EDICION
PROVISORIA
- EN PROCESO
DE DIAGRAMACION
Área Natural Protegida Pozo Salado, Caleta de los Loros y Punta Mejillón
(se la llama ANP Caleta de los Loros- Punta Mejillón)
Provincia de Río Negro
Categoría
Se le asignó la categoría de reserva de usos múltiples.
Ubicación
Esta dentro del Departamento Adolfo Alsina, a algo más de 100 kilómetros al suroeste de Viedma y donde se cruzan las coordenadas de los 41° Lat. Sur y 64° de Long O.
Superficie
El área protegida prospectada cuenta con una superficie de 3.200 hectáreas.
Fecha e instrumento legal de creación
La Ley N° 3222, promulgada el 3 de septiembre de 1998, crea esta unidad de conservación. Los límites de la misma están señalados en la Ley N° 2032 que declaró de utilidad pública y sujetos a expropiación varios predios que la normativa enuncian detalladamente.
Relieve
La Provincia de Río Negro a lo largo de su historia geológica sufrió procesos tectónicos, sedimentarios, erosivos que configuraron su complejo relieve. Al oeste está de la Cordillera de los Andes, donde la altitud de los cerros es inferior a la de la cordillera central, siendo la máxima altura del territorio rionegrino el Cerro Tronador de 3.554 m.s.n.m. Hacia el este la altura decrece hasta formarse un relieve mesetiforme interrumpido por depresiones denominadas bajos y otras formaciones que se enuncian luego. Esta meseta finaliza en la costa marítima con altos acantilados de hasta 70 metros de altura y las formas asociadas como barras, playas, cordones litorales y planicies de marea, producto de la acumulación.
La cadena de los Andes está separada de la zona mesetaria por una serie de sierras bajas, algunas formadas simultáneamente con el plegamiento andino y otras más antiguas llamadas sierras de los Patagónides. Ninguno de los dos bloques se suceden sin interrupción, sino que ambos forman bloques aislados separados por depresiones ocupadas por valles fluviales y por extensos lagos. En la parte mesetaria podemos distinguir cuatro tipos de relieve diferenciados (Chiozza y Figueira,1982): la mesetas volcánicas que están aisladas entre sí, siendo la más representativa por su extensión la de Somuncurá, con unos 900 m.s.n.m., y cumplen un rol muy importantes como distribuidoras de agua al drenar la misma hacia zonas periféricas más bajas. El segundo tipo de relieve de meseta son los ya mencionados bajos , leves depresiones en donde generalmente se forman salinas, como el Bajo de los Menucos y el Gran Bajo del Gualicho, entre otros. En tercer lugar la zona extraandina presenta valles fluviales , que son extensas depresiones que se forman junto a los cauces de los ríos y exceden en mucho al caudal de agua transportada. Esto se debe a que dichos cauces responden a los cursos del agua actuales y a los del pasado . En última instancia la meseta nos muestra serranías, originadas en la acción combinada de movimientos de ascenso y descenso de la corteza y por la acumulación de sedimentos, paisaje que fue modelado por la acción erosiva del viento y del agua. Algunos elevaciones son las Sierras de Pailemán, Sierra Blanca de la Totora, los Cerros Colorados, Sierra Campana Mahuida, Sierra de Somuncurá y varias más que, en general, se desarrollan en el tercio central de la Provincia, dividiéndola de norte a sur. Según estudios del INTA, la Provincia de Río Negro ha permitido reconocer 6 Ordenes de suelos, divididos en 14 Subórdenes.
La costa del Área Protegida Caleta de los Loros- Punta Mejillón presenta acantilados que se continúan en un relieve rocoso erosionado y, por lo tanto, degradado por la acción marina (restinga). En partes el acantilado desaparece gradualmente internándose en el continente formando la Caleta de los Loros, que está rodeada de dunas de distintos tamaños tanto fijas como móviles. La caleta se interna entre 3 y 5 kilómetros hacia el norte, bordeada por dos grandes bancos con playas de arena, zonas de espartillar, canales de marea y playas de escasa pendiente, con gran extensión en baja marea (Canevari, et al. 1998).
Hidrografía
La red hidrográfica está compuesta por dos ríos principales: el Colorado que es el límite norte de la provincia y la separa de La Pampa, y el río Negro que corre en forma más o menos paralela un poco más al sur que el primero. Ambos vierten sus aguas en el Atlántico y se nutren del deshielo de los Andes, lugar de sus nacientes. Su sentido de circulación es noroeste a sudeste. Al atravesar la zona mesetaria pierden parte de su caudal por evaporación, sin recibir afluentes de importancia en su recorrido. El río Negro recibe las aguas de los ríos Limay y Neuquén que confluyen a la altura de la capital neuquina y recorre unos 600 kilómetros – con ancho variable- hasta desembocar en el mar con un caudal medio de aproximadamente 1.000 m3/seg. Los bordes del cauce – localmente llamadas bardas – son muy altas en el alto valle y en el medio, lo que influye sobre el clima al frenar el viento, fenómeno que sumado a la gran amplitud del valle hacen de la zona una de las mejores del país para el cultivo de frutales bajo riego. El río Neuquén circula por la frontera entre Río Negro y Neuquén y sobre el mismo se construyó el dique Ingeniero Ballester a partir del cual, mediante un canal, se derivan las aguas de este curso hacia el Lago Pellerini. El caudal de este último río es de unos 300 m3/seg., aunque en épocas de grandes deshielos y lluvias puede aumentar muchísimo ese guarismo. El Limay, que aporta cerca de un 70% del agua que posee el río Negro (Chiozza y Figueira, 1982), es un afluente del Lago Nahuel Huapi y corre en un valle muy encajonado con bardas altas. En la provincia de Río Negro el Limay recibe aguas de varios cursos pequeños, siendo los mayores el Pichí Leufú y el Comallo, y desde Neuquén recibe las aguas del río Collón Curá. En el territorio rionegrino nacen el río Chubut y el Azul, que vierten sus aguas en el Lago Puelo.
El Océano
Es oportuno señalar algunas características del océano Atlántico que afectan por extensión a las aguas donde se ubica el área protegida prospectada. Las amplitudes de mareas presentan grandes oscilaciones tendiendo a ser mayores hacia el sur, en la Provincia de Santa Cruz. En la zona de Puerto Madryn por ejemplo, en momento de sicigia, la amplitud llega a unos 6 metros aproximadamente y la salinidad al 34%. La zona de contacto entre el mar y el continente se prolonga por debajo del nivel de las aguas a los largo de una superficie más o menos extensa cuyas características están vinculadas con el relieve sobre el nivel marino. Esta parte, cuya profundidad se acerca a los 200 metros, es lo que se conoce como plataforma continental. La morfología litoral y submarina tiene un rol muy importante en la determinación de los ambientes marinos, ya que ello influye en la temperatura, salinidad y turbidez de las aguas y en su cantidad de nutrientes que permiten el desarrollo de la vida. La zona litoral, es decir la que ocupa el espacio donde transcurre la bajamar y la pleamar, es adecuada para aquellas formas de vida adaptadas a vivir temporariamente en forma subacuática. Por debajo del nivel de la bajamar se observan dos zonas características: el nerítico (la parte que ocupa la plataforma continental ) y el oceánico que juntos forman la zona pelágica, en cuya superficie o debajo de esta tiene lugar el proceso de la fotosíntesis. Mas allá de esta zona ya comienza el sector afótico, es decir, donde no llega la luz.
Clima
La provincia de Río Negro se encuentra en una posición donde se da la transición entre el clima frío de gran parte de la Patagonia y templado al norte del río Colorado. Las precipitaciones pasan de muy abundantes en la zona cordillerana a muy escasas en la región de la meseta patagónica. . La gradiente de precipitaciones queda bien de manifiesto con los siguientes registros: en la Isla Victoria precipitan casi 1.700 mm. de lluvia al año, en el Aeródromo Bariloche, sólo 35 kilómetros al este, se registran menos de 800 mm. y en la localidad de Maquinchao, unos 220 kilómetros hacia el este apenas llegan a caer aproximadamente 200 mm. al año. También se produce en su territorio la transición de la zona con mayores lluvias estivales - en el norte – y la de mayor pluviosidad durante los meses de abril a agosto como sucede en sectores patagónicos. Las precipitaciones nivales son comunes en toda la provincia durante el invierno, a excepción del margen de la costa donde este fenómeno es ocasional. Las temperaturas medias de enero, exceptuando la parte de la cordillera, oscilan entre los 20 y 24 °C y en la zona andina esa cifra se sitúa en los 15° C , dependiendo de la altura.
Los fuertes vientos que caracterizan a toda la Patagonia, no son excepción en Río Negro. Este agente metereológico es responsable, en buena medida, de la aridez, por favorecer notoriamente la evaporación en lugares de escasas precipitaciones y también otorga características peculiares a la flora que crece con adaptaciones para resistir el embate del viento que predominantemente sopla del oste, sudoeste y noroeste. La mayor cantidad de días nublados se da en la zona cordillerana con un porcentaje que ronda entre el 50 y 60 % de las jornadas, disminuyendo a un 40 % en la costa marítima. En el centro de la provincia es aún mayor el porcentaje de días soleados que en la costa.
En la Reserva Caleta de los Lobos-Punta Mejillón la temperatura media anual se sitúa aproximadamente en los 14,5° C. con precipitaciones invernales.
Flora
En estos trabajos que presentamos hemos adoptado generalmente la clasificación en Eco-regiones propuesta por Burkart et al. (1999) dentro del Programa de Desarrollo Institucional Ambiental (PRODIA), propiciado por la ex Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Nación y la Administración de Parques Nacionales. En el mismo se divide al Territorio Argentino en 18 eco-regiones, correspondiéndole a la provincia de Río Negro cuatro categorizaciones: una angosta franja sobre el límite occidental de la provincia indica la Eco-región de los Bosques Patagónicos; luego, una amplia zona que ocupa la mitad sur del territorio, exceptuando una porción en el este, es la que se identifica como Eco-región de la Estepa Patagónica. La Eco-región de los Montes de Llanuras y Mesetas ocupa el resto de la provincia menos una pequeña parte en el límite este que representa una incursión de la Eco-región de la Pampa en el territorio rionegrino. Es oportuno aclarar que esta clasificación concuerda bastante con la clásica división fitogeográfica realizada por Cabrera (1976). A continuación se muestra un cuadro demostrativo de las equivalencias entre ambos sistemas para Río Negro:
Nombres asignados a la regiones |
Burkart et al. ( Eco-regiones) |
Cabrera (Provincias Fitogeográficas ) |
1 Bosques Patagónicos. |
Altoandina (superficies coincidentes) |
2 Estepa Patagónica. |
Patagónica (leve diferencia en su límite norte) |
3 Montes de Llanuras y Mesetas. |
Del Monte (leve diferencia en su límite sureste) |
4 De la Pampa |
Pampeana (superficies coincidentes) |
Los bosques templado-fríos patagónicos se caracterizan por estar formados por especies de maderas semiduras, con árboles de fuste recto y hojas caducas en muchos casos y un sotobosque relativamente pobre. Hacia el este los ejemplares se encuentran más dispersos y desarrollan menos altura dando paso gradual al contrastado paisaje de la estepa. Los cordones montañosos influyen notoriamente en las precipitaciones al actuar como barreras de los vientos del oeste. Es por esta razón que conforme se desarrollen estos cordones en cuanto a su orientación hay lugares con mayores precipitaciones y por ende, mayor vegetación. Un ejemplo bien notorio lo tenemos en la provincia de Río Negro, en Puerto Blest, donde se registran precipitaciones de más de 4.000 mm. anuales y que dan lugar a la formación de lo que se denomina Selva Valdiviana; con helechos, epífitas, enredaderas y hongos, entre los que se destaca el renombrado llao llao (Cittaria darwinii). En esta selva – más desarrollada del lado chileno- el árbol más representativo es el alerce (Fitzroya cupressoides), especie gigante que puede llegar a los 60 m. de alto y 3 de diámetro, con edades que pueden alcanzar los 3.000 años (Erize et al., 1993) el que es acompañado por el fuinque (Lomatia ferruginea), el len o ciprés de las guayteras (Pilgerodendron uviferum), el mañiú hembra (Saxegothaean conspicua), el mañiú macho ( Podocarpus nubigenus), el olivillo o tique (Aextoxicon punctatum) y el laurel (Laurelia philippinia) y otras especies. Entre las enredaderas se destaca por su grosor el pahueldín (Hydragea integerrina) y la pil pil voqui (Campsidium valdevianum) con típicas hojas tubulares rojas. En el estrato arbustivo predominan las cañas colihue (Chusquea culeou), el michay (Berberis darwini), el espino negro (Colletia spinosissima) y el estrato herbáceo está formado por varias especies como la aljaba (Fucsia magellanica), el corcalén (Azara lanceolata) y el notro (Embothrium coccineum) con flores rojas muy vistosas, entre muchas otras especies. En los bosques menos intrincados que los de las zonas ocupadas por la llamada selva valdiviana, se observan ejemplares de árboles de gran porte como el coihue (Nothofagus dombeyi) que puede alcanzar los 45 metros de altura y 2 de diámetro en su tronco (Demitri, 1973) y es exclusivo de esta región; la lenga (Nothofagus pumilio), que también recibe los nombres comunes del roble o roble blanco y que en zonas muy elevadas crece en forma achaparrada, siendo también endémico de los bosques andino-patagónicos. El ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis) es otro árbol exclusivo de esta región, a veces mezclado con el maitén (Maytenus boaria); el roble o pillín (Nothofagus oblicua), aunque muy escaso dado que su distribución se limita al sur del territorio neuquino, el arrayán (Myrceugenella apiculata) que crece en forma escasa y es conspicuo en la Isla Victoria del P.N. Los Arrayanes; el radal (Lomatia hirsuta) que se caracteriza por presentar forma arbustiva y de árbol de unos 15 metros de altura; el ñire o ñirre (Nothofagus antarctica) que presenta un follaje de tonalidad rojizo de gran belleza en otoño, los que son sólo algunas de las especies arbóreas que habitan los bosques andinos del sur.
En la zona de transición del bosque montano hacia la estepa patagónica se tornan conspicuas algunas especies arbóreas ya mencionadas como Nothofagus antarctica, Nothofagus pumilio,Austrocedrus chilensis, especies que ingresan en la estepa bordeando los cursos de agua junto con el maitén (Maytenus boaria), el chacay (Chocaya trinervis), entre otros.
Hacia el este del la región de los bosques andino-patagónicos comienza la estepa patagónica que ocupa grandes superficies en toda la Patagonia, siendo algo menor en la provincia de Río Negro por la presencia de otras dos eco-regiones. Esta meseta está libre de árboles y en forma escasa pueden encontrarse algunos arbustos como el molle (Schinus johnstoni) y en las márgenes de los ríos Colorado y Negro también suelen verse ejemplares de sauces colorados (Salix chilensis). La mayor parte de la estepa está ocupada por gramíneas que crecen en matas bajas, con hojas enrolladas y punzantes que reciben el nombre común de coirones . Otras plantas crecen como cojines hemisféricos, estructura que resiste bien el viento. En la zona septentrional de la estepa, lo que incluye parcialmente a Río Negro, predominan el colapiche (Nassauvia glomarulosa) , el quilembai (Chuquiraga avellanedae) y el coirón amargo (Stipa humilis).
La tercera eco-región que demarca el territorio rionegrino es la del Monte de Llanuras y Mesetas. La vegetación de esta región esta caracterizada por la presencia de jarillas de varias especies (Larrea divaricata, Larrea ameghinoi, Larrea nitida) como uno de los componentes más conspicuos dentro del estrato arbustivo. También se desarrollan el alagarto (Acantolippia seriphioides), el ala de tero, mata sebo o retamo (Montea aphyla), entre otros nombre vulgares, el alpataco (Prosopis alpataco), el neneo o hierba negra (Mulinum spinosum), con sólo citar las más comunes de observar. La última eco-región, que apenas afecta a la superficie de Río Negro, en una porción pequeña de su extremo este, es la pampa donde predomina el pastizal con gran número de gramíneas de los géneros Stipa, Poa, Paspalum, entre otros. En la zona de la costa marítima las algas son las principales vegetales. Algunas forman verdaderos mantos que generalmente tapizan las costas rocosas, muchas veces con hermosos colores debido a los pigmentos que se hallan en sus células. Según el tipo de pigmento o combinación de éstos son las algas de distinta coloración lo que permite su clasificación: azul-verde, verde, parda y roja o amarillo –verde. En el sector que nos ocupa, y en general en toda la costa patagónica, existen gran cantidad de algas pardas, denominadas “cachiyuyo” que cubren amplias extensiones en las proximidades de las costas. En la zona comprendida entre los límites de la alta y baja marea, llamado piso mesolitoral, habitan algas de tamaño reducido, por debajo del límite inferior, llamado piso infralitoral, se desarrollan, por el contrario, algas de gran tamaño como el mencionado cachiyuyo ( Macrocystis periferia), que se extienden hasta los 30 o más metros de profundidad. Y en el límite superior del piso mesolitoral comienza el supralitoral que incluye toda la zona costera muy próxima al comienzo del agua en pleamar y más alejada en bajamar. Las algas se fijan generalmente en las rocas del fondo marino pero no descartan utilizar como bases de asentamiento a valvas de caracoles, de bivalvos, cangrejos u otras macroalgas (De la Vega, 2000). Los géneros más comunes que habitan esta zona del Atlántico son Ulva, Enteromorfha, Lessonia, Macrocystis y muchos otros.
La reserva prospectada se encuentra en la Eco-región del Monte de llanuras y mesetas por lo que predominan las especies vegetales de este bioma. A continuación se enumeran las principales especies que ocupan las distintas formaciones florísticas que presenta la unidad de conservación. Entre los árboles de pequeño porte y arbustos se destaca el chañar (Geoffroea decorticans), la jarilla (Larrea divaricata), el alpataco (Prosopis alpataco) asociado a suelos salitrosos con follaje caedizo y grandes espinas. Entre los subarbustos cabe hacer mención de la zampa (Atriplex lampa), matorro gris (Ciclolepis genistoides), el tomillo u orégano (Acantholippia seripioides), el olivillo (Hyalis argenthea) que es halófita, entre otros. De las hiervas y pastos podemos nombrar al pasto hebra (Poa lanuginosa), la flechilla (Stipa tenuis), Sapatina altermiflora, Salicornia spp. y muchas más. En las zonas anegadizas predomina los espartillares de (Spartina alterniflora). En general la provincia del Monte llega a estas latitudes algo empobrecida en variedad de especies y las de porte arbóreo de desarrollan el forma achaparrada y con menos altura, debido a las condiciones climáticas, donde juega un papel preponderante el viento.
Fauna
Tomando la clasificación de Cabrera (1980) en regiones zoogeográficas, la provincia de Río Negro, como todo el Territorio Argentino, está incluida dentro de las Regiones Neotropical y Antártica, las que se dividen a su vez Dominios y estos en Provincias. La primera región mencionada tiene un sólo Dominio, el Andino-Patagónico que afecta al territorio rionegrino. La región nombrada en segundo término también posee sólo un Dominio, el Subantártico, que incluye parte de la provincia tratada.
El Dominio Andino-Patagónico abarca en Río Negro a la Provincia Altonadina, que ocupa las altas montañas de la Cordillera desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, y a la Provincia Patagónica que se extiende hacia el sur por la Argentina desde el centro de la precordillera de Mendoza y se ensancha paulatinamente hasta ocupar la parte occidental de Neuquén y Río negro (Cabrera, 1980). Resta el denominado Dominio Subantártico, con la Provincia del mismo nombre, que se extiende más o menos desde el paralelo 35 hacia el sur, ocupando mayor superficie al oeste de la Cordillera Central que hacia es este – es decir en territorio argentino-, finalizando en Tierra del Fuego e Islas de los Estados, Malvinas, Georgias del Sur y Juan Fernández. Esta última Provincia posee muchas especies de fauna endémicas.
Estepa patagónica
Algunos ríos de la provincia rionegrina al estar comunicados entre sí, como ocurre con el Río Limay - efluente del lago Nahuel Huapi- que al unir sus aguas con el Neuquén forma el cauce del Negro, poseen en algunos sectores especies de fauna ictícola introducida como la trucha marrón (Salmo trutta), el salmón rey (Oncorhynchus tshawytscha), la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), trucha de arroyo (Salvelinus fontinalis) y el salmón encerrado (Salmo salar). Si bien algunas de estas especies optan mayormente por las aguas mansas de los lagos, otras también optan por los cursos de agua torrentosos. Esta fauna exótica comparte el hábitat con especies autóctonas como la perca (Percichthys vinciguerrai), el puyén chico (Galaxias maculatus), el puyén grande (Galaxias platei), el madre de agua (Jenynsia lineata), el bagre pintado (Trichomycterus areolatus), la peladilla (Aplochiton zebra) y varias especies más, aunque es oportuno reiterar que la zona patagónica no se destaca por diversidad de su ictiofauna. Los batracios están poco representados pero no dejan de mostrar también especies endémicas de la provincias rionegrina y chubutense como la ranita (Telmatobius reverberii), una vistosa rana de piel moteada y la rana (Telmatobius somuncurensis) , que como su nombre específico lo indica habita la meseta de Somuncurá (Erize, 1993).
Entre la herpetofauna se destacan los lagartos y lagartijas y en menor medida los ofidios. Entre estos cabe señalar la presencia de la yarará ñata (Bothrops ammodytoides), de pequeño tamaño y su característica nariz respingada, y culebras de los géneros Tomodon, Leimadophis y Chlorosoma (Cabrera, 1980). De los gekos y lagartijas hay que destacar endemismos como el geko patagónico (Homonata darwinii), la lagartija (Liolaemus kingi) y otra lagartija sin nombre común (Liolaemus fitzingeri) y el chelco o matuasto (Diplolaemus darwin).
Siguiendo en este apartado un orden taxonómico, corresponde el lugar a la ornitofauna. Las aves en general son fáciles de observar, aunque el número de especies e individuos no es elevado (Narosky e Izurieta, 2003). El ave más conspicua es el choique o ñandú petiso (Pterocnemia pennata), entre las rapaces es muy conspicuo el aguilucho comun (Buteo polyosoma), y pertenecientes a la eco-región del Monte de Llanuras y Mecetas, se observa el águila mora (Geranoaetus melanoleucus), el carancho (Polyborus plancus), el halcón plomizo (Falco femoralis), el lechuzón campestre (Asio flammeus) y otras más. Otras aves comunes de las eco-regiones Estepa Patagónica y Montes de Llanuras y Mesetas son el chorlo cabezón (Oreopholus ruficollis), gaucho pardo (Agriornis murina), la martineta común (Eudromia elegans), la dormilona común (Muscisaxicola macloviana), el canastero de garganta negra (Thripophaga patagonica), la monjita castaña (Neoxolmis rufiventris),la quiula patagónica (Tinamotis ingoufi), el torito pico negro (Anairetes parulus), la diuca común (Diuca diuca), el cabecita negra de corbata ( Spinus barbatos o Carduelis barbatos según los autores),el canastero coludo (Astenes pyrrholeuca), el pecho colorado grande (Sturnella loyca), el yal amarillo ( Phrygilus carbonarus),la bandurria patagónica (Eremobius phoenicurus) exclusiva de estos ambientes, la caminera patagónica ( Geositta antarctica) también habita sólo zonas de la estepa patagónica, entre varias especies más. Una mención aparte merecen las aves acuáticas no costeras, que habitan los espejos de agua en forma conspicua como el cauquén común (Chloephaga picta), el pato crestón (Lophonetta specularioides), aunque es más común en lagos de montaña, el quetro o pato volador (Tachyeres patachonicus), el chorlito ceniciento (Pluvianellus socialis), el pato overo (Anas sibillatrix), el macá común (Podiceps rolland), el flamenco (Phoenicopterus chilensis) y muchas especies más que son exclusivas del sur argentino o bien de distribución mucho más amplia.
Los mamíferos de estas dos eco-regiones son variados y sobresale por su vistosidad y tamaño el guanaco (Lama guanicoe), que recorre estas amplias planicies en grupos numerosos, la mara (Dolichotis patagonum), otro herbívoro que junto al guanaco son los principales mamíferos que tienen este tipo de dieta; su grado de amenaza la considera Vulnerable (SAREM, 2000); la comadrejita patagónica (Lestodelphys halli) que ostenta el mismo rango de amenaza de la especie anterior; el moloso gris de orejas anchas ( Tadarida brasiliensis); el zorrino patagónico (Conepatus humboldtii), (Canevari y Balboa, 2003). Completan la nómina , entre otras, el gato del pajonal (Lynchailurus pajeros)- Vulnerable-, el gato montés común (Oncifelis geoffroyi), el puma (Puma concolor), el zorro colorado o zorro patagónico (Dusicyon gymnocercus), el zorro gris (Dusicyon gymnocercus), el hurón menor (Galictis cuja), el huroncito patagónico (Lyncodon patagonicus) y el puma (Puma concolor). Respecto al chichillón o pilquín (Lagidium viscacia) posee varias subespecies en Argentina y su hábitat preferido son las zonas serranas pobres de vegetación desde el extremo norte del país hasta Santa Cruz. Hay una subespecie – Lagidium viscacia somuncurensis- que es endémica de las gran Meseta de Somuncurá.
Costas marinas
La fauna marina invertebrada que ocupa el espacio intermareal o supralitoral, compuesta principalmente por mejillones como Mytilus platensis o M. edulis, algunos de los más comunes en nuestras costas; los denominados mejillines como Brachidontes rodriguezi o Perumytilus purpuratus; lapas; cholgas, siendo Aulacomya ater una de las más comunes; cangrejos representados por uno de sus géneros más comunes el Cyrtograpsus; cirripedios como los conspicuos del género Balanus; caracoles como la nasa globosa (Buccinanops globulosum), o los integrantes de la Familia Muricidae muy abundantes en las costas patagónicas; las fisurelas, es decir lapas con su caparazón que presenta un orificio superior; vieiras como la abundante Chlamys tehuelchus; quitones; almejas; estrellas de mar con un total de especies registradas que asciende a las 1.500 aproximadamente, erizos también muy numerosos con casi un millar de especies reconocidas, centollas y otros.
Continuamos con la ictiofauna marina que también presente una gran diversidad de especies En las aguas más o menos próximas a las costas pueden observarse ejemplares de mero ( Acanthistius brasilianus), el róbalo (Eleginops maclovinus), la merluza común (Merluccius hubssi), el lenguado- tres especies reciben este nombre- Oncopterus darwini, Paralichthys isósceles, Paralichthys patagonicus, la liza (Mugil platamus), el pejerrey panzón (Odontesthes platensis), el pez palo (Percophis brasiliensis), anchoa de banco (Pomatomus saltador), el salmón de mar (Pseudopercis semifasciata), la caballa (Scomber japonicus), el savorín (Seriolella porosa) muy codiciado por el sabor de su carne, el besugo (Sparus pagrus), la brótola (Urophycis brasilensis) y el tiburón gatopardo (Notorhynchus cepedianus) entre muchísimas especies más.
De la fauna de este ámbito no se hará mención de los reptiles y anfibios por cuanto muy raramente se acercan a las costas y de hacerlo serían las especies mencionadas para la zona esteparia. Los mamíferos marinos que pueden observarse en forma permanente u ocasional en la costa de la provincia de Río Negro son: el elefante marino (Mirounga leonina),que no tiene asentamientos en las costas pero en sus desplazamientos pelágicos, de magnitud y trayectoria poco conocidas, pueden alejarse mucho de sus áreas de cría (Parera, 2002). En virtud del aumento poblacional registrado en las últimas décadas en el norte de la Patagonia (Chubut, estimándose una población de 45.000 individuos), resulta frecuente ver ejemplares vagantes por toda la costa de la provincia de Buenos Aires, Uruguay y sur de Brasil (Bsatida y Rodríguez, 2003). Otro pinnípedo observable es el lobo marino de un pelo o también llamado león marino sudamericano (Otaria flavescens), cuya distribución es exclusivamente sudamericana ocupando la costa atlántica desde el sur de Brasil hasta el canal del Beagle y por las costas del pacífico hasta Perú (Parera, 2002). Similar distribución tiene el lobo marino de dos pelos o lobo fino patagónico (Arctocephalus australis), con 17 apostaderos identificados desde Mar del Plata hasta Tierra del Fuego. La SAREM (2000) lo califica de Riesgo bajo. Hay otros pinnípedos cuya presencia es ocasional como el leopardo marino (Hydrurga leptonyx), sólo accidentalmente individuos errantes, la foca cangrejera (Lobodon carcinophagus) algo menos rara que la especie anterior y la foca de Weddel (Leptonychotes weddellii). Algunas de estas especies tienen distribución cosmopolita y otras son de regiones más meridionales como la Antártida.
Del grupo de las ballenas se destaca la presencia en un período del año de la ballena franca austral (Eubalaena australis), considerada Vulnerable en Argentina. En el año 1984 se sanciona la Ley Nacional N° 23.094 por la cual se declara a la mencionada especie Monumento Natural, con los que se garantiza su protección absoluta, sólo permitiéndose visitas explicativas o la investigación científica. De la misma forma que ocurría con los pinnípedos, en las ballenas también encontramos especies conspicuas como la ballena franca austral y otras que pueden ocasionalmente acercarse a las costas rionegrinas. Ellas son : la ballena minke (Balaenoptera acutorostrata) – categorizada con Riesgo bajo- con registros en todas las provincias litorales argentinas (Parera, 2002); la ballena azul (Balaenoptera musculus) el mamífero más grande entre los sobrevivientes, considerada En peligro por la SAREM (2000) y con muy pocos registros en las costas argentinas. También se aproximan esporádicamente el rorcual común (Balaenoptera physalus) y la ballena jorobada (Magaptera novaeangliae), con estatus de Vulnerables según la SAREM (2000). Con la ballena franca pigmea (Caparea marginata), que es de muy rara aparición, y la ballena de esperma o cachalote (Physeter catodon), que tiene varios registros de varamientos en costas litorales de Argentina, finaliza la lista de las denominadas vulgarmente ballenas, aunque dentro del mismo orden Cetacea (dividido en dos Subordenes: Mysticeti y Odontoceti que algunos autores los consideran Ordenes a cada uno de ellos) hay otras especies que pueden observarse desde las costas rionegrinas y de otras provincias con litoral marítimo o en el Río de la Plata. Por ejemplo la marsopa espinosa (Phocoena spinipinnis) que en 1996, llevaba registrados 18 varamientos en las costas de Argentina (Parera, 2002), la marsopa de anteojos (Phocoena dioptrica), presente en todo el litoral aunque más común en Tierra del Fuego; la tonina camún (Tursiops truncatus) que llega en su extensión meridional hasta el Chubut; la tonina overa (Cephalorhynchus commersonii), que en las costa atlántica se la observa desde Río Negro hasta Tierra del Fuego. Siempre dentro del orden Cetacea y suborden Odontoceti, se mencionarán las principales especies de los llamados comúnmente delfines que deambulan por las costas patagónicas. Tal es el caso del delfín del Plata o franciscana (Pontoporia blainvillei), que recorre las costas atlánticas desde el hemisferio norte hasta la plataforma continental rionegrina, con tendencia a penetrar en los estuarios de los grandes ríos; el delfín oscuro (Lagenorhynchus obscurus) que en Argentina recorre las costas atlánticas desde la provincia de Buenos Aires hasta la de Tierra del Fuego; el delfín liso (Lissodelphis peronii), que como la especie anterior recorre las costas argentinas desde el sur de la provincia de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego; el delfín piloto o calderón (Globicephala melas), cosmopolita, relativamente común en las costas del litoral atlántico argentino; la orca (Orcinus orca) que es un gran delfín que se la observaba desde las costas de la provincia de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego, aunque con mayor frecuencia se lo observa en el norte de Patagonia y sur de Buenos Aires y el delfín picudo de Layard (Mesoplodon layardii), también presente en todo el litoral atlántico de Argentina. La nómina precedente no excluye otras especies que puedan circunstancialmente acercarse a las costas patagónicas.
Respecto a las aves de las costas rionegrinas también se enunciarán las más conspicuas, no descartando especies menos comunes de observar y de presencia ocasional. Tampoco se hará referencia a las aves marinas, o de mayor permanencia en este medio, como los albatros y petreles (familias Procellariidae, Diomedeidae, Hydrobatidae). En las costas se observan el pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus), raro, dado que su distribución más notable comienza a partir del norte chubutense, el biguá (Phalacrocórax olivaceus o brasilianus para otros autores), el cormorán imperial (Phalacrocorax atriceps), el pato crestón ( Lophonetta specularioides). De las familias Laridae y Sternidae se observan la gaviota cocinera (Larus dominicanus), la gaviota cangrejera (Larus atlanticus), la gaviota capucho de café ( Larus maculipenis), el gaviotín golondrina grande ( Sterna hirundinacea), el ostrero común (Haematopus palliatus) y el gaviotín real ( Sterna maxima). Entre los chorlos que muchos son migradores desde el hemisferio norte, encontramos al chorlito vuelve piedras (Arenaria interpres), al chorlo pampa (Pluvialis dominica), chorlito de doble collar (Charadrius falklandicus), el chorlito semipalmado (Charadrius semipalmatus), el chorlito unicolor (Calidris bairdii).
En el Área Natural Protegida Caleta de los Loros- Punta Mejillón es un zona muy rica en cuanto a su fauna se refiere. Abundan en sus costas los gusanos poliquetos de variadas especies, bancos de moluscos bivalvos como mejillones, mejillines y cholgas también de distintas
especies. Entre las principales se destacan el mejillón (Mytilus edulis), la cholga (Aulacomya ater), la ostra puelche (Ostrea puelchana), la ostra chica (Ostrea spreta), la almeja rosada (Amiantis punpurata), el pulpito ( Octopus tehuelchus), el cangrejo de arena (Ovalipes trimalatus), el cangrejo de las rocas (Platyxanthus crenulatus) y peces de gran valor comercial como el róbalo (Eleginops maclovinus), la merluza común (Merluccius hubssi), la brótola (Urophycis brasilensis), el lenguado (Oncopterus darwini), el pez gallo (Calloorhynchus callorhynchus), la caballa (Scomber japonicus), la lisa (Mugil platamus), el pejerrey panzón (Odontesthes platensis), anchoa de banco (Pomatomus saltador) y el salmón de mar (Pseudopercis semifasciata), entre otras especies.
Entre la fauna terrestre se mencionan las de presencia más o menos conspicua como el gato montés (Oncifelis geoffroyi), la vizcacha (Lagostomus maximus), el guanaco (Lama guanicoe), la mara (Dolichotis patagonum), el zorro gris (Pseudolopex gymnocercus), el puma (Puma concolor), el peludo (Chaetophractus villosus), cuises (Microcavia sp.), la tortuga (Chelonoidis donosobarrosi), las exóticas Sus scrofa – jabalí- y Lepus europaeus - liebre europea-. Entre las aves son comunes de observar el ñandú (Rhea americana), el halcón plomizo (Falco femoralis), el carancho (Polyborus plancus), el halcón plomizo (Falco femoralis), el lechuzón campestre (Asio flammeus), la dormilona común (Muscisaxicola macloviana), la diuca común (Diuca diuca), el loro barranquero (Cyanoliseus patagonus), el chorlo cabezón (Oreopholus ruficollis), gaucho pardo (Agriornis murina), la martineta común (Eudromia elegans), el yal amarillo ( Phrygilus carbonarus), el canastero de garganta negra (Thripophaga patagonica), la monjita castaña (Neoxolmis rufiventris), el cabecita negra de corbata ( Spinus barbatos o Carduelis barbatos según los autores), el canastero coludo (Astenes pyrrholeuca), el pecho colorado grande (Sturnella loyca) y varias especies más mencionadas al principio de este ítem.
Aves y mamíferos costeros o marinos.
Las aves que frecuentan las costas del Área Protegida Caleta de los Loros- Punta Mejillón ya sea para anidar o en forma transitoria son (sin que esta nómina sea excluyente de alguna especie que ocasionalmente se asiente en estas playas): el flamenco común (Phoenicopterus chilensis), el chorlito doble collar (Charadrius semipalmatus), el ostrero común ( Haematopus palliatus), el playero rojizo (Calidris canutus), el playero blanco (Calidris alba), paloma antártica ( Chionis alba), vuelvepiedras (Arenaria interpres), gaviota gris ( Leucophaeus scoresbii), gaviota cangrejera (Larus belcheri), gaviota cocinera (Larus dominicanus), gaviotin sudamericano (Sterna hirundinacea), playerito rabadilla blanca (Calidris fuscicollis), la gaviota capucho café (Larus maculipennis), el macá grande (Podiceps major), el macá común (Podiceps rolland), el albatros ceja negra (Diomedea melanophrys), el petrel barba blanca (Procellaria aequinoctialis), el biguá (Phalacrocorax olivaceus), el cormorán cuello negro (Phalacrocorax magellanicus), el cormorán imperial (Phalacrocorax atriceps), la bandurria austral (Theristicus melanopis), el cisne cuello negro (Cignus melancoryphus), el coscoroba (Coscoroba coscoroba), el pato barcino (Anas flavirostris) y la garza blanca (Egretta alba).
Los mamíferos marinos están representados por una colonia de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens), algo menor que la residente en Punta Bermeja. Suelen producirse avistajes de la tonina común (Tursiops gephyreus), del delfín común (Delphinus delphis) y de la ballena franca (Embalaena australis).
Recursos culturales
Los primitivos habitantes del territorio que hoy ocupa la provincia de Río Negro fueron los puelches-guénaken o también llamados patagones del norte.
Los primeros datos fidedignos sobre estos habitantes los tenemos gracias al relato del gran naturalista francés Alcides D’Orbigny, que estando en Carmen de Patagones, en el año 1830, entró en contacto con estas poblaciones y le dijeron llamarse puelches, palabra que en lengua araucana significa “hombres del este” – respecto al otro lado de los Andes-. Luego, el Perito Moreno nos dice que los habitantes de esas latitudes se llamaban a si mismos guénekan, de ahí que para distinguirlos de otros grupos patagónicos se los llama con ambas denominaciones (Canals Frau, 1986).
Respecto a estos pueblos que ocupaban la parte septentrional de la patagonia tenían una economía basada esencialmente en la caza, como las de las otras culturas que habitaron la región. La vivienda es el toldo, tan generalizado entre las tribus pampas, siendo diferentes en su formato, dado que algunos eran cuadrangulares, cupuliniformes o piramidales. Según testimonios de Sánchez Labrador, en el siglo XVIII ya se veía el uso de cuero de caballo en las tolderías. Referencias de distintas épocas coinciden en que se pintaban el cuerpo y la cara y que a semejanza de los patagones del sur o chónik su vestimenta estaba compuesta por una manta cuadrangular hecha con cuero de guanaco, y por debajo de él, los hombres el taparrabo y las mujeres el delantalcito que llegaba hasta las rodillas (Serrano, 2000). Algunas referencias históricas dicen que las tribus del actual territorio de Río Negro conocían la alfarería. Tomaron de los araucanos la costumbre de fumar y hacían una bebida fermentada, pero supuestamente no conocían sustancias narcotizantes. La mayoría de los autores coincide en afirmar que los guénaken eran de gran estatura. D’Orbigny que los estudia con criterios más científicos dice que los varones tenían una estatura media de 1,70 metros y las mujeres de 1,62. Un cambio significativo se produjo con la introducción del caballo por los españoles, ya que este animal se utilizó para la caza adoptaron las boleadores como elemento para ese fin y diversas formas de vida cambiaron a partir de ese momento.
Es un hecho conocido que los pueblos patagónicos y de más al norte aún, recibieron una gran influencia de habitantes que vivían al oeste de la cordillera. Estos eran los araucanos – llamados a si mismos mapuches- y fueron el último asentamiento indígena que se produce en territorio argentino. Provenientes de Chile, su inmigración ha sido relativamente reciente y ha ocasionado grandes cambios culturales en los pueblos que habitaban las llanuras pampeanas, partes de las patagónicas ( noroeste) y también un amplio sector ocupado por los Andes, teniendo, aproximadamente, como límite sur el norte de la actual provincia de Santa Cruz. Al pasar al este de los andes los araucanos abandonaron el hábito del cultivo y se dedicaron a la caza, la recolección y a la rapiña (Canals Frau, 1986). Sus armas fueron las boleadoras, una especie de honda y lanzas muy largas. La alfarería estaba poco desarrollada y las mujeres practicaban el tejido. La lengua fue la misma que se utilizaba al oste de la cordillera y es muy empleada en la toponimia de Argentina como de Chile. Entre 1875 y 1879 se llevaron a cabo numerosas incursiones militares al territorio de los puelches-guénaken – conocidas históricamente como la Conquista del Desierto- encabezadas las últimas por el General julio A. Roca, quien luego fuera por dos períodos Presidente de la República. Estas luchas prácticamente exterminaron a una gran cantidad de aborígenes y son motivo de polémica hasta nuestros días. La mayoría de las tierras fueron repartidas por el gobierno central entre los combatientes de la conquista del desierto y empezó así la historia de la colonización europea en estas latitudes. El primer intento por parte del gobierno colonial para explorar la región se llevó a cabo en 1778, cuando el virrey Vértiz envió una expedición para levantar varios fuertes al mando de Francisco de Viedma quien funda Carmen de Patagones y luego Mercedes de Patagones al afectar las crecidas del río Negro a la primera población. En 1879, Mercedes cambió su nombre por Viedma en homenaje a su fundador. Luego fueron importantes por los relevamientos obtenidos las expediciones de Ambrosio Crámer en 1822, en 1830 la de Alcides D’Orbigny, la de Juan Manuel de Rozas en 1833, tiempo más tarde Musters – en 1869- deja un interesantísimo relato titulado “Vida entre los patagones”, recorriendo desde el Río negro hasta el estrecho de Magallanes y muchas otras más. En julio de 1865 desembarcaron en Golfo Nuevo un centenar y medio de galeses y se diseminaron en pequeños poblados agrícolas como Trelew, Bryn Crwn, Puerto Madryn y Gaiman, entre otros. En 1893 el número de colonos ya superaba los dos millares y luego se sumaron inmigrantes españoles, italianos y alemanes. Entre 1895 y 1903, el naturalista Francisco P. Moreno realizó varios viajes a la zona del lago Nahuel Huapi, estudiándola y promocionando sus bellezas y recursos naturales.
San Carlos de Bariloche, en la margen del Nahuel Huapi, fue fundada en 1895 por iniciativa de Carlos Wiederhold, quien inició las primeras construcciones en la localidad. Años más tarde el Perito Moreno dona – en 1903- las tierras que le habían sido asignadas en retribución a su arduo trabajo de fijar los límites con la República de Chile, y con ellas se crea, en 1934, el primer Parque Nacional de Argentina.
El siglo XX fue protagonista del nacimiento de nuevas colonias agrícolas en la zona de los valles, especialmente en el llamado Alto Valle. El primer turno le correspondió a Cipolletti en 1903, Allen en 1907, Ingeniero Huergo en 1912 y Villa Regina, por iniciativa de la Compañía Italo Argentina de Colonización.
Alternativas turísticas
El ingreso al área se produce por Punta Mejillón donde se sitúan casas de fin de semana de los habitantes de Viedma. A pocos kilómetros de este lugar por la playa se arriba al asentamiento de lobos marinos de un pelo que constituye un atractivo importante, sino el principal, del área. La gran variedad de aves que son parte de este ecosistema son otro motivo de gran interés donde el espectáculo es sonoro además de visual, por la gran variedad de chillidos que imiten mas de una veintena de especies que usan el lugar como centro para anidar y como asentamiento temporario. Las posibilidades de obtener excelentes fotografías o filmaciones son inmejorables. En el sector de la Caleta de los Loros se encuentra el único banco del mejillón Mytilus edulis del Golfo San Matías y hay amplias playas que hospedan a la almeja navaja (Solen tehuelchus) y la almeja rosada (Amiantos punpurata) que son muy utilizadas como carnada por los pescadores deportivos, los que encuentran a lo largo de las playas del Área Protegida una buena oportunidad para probar suerte en esta actividad. La reserva aún carece de infraestructura para alojamiento. Esto y muchas otras cosas tendientes a prestar una excelente atención al público visitante están contempladas en el Plan de Manejo del área.
La multiplicidad de atractivos que ofrece la provincia de Río Negro la convierte en uno de los destinos preferidos de la Patagonia. Otras provincias de este recóndito lugar del planeta ofrecen también inmejorables paisajes de lagos y montañas nevadas, pero la única que a ello puede agregar playas sobre el Atlántico con aguas templadas es la de Río Negro. En efecto, el Balneario Las Grutas ofrece absolutamente todo lo poseen los centros de este tipo ubicados más al norte. Una corriente marina hace las aguas más templadas y el viento no es superior al que presenta cualquier zona de nuestra costa marítima. Se trata de una villa turística con confortables hoteles, departamentos y casas en alquiler, bungalows y camping. No faltan las discotecas, buena gastronomía en restaurantes, un hermoso casino y centros de compras. La práctica de deportes acuáticos como la pesca, el submarinismo, el surf y la vela son el complemento ideal para una zona balnearia. Continuando por la Ruta Nacional 3 hacia el sur a menos de 100 kilómetros está la localidad de Sierra Grande donde se pueden visitar las deslumbrantes minas de hierro y apreciar lo que pocas veces se puede ver: el interior de una mina, con sus historias, con la posibilidad de percibir la rudeza de ese trabajo, conocer y ver de cerca aspectos de la geología, métodos de extracción del mineral y una exhibición de fotos que contribuye al conocimiento de este misterioso mundo subterráneo. La visita a estas minas se puede realizar todo el año y todos los días en el horario de 8.00 a 17 horas aproximadamente. De San Antonio Oeste podemos recorrer unos 170 kilómetros hacia la costa (este) por la ya mencionada ruta 3 y llegar a Viedma, la capital provincial. Aquí comenzó, realmente, la historia de la Patagonia. Se encuentra situada en la margen del río homónimo – enfrente de Carmen de Patagones- y tiene un legado histórico de los más interesantes de la Patagonia. Ambas ciudades forman una sola unidad turística con sitios de interés dentro del casco urbano: la Manzana Histórica de Viedma, el Casco Histórico de Patagones, el Museo Gobernador Tello en Viedma, el Museo Salesiano Cardenal Cagliero, el Cerro de la Caballada, el Museo Tecnológico del Agua y el Suelo y la casona La Carlota. En sus proximidades, existen diversos balnearios y un apostadero con una colonia permanente de lobos marinos en la Reserva Provincial Punta Bermeja. Ambas ciudades cuentan con hotelería y todos los servicios que requiere un turista exigente y circuitos para recorrer los alrededores con interesantes puntos de interés, cuyo detalle escapa al tenor de este texto. En la zona centro-sur de la provincia esta la Meseta de Somuncurá, que fue convertida en una Reserva Provincial por el atractivo paisaje que muestra y por hospedar una fauna muy particular. La Ruta Nacional 23 desde San Antonio Oeste nos lleva a Ingeniero Jacobacci, una bonita ciudad donde se puede realizar el recorrido en el tren La Trochita desde esta última localidad hasta el Maitén en la provincia del Chubut, con paradas en la localidad rionegrina de Fitalancao y en la chubutense de El Maitén. En Ing. Jacobacci estamos ya acercándonos a San Carlos de Bariloche – unos 170 kilómetros entre ambas localidades – la “Meca” de todo aquel que por primera vez se decide a conocer los “lagos del sur”, nombre genérico con el que designamos al gran complejo lacustre montañoso que se extiende desde Neuquen hasta el extremo sur patagónico. La arquitectura peculiar, sea tal vez , el rasgo que más llame la atención al visitante. Su Centro Cívico, con construcciones que recuerdan a las aldeas alpinas y perviven aún casas de madera, con techos de gran pendiente y también lucen construcciones de impecable estilo moderno. El Hotel Llao Llao también se destaca por la arquitectura muy vistosa y es valuarte de la región, desde el cual hay una excelente vista del Lago Nahuel Huapi, sobre el que se construyó la ciudad. Son muchas la excursiones que tienen como punto de partida Bariloche, que recorren distintos puntos del Parque Nacional Nahuel Huapi, el más antiguo del país y cuyo nombre trasciende las fronteras de Argentina. Muchos turistas extranjeros llegan al Aeropuerto de Bariloche para disfrutar de paisajes realmente sorprendentes, las pesca deportiva de salmónidos y el esquí. Los típicos recorridos que parten de esta prestigiosa ciudad son el Cerro Catedral, el Cerro Otto, el Cerro Tronador, los Circuitos Grande y Chico, Villa La Angostura, Isla Victoria y el Parque Nacional Los Arrayanes, entre muchísimos paseos más. La ciudad de Bariloche está a 830 kilómetros de Viedma.
Otro punto de interés turístico es El Bolsón cuya ruta de acceso atraviesa un espectacular escenario natural, ya que se bordean los lagos Gutiérrez, Mascardi y Guillelmo. Esta Villa cuenta con una buena infraestructura que le permite ser un punto de apoyo turístico importante de la llamada Comarca Andina del paralelo 42º, que incluye el territorio rionegrino y chubutense. Sus primeros habitantes se asentaron hacia fines del siglo XIX, procedentes de Chile en su mayoría. La ciudad está asentada sobre una depresión ubicada entre los cerros, a sólo 300 m sobre el nivel del mar, mientras que al Este las elevaciones alcanzan los 2.200 m de altura. Es un lugar ideal para el descanso con hoteles y restaurantes que ofrecen comidas regionales de fina elaboración, granjas en las que se puede observar la elaboración y adquirir dulces, quesos, yogurt, helados y otras variedades artesanales de origen europeo muchas veces. Hay una Feria Regional que funciona los días martes, jueves y sábados de 10 a 14 horas, donde se pueden adquirir los productos de mayor calidad de la región. Esta reseña sólo pretende dar una semblanza general sobre la oferta turística de la provincia pero está muy lejos de mencionar todos los lugares de enorme belleza paisajística y de atracción para el visitante, como es el caso de las pistas de esquí del Cerro Catedral – el primer centro de esquí del hemisferio sur con 74 elevadores y 250 instructores- y del Cerro Perito Moreno en El Bolsón y el de la pesca de truchas que es motivo de viajes para ese fin por parte de turistas del Hemisferio Norte.
Cómo llegar
Tomando como punto de referencia la ciudad de Viedma se indican a continuación los itinerarios para llegar a la capital de Río negro. Desde las ciudades ubicadas más al sur sobre la costa atlántica o próximas a ella, la RN N° 3 es la más adecuada para acercarse al lugar propuesto.
Desde las provincias litoraleñas deberán aproximarse primero a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y desde ésta parte le mencionada RN N°3, que nos lleva al destino luego de pasar por Bahía Blanca, Carmen de Patagones y, río Negro de por medio, está Viedma.
Desde la ciudad de San Juan habrá que pasar previamente por la capital mendozina a la que la comunica la RN N° 40. De Mendoza hay que tomar la RN N° 143 hasta su intersección, ya en territorio pampeano, con la RN N° 35 hasta Bahía Blanca y luego seguir por la RN N°3, que como se ha indicó, es camino obligado para buena parte de los que provengan del este de Argentina.
Desde las ciudades de San Luis, Córdoba, La Rioja, Santiago del Estero y otras localidades próximas a las mismas, deberán pasar previamente por Santa Rosa, la capital de La Pampa, y dirigirse hacia el sur por la RN N°35 hasta la ciudad de Bahía Blanca desde donde ya se indicó como arribar a Viedma.
Para llegar a San Carlos de Bariloche desde toda la zona occidental de Argentina hay que utilizar la RN 40, hasta su intersección con la RN 237 ya dentro de la provincia del Neuquén, y próximos al límite con Río Negro, donde enseguida de traspasarlo aparece Bariloche.
Desde la ciudad de Buenos Aires hay distintas alternativas para llegar a Bariloche . Una de las más utlizadas es la RN 5 hasta Santa Rosa – La Pampa- . Desde esta capital provincial hay que dirigirse hacia el sur por la RN 35- pocos kilómetros- hasta que a nuestra derecha (oeste) parte la RN 152. Se toma esta ruta hasta que en la provincia de Río Negro es interceptada por la RN 22 en la localidad de Chelforó. En este punto de gira a nuestra derecha, dirección oeste, hasta arribar a la ciudad de Neuquén, donde hay que circular por la ya mencionada RN 237 que nos lleva a destino.
Para llegar al Área Protegida Caleta de Los Loros- Punta Mejillón desde Viedma, lo más aconsejable es circular por la RN 3 hacia San Antonio Oeste unos 90 kilómetros, donde sale a nuestra izquierda (sur) el único camino mejorado que encontramos. Este, luego de recorrer unos 30 kilómetros, nos deja en el área prospectada. Otra posibilidad es
tomar la ruta provincial N° 301 y luego de transitar unos 110 kilómetros por camino no asfaltado se arriba a Caleta de Los Loros. También se puede llegar por la RP N° 1( ó 300) que va paralela a la costa y hasta la localidad La Lobería hay asfalto. Desde acá se continúa por camino de tierra hasta la Caleta de Los Loros, resultando con esta alternativa un poco más de recorrido.
Problemas de conservación
Uno de los problemas que habría que solucionar a la brevedad posible es la erradicación de un basurero a cielo abierto que está en jurisdicción del área protegida. Los incendios del pastizal y vegetación arbustiva ocurren con cierta frecuencia por lo que habría que determinar el origen de los mismos y buscar la forma de prevenirlos.
Una de las cuestiones más severas que atentan contra el medio ambiente del área son los desperdicios que arrojan las embarcaciones de pesca comercial y en particular los sunchos enlazados que muchísimas veces terminan incrustados en los cuerpos de los lobos marinos. Para poder hablar de un Área Natural Protegida es indispensable efectuar instalaciones mínimas como una casa para los guardafaunas permanentes, senderos, señalización, folletos, centro de interpretación, camping, sanitarios y otras cosas más que estarían ya contemplados en los proyectos a concretarse.
Las autoridades deben estar atentas con los intereses comerciales, muchas veces inescrupulosos, que pretenden construir una villa turística en ese lugar. Estos grupos suelen recurrir a cualquier tipo de acciones para lograr sus objetivos, como provocar los incendios de la vegetación aludidos en el primer párrafo de este apartado. Este mecanismo perverso ya se ha puesto en practica en otras áreas protegidas del país que eran codiciadas para hacer excelentes negocios inmobiliarios.
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Investigación
y Textos:
Gabriel
O. Rodriguez
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