de la colonización europea en estas latitudes. El primer intento por parte del gobierno colonial para explorar la región se llevó a cabo en 1778, cuando el virrey Vértiz envió una expedición para levantar varios fuertes al mando de Francisco de Viedma quien funda Carmen de Patagones y luego Mercedes de Patagones al afectar las crecidas del río Negro a la primera población. En 1879, Mercedes cambió su nombre por Viedma en homenaje a su fundador. Luego fueron importantes por los relevamientos obtenidos las expediciones de Ambrosio Crámer en 1822, en 1830 la de Alcides D’Orbigny, la de Juan Manuel de Rozas en 1833, tiempo más tarde Musters – en 1869- deja un interesantísimo relato titulado “Vida entre los patagones”, recorriendo desde el Río negro hasta el estrecho de Magallanes y muchas otras más. En julio de 1865 desembarcaron en Golfo Nuevo un centenar y medio de galeses y se diseminaron en pequeños poblados agrícolas como Trelew, Bryn Crwn, Puerto Madryn y Gaiman, entre otros. En 1893 el número de colonos ya superaba los dos millares y luego se sumaron inmigrantes españoles, italianos y alemanes. Entre 1895 y 1903, el naturalista Francisco P. Moreno realizó varios viajes a la zona del lago Nahuel Huapi, estudiándola y promocionando sus bellezas y recursos naturales.
San Carlos de Bariloche, en la margen del Nahuel Huapi, fue fundada en 1895 por iniciativa de Carlos Wiederhold, quien inició las primeras construcciones en la localidad. Años más tarde el Perito Moreno dona – en 1903- las tierras que le habían sido asignadas en retribución a su arduo trabajo de fijar los límites con la República de Chile, y con ellas se crea, en 1934, el primer Parque Nacional de Argentina.
El siglo XX fue protagonista del nacimiento de nuevas colonias agrícolas en la zona de los valles, especialmente en el llamado Alto Valle. El primer turno le correspondió a Cipolletti en 1903, Allen en 1907, Ingeniero Huergo en 1912 y Villa Regina, por iniciativa de la Compañía Italo Argentina de Colonización.
Dice Del Valle Moldes (1993) “..lamentablemente, la región de Somuncurá carece de investigaciones arqueológicas modernas. No obstante, destaca un hallazgo, casual, realizado en un abrigo rocoso de un esqueleto coloreado con rojo y con ajuar funerario, que corresponde a un individuo de elevada estatura acompañado de anillos, y aros de metal, y diminutas cuentas de collar”.. Este hallazgo está expuesto en el museo de Valcheta. De todas formas se infiere que los habitantes de la gran Meseta de Somuncurá fueron los mismos que habitaron la región norpatagónica. Supuestamente, por los vestigios dejados – pinturas y grabados rupestres, sepulturas, puntas de flecha y raspadores - la región de Somuncurá estuvo intensamente ocupada por estos remotos habitantes de la Patagonia y ya a mediados del s. XIX se constituyó en un enclave de aborígenes con ciertas diferenciaciones de los de su entorno. Especialmente ascendían a la meseta cuando se daba el período del año donde había abundantes crías de guanacos jóvenes para aprovisionarse de alimento y cuero; y lo hacían en un sitio preferido al que llamaron Yamnago. Mas tarde, el Perito Moreno, atestigua que los aborígenes de estas latitudes utilizaban este sitio como lugar sagrado. Somuncurá es una voz araucana que significa “piedra que habla”, probablemente haciendo referencia al sonido que escucharían con el paso de los fuertes vientos de la zona.
Alternativas turísticas
Este impactante y misterioso accidente geomorfológico despertó, desde hace mucho tiempo, la curiosidad de los viajeros y científicos. Sus paisajes, llenos de mística, se componen de sierras, cañadones por donde bajan los arroyos, lagunas temporarias, conos volcánicos, formaciones rocosas de singulares y caprichosas formas y pinturas rupestres. Todo este conjunto de cosas hacen que el Área Natural Protegida Meseta de Somuncurá sea un lugar de gran atractivo turístico, especialmente para los que aman la modalidad del denominado turismo aventura, donde se impone el ascenso a cerros de muy variadas alturas, la observación de la fauna alada que se posa en los pequeños espejos de agua, el safari fotográfico y una gran variedad de recorridos que nos permiten ir descubriendo la maravillosa “mano” escultora de la geología. La localidad de Valcheta, ubicada en un extremo de la Meseta y sobre y el valle del arroyo del mismo nombre, constituye una interesante opción para visitar por presentar un panorama muy distinto al de la árida zona circundante; aquí hay vegetación abundante, alamedas, plantaciones de frutales, alfalfares, donde el verde reemplaza a los tonos ocres, marrones y grisáceos de la estepa. Todos los años en Valcheta se realiza la Fiesta anual de la MATRA, es decir de los tapices tejidos en telares que confeccionan los mapuches, de gran colorido y vistos diseño, Esta localidad también posee un interesante museo denominado Museo Regional de Valcheta, donde hay gran variedad de piezas de diversa índole como huevos de dinosaurios encontrados en la zona. No obstante, la multiplicidad de atractivos que ofrece la provincia de Río Negro la convierte en uno de los destinos preferidos de la Patagonia. Otras provincias de este recóndito lugar del planeta ofrecen también inmejorables paisajes de lagos y montañas nevadas, pero la única que a ello puede agregar playas sobre el Atlántico con aguas templadas es la de Río Negro. En efecto, el Balneario Las Grutas ofrece absolutamente todo lo poseen los centros de este tipo ubicados más al norte. Una corriente marina hace las aguas más templadas y el viento no es superior al que presenta cualquier zona de nuestra costa marítima. Se trata de una villa turística con confortables hoteles, departamentos y casas en alquiler, bungalows y camping. No faltan las discotecas, buena gastronomía en restaurantes, un hermoso casino y centros de compras. La práctica de deportes acuáticos como la pesca, el submarinismo, el surf y la vela son el complemento ideal para una zona balnearia. Continuando por la Ruta Nacional 3 hacia el sur a menos de 100 kilómetros está la localidad de Sierra Grande donde se pueden visitar las deslumbrantes minas de hierro y apreciar lo que pocas veces se puede ver: el interior de una mina, con sus historias, con la posibilidad de percibir la rudeza de ese trabajo, conocer y ver de cerca aspectos de la geología, métodos de extracción del mineral y una exhibición de fotos que contribuye al conocimiento de este misterioso mundo subterráneo. La visita a estas minas se puede realizar todo el año y todos los días en el horario de 8.00 a 17 horas aproximadamente. De San Antonio Oeste podemos recorrer unos 170 kilómetros hacia la costa (este) por la ya mencionada ruta 3 y llegar a Viedma, la capital provincial. Aquí comenzó, realmente, la historia de la Patagonia. Se encuentra situada en la margen del río homónimo – enfrente de Carmen de Patagones- y tiene un legado histórico de los más interesantes de la Patagonia. Ambas ciudades forman una sola unidad turística con sitios de interés dentro del casco urbano: la Manzana Histórica de Viedma, el Casco Histórico de Patagones, el Museo Gobernador Tello en Viedma, el Museo Salesiano Cardenal Cagliero, el Cerro de la Caballada, el Museo Tecnológico del Agua y el Suelo y la casona La Carlota. En sus proximidades, existen diversos balnearios y un apostadero con una colonia permanente de lobos marinos en la Reserva Provincial Punta Bermeja. Ambas ciudades cuentan con hotelería y todos los servicios que requiere un turista exigente y circuitos para recorrer los alrededores con interesantes puntos de interés, cuyo detalle escapa al tenor de este texto. En la zona centro-sur de la provincia esta la Meseta de Somuncurá, que fue convertida en una Reserva Provincial por el atractivo paisaje que muestra y por hospedar una fauna muy particular. La Ruta Nacional 23 desde San Antonio Oeste nos lleva a Ingeniero Jacobacci, una bonita ciudad donde se puede realizar el recorrido en el tren La Trochita desde esta última localidad hasta el Maitén en la provincia del Chubut, con paradas en la localidad rionegrina de Fitalancao y en la chubutense de El Maitén. En Ing. Jacobacci estamos ya acercándonos a San Carlos de Bariloche – unos 170 kilómetros entre ambas localidades – la “Meca” de todo aquel que por primera vez se decide a conocer los “lagos del sur”, nombre genérico con el que designamos al gran complejo lacustre montañoso que se extiende desde Neuquen hasta el extremo sur patagónico. La arquitectura peculiar, sea tal vez , el rasgo que más llame la atención al visitante. Su Centro Cívico, con construcciones que recuerdan a las aldeas alpinas y perviven aún casas de madera, con techos de gran pendiente y también lucen construcciones de impecable estilo moderno. El Hotel Llao Llao también se destaca por la arquitectura muy vistosa y es valuarte de la región, desde el cual hay una excelente vista del Lago Nahuel Huapi, sobre el que se construyó la ciudad. Son muchas la excursiones que tienen como punto de partida Bariloche, que recorren distintos puntos del Parque Nacional Nahuel Huapi, el más antiguo del país y cuyo nombre trasciende las fronteras de Argentina. Muchos turistas extranjeros llegan al Aeropuerto de Bariloche para disfrutar de paisajes realmente sorprendentes, las pesca deportiva de salmónidos y el esquí. Los típicos recorridos que parten de esta prestigiosa ciudad son el Cerro Catedral, el Cerro Otto, el Cerro Tronador, los Circuitos Grande y Chico, Villa La Angostura, Isla Victoria y el Parque Nacional Los Arrayanes, entre muchísimos paseos más. La ciudad de Bariloche está a 830 kilómetros de Viedma.
Otro punto de interés turístico es El Bolsón cuya ruta de acceso atraviesa un espectacular escenario natural, ya que se bordean los lagos Gutiérrez, Mascardi y Guillelmo. Esta Villa cuenta con una buena infraestructura que le permite ser un punto de apoyo turístico importante de la llamada Comarca Andina del paralelo 42º, que incluye el territorio rionegrino y chubutense. Sus primeros habitantes se asentaron hacia fines del siglo XIX, procedentes de Chile en su mayoría. La ciudad está asentada sobre una depresión ubicada entre los cerros, a sólo 300 m sobre el nivel del mar, mientras que al Este las elevaciones alcanzan los 2.200 m de altura. Es un lugar ideal para el descanso con hoteles y restaurantes que ofrecen comidas regionales de fina elaboración, granjas en las que se puede observar la elaboración y adquirir dulces, quesos, yogurt, helados y otras variedades artesanales de origen europeo muchas veces. Hay una Feria Regional que funciona los días martes, jueves y sábados de 10 a 14 horas, donde se pueden adquirir los productos de mayor calidad de la región. Esta reseña sólo pretende dar una semblanza general sobre la oferta turística de la provincia pero está muy lejos de mencionar todos los lugares de enorme belleza paisajística y de atracción para el visitante, como es el caso de las pistas de esquí del Cerro Catedral – el primer centro de esquí del hemisferio sur con 74 elevadores y 250 instructores- y del Cerro Perito Moreno en El Bolsón y el de la pesca de truchas que es motivo de viajes para ese fin por parte de turistas del Hemisferio Norte.
Cómo llegar
Tomando como punto de referencia la ciudad de Viedma se indican a continuación los itinerarios para llegar a la capital de Río negro. Desde las ciudades ubicadas más al sur sobre la costa atlántica o próximas a ella, la RN N° 3 es la más adecuada para acercarse al lugar propuesto.
Desde las provincias litoraleñas deberán aproximarse primero a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y desde ésta parte le mencionada RN N°3, que nos lleva al destino luego de pasar por Bahía Blanca, Carmen de Patagones y, río Negro de por medio, está Viedma.
Desde la ciudad de San Juan habrá que pasar previamente por la capital mendozina a la que la comunica la RN N° 40. De Mendoza hay que tomar la RN N° 143 hasta su intersección, ya en territorio pampeano, con la RN N° 35 hasta Bahía Blanca y luego seguir por la RN N°3, que como se ha indicó, es camino obligado para buena parte de los que provengan del este de Argentina.
Desde las ciudades de San Luis, Córdoba, La Rioja, Santiago del Estero y otras localidades próximas a las mismas, deberán pasar previamente por Santa Rosa, la capital de La Pampa, y dirigirse hacia el sur por la RN N°35 hasta la ciudad de Bahía Blanca desde donde ya se indicó como arribar a Viedma.
Para llegar a San Carlos de Bariloche desde toda la zona occidental de Argentina hay que utilizar la RN 40, hasta su intersección con la RN 237 ya dentro de la provincia del Neuquén, y próximos al límite con Río Negro, donde enseguida de traspasarlo aparece Bariloche.
Desde la ciudad de Buenos Aires hay distintas alternativas para llegar a Bariloche . Una de las más utlizadas es la RN 5 hasta Santa Rosa – La Pampa- . Desde esta capital provincial hay que dirigirse hacia el sur por la RN 35- pocos kilómetros- hasta que a nuestra derecha (oeste) parte la RN 152. Se toma esta ruta hasta que en la provincia de Río Negro es interceptada por la RN 22 en la localidad de Chelforó. En este punto de gira a nuestra derecha, dirección oeste, hasta arribar a la ciudad de Neuquén, donde hay que circular por la ya mencionada RN 237 que nos lleva a destino.
Desde Viedma debemos dirigirnos hacia el oeste por la RN 3 hasta San Antonio Oeste. Luego se continua en el mismo sentido por la RN 23 que nos conduce la localidad de Valcheta, tras recorrer unos 290 kilómetros. Este pueblo puede tomarse como punto de partida para una visita al Área Natural Protegida Meseta de Somuncurá.
Problemas de conservación
En términos generales el área protegida está amenazada por la actividad humana que de distintas formas ejerce presión sobre este relicto geológico, faunístico y arqueológico. En efecto, la zona se ha convertido en un lugar de concurrencia masiva de público que se acerca para recrearse, se construyen viviendas en las inmediaciones y también instalaciones para explotación de ganado y para el aprovechamiento del agua que desciende de las alturas hacia lugares más bajos. El vertido de efluentes domiciliarios y de residuos de productos químicos utilizados en sanidad animal, son algunos de los factores que se suman para poner en alto riesgo la supervivencia de la fauna acuática, en especial para el pez endémico (Vinci, 1993). También se señala como problema de conservación de importancia la presencia de especies exóticas de peces en gran parte de los cursos de agua y de la libre europea. Según la ficha que elabora el Sistema de Información de Biodiversidad (APN) para cada área protegida del país, el grado de control de esta unidad de conservación es nulo. Esto agravaría aún más la situación de vulnerabilidad que presenta el área, especialmente teniendo en cuenta la existencia de varias especies y subespecies que tienen como único superficie de distribución, el territorio que ocupa la gran meseta y sus alrededores.
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Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez
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