Punta Cierva

ASPA 134 - Antártida
 

DIAGRAMACION PROVISORIA

“PUNTA CIERVA”
Antártida Argentina

 

 

Categoría

El Tratado Antártico, como uno de los principales instrumentos de protección, definió la calidad de zonas protegidas, que se hicieron efectivas en la categorización estipulada en la Recomendación III-8 del año 1966. En esta se establecen las siguientes clases de áreas naturales protegidas (luego modificadas por el Protocolo de Madrid):

* Zonas Especialmente Protegidas (ZEP) o Specially Protected Areas (SPA). Son consideradas tales aquellos sitios que posean un interés científico excepcional, por lo que las actividades están restringidas al máximo. Dentro de esas áreas está prohibido:
1. Arrancar cualquier planta originaria, a no ser de conformidad con una autorización.
2. Transitar con cualquier vehículo.
3. Provocar disturbios a la fauna y a otros componentes no biológicos del ambiente.
Estas áreas no poseen planes de manejo porque no se contempla ningún tipo de intervención humana más que la presencia de los científicos abocados a estudios de campo.

* Sitios de Especial Interés Científico (SEIC) o Site of Special Scientific Interest (SSSI). A semejanza de la categoría anterior protege la zona con interés científico importante pero además ampara de una forma especial el trabajo de investigación que se esté realizando en el área. Muchas estudios sobre poblaciones animales no permiten la menor alteración del ambiente natural dado que si la hubiere incidiría de inmediato en el comportamiento de los animales bajo minuciosa observancia.

A partir del año 1991, las naciones integrantes del Sistema del Tratado Antártico aprobaron el Protocolo al Tratado Antártico Sobre Protección del Medio Ambiente (Protocolo de Madrid). El Anexo V de dicho Protocolo establece un cambio dentro del esquema de áreas protegidas en la Antártida, creando dos nuevas categorías que reemplazarán a las existentes.

- Zonas Antárticas Especialmente Protegidas - Antarctic Special Protected Areas (ASPAs) Dentro de esta categoría se involucra a cualquier zona, terrestre o marina en la que deban ser protegidos sus valores científicos, estéticos, históricos o naturales. Los actuales Sitios de Especial Interés Científico y las Zonas Especialmente Protegidas, designados como tales por anteriores Reuniones Consultivas se reasignarán como ASPAs a partir de que el Protocolo de Madrid entre en vigencia. Si bien el tratado entró en vigencia en el año 1998, aún no se concretó el pase de categoría a los SEICs bajo administración Argentina.
- Zonas Antárticas Especialmente Administradas - Antarctic Special Management Areas (ASMAs). Estas zonas afectan sectores marinos o terrestres y tienen como objetivo contribuir al planeamiento y coordinación de diferentes tipos de actividades, evitar posibles conflictos, mejorar la cooperación entre las Partes y reducir al mínimo los impactos ambientales adversos.

Ubicación

Situada en el noroeste de la Península Antártica, la reserva Sitio de Especial Interés Científico “Punta Cierva” tiene por coordenadas 64° 10´ Lat. S y 60° 57’ Long. O. Está sobre la costa sur de la caleta Cierva, la que se encuentra al norte de la Bahía Hughes. También incluye la Isla Apéndice, Rivera o Sterneck, la isla José Hernández o Bofia y los islotes López o Midas . Aunque la zona intermareal de cada una de estas áreas está incluida en el Área, el ambiente marino submareal no está incluido. Está próxima a la Base Primavera de la República Argentina.

Superficie

Por la razón que el Sitio Punta Cierva ocupa una zona intermareal importante no es posible determinar una superficie precisa de la unidad de conservación.

Fecha e instrumento legal de conservación

Originariamente el área fue designada como Sitio de Especial Interés Científico N°15 bajo la Recomendación XIII del Tratado Antártico promulgada en el año 1985. El Sitio prospectado posee un gran valor científico debido a la presencia de importantes colonias de aves como pingüinos papúa, skúas, cormoranes, petreles de las nieves, gaviotas cocineras, un abundante desarrollo de cobertura de vegetación y una flora diversa que incluye las dos especies de plantas con flores antárticas y hepáticas así como fauna invertebrada asociada. Su área litoral posee abundantes pozas de marea en las que se encuentra un gran número de invertebrados marinos.

Relieve

El área del “Sitio de Especial Interés Científico “Punta Cierva” está limitada, por el nordeste, por un pequeño glaciar de valle, llamado Mamut, que desemboca, junto con otros dos glaciares (el Grande y el Chico), en la caleta Cierva. Se destacan tres picos: el cerro Mojón, de 280m; el Escombrera, de 323m, y el Chato, de 600m, cuyas ubicaciones configuran una zona en declive, con pendiente fuerte hacia el sur, cubierta permanentemente por nieve, y otra, con una extensión aproximada de 3 km2, de pendiente moderada a suave hacía el norte, libre de nieve durante el verano (Quintana, et al, 1996).

Podemos señalar a grandes rasgos que en el Continente Antártico se sitúan dos partes diferenciadas no solo convencionalmente sino, principalmente, por su constitución geológica distinta: la ubicada al este del meridiano de Greenwich y su antemeridiano correspondiente, denominada Antártida Oriental, de origen precámbrico, y la denominada Occidental más moderna, situada al oeste del mencionado meridiano sector al que pertenece la parte Argentina. La Antártida Oriental está constituida fundamentalmente por una enorme meseta tabular, con sus costas muy regulares y representa aproximadamente más del 70% del continente. En cambio, el sector occidental tiene un relieve mucho más accidentado, sus costas son muy irregulares y está constituido por rocas sedimentarias plegadas de edad Mesozoica y Cenozoica que reposan sobre un basamento más antiguo de rocas metamórficas e intrusivas de tipo andino (Beltramino, 1980).

Las islas que conforman el Arco Argentino o de Scotia son una prolongación de la cordillera de los Andes incluyendo la propia Península Antártica -conocida también como Tierra de San Martín o Tierra de Graham- . Así parece indicarlo la semejanza de la mencionada cadena montañosa con los Antartandes, la correspondencia de depósitos sedimentarios - mesozoicos y cenozoicos - y las rocas volcánicas del ciclo eruptivo andino- patagónico, peninsular antártico e insular de las Shetland del Sur (A.I. de C., 1.982). Así como se afirma el origen único de las islas Georgias del Sur, Orcadas del Sur y Shetland del Sur se señala la distinta génesis del cordón volcánico de las islas Sandwich del Sur, el cual sería de origen más reciente. Las formación volcánica más conocida es la de la isla Decepción que con forma de media luna es un verdadero cráter hundido y luego invadido por el mar, con un diámetro externo cercano a los 16 kilómetros. Allí se produjeron erupciones volcánicas hacia 1842 y recientemente en la década de 1960. Esta isla sería el extremo sur de una cadena de volcanes que pasa por las Shetland del Sur y sigue el recorrido del archipiélago.

Desde el punto de vista tectónico en la parte occidental se registran plegamientos producidos a partir del Jurásico y también desde fines del Cretácico a comienzos del Terciario. Es importante destacar que antes de producirse la deriva continental la Antártida formaba una unidad con América del Sur, Africa, sur de la India y Australia, conjunto de tierras que se denominó Gondwana y que aproximadamente al final del Paleozoico se inicia el fraccionamiento de este supercontinente. La nieve se acumula durante todo el año y hasta cierta profundidad se puede distinguir la recientemente acumulada de la que ya se empezó a transformar por el peso de las capas superiores en una especie de hielo que se denomina firn.

En las capas más próximas a la superficie la densidad de la nieve se estima en 0,3 gramos por centímetro cúbico (Beltramino,1980). A medida que se desciende los cambios que se producen en esa capa de nieve son : recristalización de los granos, el material se hace cada vez más denso, los cristales son mayores y disminuye la presencia de burbujas de aire. Ya a una profundidad de unos 10 metros la nieve pudo haber alcanzado una densidad de 0,5 gramos por centímetro cúbico y entre los 50 y 100 metros ésta se estima 0,8 gr. por cm3. formándose hielo sin porosidades. Este proceso de transformación de la nieve es lento, y es más rápido en las costas que en el Polo, donde se estima que puede durar unos 1.000 anos. Los hielos antárticos se desplazan por las fuerzas combinadas de la gravedad y del peso de la acumulación. Los glaciares son típicos de las zonas costeras de la península y de las islas y raros en el interior del continente donde el hielo forma unidad muy compacta.

La parte Argentina está integrada básicamente por la Península Antártica o de San Martín, bordeada por el mar de Weddell al oriente y el de Bellingshausen al occidente, que tiene una forma de “S” estirada, con su base mucho más ancha que el extremo norte el que está rodeado por gran cantidad de islas e islotes. La parte occidental está dominada por un relieve de meseta que no supera en general los 2.000 metros de altura; hacia el este, se encuentra la cadena de los Antartandes, que recorre la península a los largo de toda su extensión .Esta cadena es de la misma edad de la Cordillera de los Andes y se la considera estructuralmente vinculada a ella a través de un arco insular, las llamadas Antillas del Sur, compuesto por las Georgias del Sur, Orcadas del Sur, Sandwich del Sur y Shetland del Sur. Al oeste de la Península, y próximas a su base, están las islas Alejandro I y Belgrano, que forman la bahía Margarita. Al norte de éstas, aparecen dos archipiélagos: el de Palmer y el de las Shetland del Sur formado por las islas Baja, Smith, Decepción, Nevada, Livingston, Greenwich, Roberts, Nelson, 25 de Mayo, Elefante y Clarence, las que dejan entre sí muchos canales navegables. Es destacable que en la isla Decepción se manifiesta actividad volcánica, aunque no es el único lugar. El sector Argentino es el que posee la mayor superficie despajada de hielo del continente y su relieve presenta, además de las referidas elevaciones, que superan los 4.000 metros, grietas de variadas dimensiones producidas por el resquebrajamiento de la masa glacial. Este relieve en realidad sólo es visto en sectores cercanos a la costa y excepcionalmente en el interior en razón de la disposición peculiar de la superficie y la altura de las rocas.

Las enormes masas de hielo desprendidas dan origen a grandes témpanos de dimensiones colosales y que al ser arrastrados por las aguas van perdiendo tamaño. Las mayores elevaciones de la península son el cerro Bransfield de unos 760 metros sobre el nivel del mar, el D’Urville con 1.070 m., el Roberts de 957 m. Hacia el sur las elevaciones mayores se desarrollan sobre las costa occidental como el monte Peary de 1.900 m., el Chevreux de 1.860 y el Bigo de 1.980 m. Sobre el paralelo 70° se dan aún mayores elevaciones con el cerro Duemler de más de 2.200 metros, el monte Edward con 2.600 m. y el Courtauld de 2.100 m., entre varios más. El monte más alto de la Antártida Argentina es el Jackson, con casi 4.200 metros, ubicado en los 71° 30´. En excepcionales momentos partes de las islas están sin hielo, como ocurre con un poco más de asiduidad en la Isla Vicecomodoro Marambio, en la Decepción y en la Isla 25 de Mayo.

Clima

Distintos elementos influyen para que el clima del “continente blanco” sea el más riguroso del planeta. La radiación solar que llega es escasa debido a la oblicuidad de los rayos solares por la escasa altura que alcanza el sol sobre la línea del horizonte, a su vez la energía que llega a la superficie de los mares penetra en las aguas por lo que el esperado calentamiento del aire es mínimo (en el hemisferio norte el fenómeno es inverso). Por otra parte la cobertura de hielo del continente devuelve al espacio por reflexión un 75% aproximadamente de la energía que llega a la superficie. La altura media sobre el nivel del mar del Continente Antártico es la mayor de todos los continentes, circunstancia que tiene también una alta incidencia en la baja temperatura. Se calcula en un descenso cercano a los 10° C por cada 1.000 que se asciende. Al sur de los 70° la temperatura aparece condicionada por la latitud y la altura sobre, mientras que al norte de dicho paralelo es modificada por la presencia de la península Antártica (Beltramino, 1980).

La península y las islas que la circundan en el oeste desvían las isotermas hacia el noroeste. Las temperaturas menores se registran en el centro geométrico de la Antártida con una capa de hielo que asciende hasta los 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. La mínima mundial que se haya registrado tuvo lugar en el polo sur con – 88.3° C, el 24 de agosto de 1960 en la base rusa Vostok. El mar ejerce un efecto atemperante de las marcas térmicas por lo que las mínimas invernales en el extremo de la Península Antártica y en las islas que la circundan son mayores a las que se registran en zonas más alejadas del mar. Un ejemplo de esto lo vemos claramente con los registros de las temperaturas medias, mínimas y máximas, tomadas en la década 1970-1980 para los meses de agosto y enero respectivamente en las Bases: Belgrano, ubicada sobre la plataforma de hielo Filchner a los 77° 46´ S., donde la mínima promedio del mes de agosto fue de - 32.9 ° C (agosto) y - 6°C para enero. En cambio en la Base Matienzo ubicada sobre una pequeña isla - 64° 58´ S. - los registros para igual mes y período fueron de - 21.7° C y de 1° grado sobre cero en enero.

Los vientos en la Antártida son muy fuertes gran parte de año. La tormentas de viento arrastran y elevan la nieve depositada haciendo muy difícil la respiración y la visión Uno de los vientos responsables de este fenómeno es el conocido viento blanco o blizzard, pero otros vientos- catabálticos- no son menos benévolos como los que se desplazan en sentido radial, del centro hacia las costas, y que adquieren mucha fuerza al deslizarse por valles y depresiones siendo comunes las velocidades que oscilan entre 100 y 200 kilómetros por hora. Los vientos planetarios del oeste cumplen un papel fundamental en la circulación atmosférica y aumentan su intensidad con la altura (A.I. de C., 1982) y el anticiclón que se instala en la meseta provoca fuertes vientos secos y fríos hacia el anillo de centros de baja presión que rodean al continente. Las zonas costera reciben vientos mayores que las alejadas de las mismas.

La mayor parte de las precipitaciones se producen en forma de nevadas a excepción del la zona oeste de la Península y la zona marítima adyacente, donde se producen algunas lluvias. La nubosidad es bastante persistente, disminuyendo su frecuencia al aumentar la latitud, pero en términos generales puede decirse que un alto porcentaje de los días son nublados en todo el ámbito continental, con la salvedad mencionada precedentemente.

Flora

El Continente Antártico es el sector de Planeta que presenta las condiciones más desfavorables para la vida: es el más frío, el de mayor altura, el más azotado por los vientos y el más aislado, y, en consecuencia, presenta el menor desarrollo de formas vivientes como ocurre con la flora contrastando inconmensurablemente con la rica flora de climas cálidos que existió en el pasado geológico y de la que dan cuenta los restos de plantas fósiles del Jurásico y Cretácico (Beltramino, 1980). Las fanerógamas ocupan un lugar sumamente restringido, distribuyéndose prácticamente en forma exclusiva en la costa occidental de la Península Antártica y las islas ubicadas frente a la costa. Sólo dos especies de plantas florales han logrado adaptarse: una es la hierba Deschampsia antártica y la otra es Colobanthus quietensis. Más éxito ha conseguido en su adaptación la flora criptógama. Los hongos son poco abundantes y también se desarrollaron en la Península Antártica y algunas islas, en cambio, de las algas y los musgos encontramos varias decenas de especies. Los líquenes forman la mayor parte de la vegetación terrestre, ocupando la mayoría de los lugares libres de hielo, aunque incluso resisten una capa de hielo que los cubra durante varios meses. Holdgate (1967) ha hecho una división fitogeográfica antártica distinguiendo dos áreas : una la denomina Antártica Marítima y la otra Antártica Continental. La primera abarca las costa occidental de la Península Antártica e islas próximas, las islas Orcadas del Sur y las Shetland del Sur y la otra fitorregión es la que ocupa el resto del Continente Antártico. La primera de las regiones, según el mencionado autor, posee vegetación predominante de briófitas y de líquenes, en tanto que la segunda región se distingue por poseer formaciones dispersas de líquenes con mucha menor proporción de musgos. En el Sitio de Especial Interés Científico “Punta Cierva” la cobertura de líquenes, musgos y comunidades dominadas por gramíneas es muy extensa. Las comunidades vegetales dominantes son asociaciones de líquenes dominantes, colchón de musgo dominado por Polytrichum-Chorisodontium y subformación de Deschampsia-Colobanthus. El colchón de musgos cubre áreas de más de cien metros cuadrados, con una profundidad de cerca de 80 cm. Este tipo de hábitat permite el establecimiento de numerosas colonias de aves. Son motivo de estudio las ya mencionadas hierva filamentosa antártica (Descamisa antarctica) y una variedad de careofilácea antártica (Colobanthus quitensis)

Fauna

Se realizará una reseña de la fauna del Continente Antártico en general para luego hacer mención de la vinculada con el área analizada. La fauna vertebrada antártica requiere de adaptaciones fisiológicas y morfológicas especiales para sobrevivir en las gélidas aguas e hielos. La piel de focas y ballenas es gruesa e impermeable y suficientemente vascularizada para evitar calentamiento excesivo en momentos de mucha actividad. El sistema sanguíneo de las focas es muy eficaz para sus inmersiones en el agua en busca de alimento al actuar una especie de esfínter muscular ubicado en el diafragma, que logra aislar del corazón el sistema venoso de la parte inferior del cuerpo, manteniendo sólo en funcionamiento los vasos cardíacos más importantes. Generalmente la acumulación de grasa es importante en la mayoría de los animales y poseen mecanismos que impiden el congelamiento, como el caso de los peces, que aún no se conocen plenamente. Sólo es posible observar especies pertenecientes a las clases peces, aves y mamíferos; la ausencia de anfibios y reptiles es total.

Una característica destacable es la presencia de pocas especies con gran cantidad de ejemplares en cada una de ellas y la dependencia de la fauna al medio acuático, a excepción de algunas pocas aves que se alimentan de huevos o pichones de otras . La vida se manifiesta generalmente en las costas, por lo que la Península Antártica es un lugar especial por la concentración de fauna debida a la proximidad del mar en toda su extensión, aunque mayormente en la mitad norte, por la existencia de roquedales que sirven de lugar de anidada y la latitud que atempera la rigurosidad climática. Contrariamente hay especies de pingüinos y focas que encuentran en los espacios de hielo lugares de descanso, espacios donde mudar, alimentarse y obtener protección contra predadores.

Dentro de la Convergencia Antártica, es decir el límite de los mares australes con los subantárticos - donde el agua de norte a sur sufre un brusco descenso de la temperatura- que ocurre en una línea que circunvala el continente entre los 50° y 60° de Latitud sur, habitan cerca de 300 especies de peces, muchos de los cuales son endémicos y la evolución se encargó de adaptarlos a las aguas extremadamente frías con, por ejemplo, sustancias anticongelantes que poseen en la sangre (glicoproteínas). Lógicamente, cuanto más nos acercamos al polo sur disminuye la cantidad de especies. El krill constituye el principal alimento de la ictiofauna de estas latitudes. Se mencionan algunas especies que son conspicuas en las aguas próximas a la Península Antártica: el Notothenia coriiceps, el Dissostichus eleginoides, Harpagifer antarticus y el Trematomus newnesi entre otros.
Respecto a las aves son 39 las especies que nidifican dentro del espacio denominado Convergencia Antártica. Predominan los petreles con diez y ocho especies, le siguen los pingüinos con siete, con seis los albatros, dos eskúas, un cormorán, una gaviota, un gaviotín y la paloma antártica. La nómina continúa con dos especies de aves más que sólo llegan a las islas Georgias del Sur.

Las aves del antártico tiene la ventaja de carecer de predadores terrestres y todas nidifican en las costas carentes de hielo y migran hacia menores latitudes en plena época invernal. Tal vez las mayores sutilezas en el aspecto adaptativo las presenten los pingüinos con su cuerpo alargado muy adecuado a la natación subacuática, las alas se han reducido y pasaron a ser eficientes aletas para nadar, las plumas son especializadas para lograr un mayor aislamiento del frío y son impermeabilizadas por una secreción glandular, una capa de grasa debajo de la piel contribuye a luchar contra el frío y las patas son herramientas notablemente útiles para la natación. Por otra parte, la enorme resistencia al desgaste energético que produce el vuelo en los albatros, que pasan algo así como el 90% del tiempo volando, no deja de ser una extraordinaria adaptación evolutiva que les brinda varias ventajas para su subsistencia.

Entre los pinnípedos –focas, elefantes, lobos marinos – hay seis especies que son las más conspicuas dentro del radio tratado. Todos los animales de este grupo desarrollaron grandes tamaños como principal estrategia para protegerse del frío, al reducir de esta forma la superficie expuesta en relación al volumen y mantener más el calor. La acumulación excesiva de grasa proporciona calor y reserva calórica para momentos de escasez de alimento y el pelaje es, en general, bien desarrollado. Y, por último, se encuentra el grupo de los cetáceos, mamíferos que están representados en el antártico por unas quince especies. También su gran tamaño los protege de la pérdida de calor y su respiración pulmonar los obliga a emerger para respirar lo que los hace muy vulnerables ante el hombre que desde tiempos remotos los cazó desde embarcaciones y, en los siglos XIX y XX, con la utilización del cañón lanza arpones se diezmaron las poblaciones de algunas especies, provocando un verdadero alerta mundial entre los países explotadores del recurso, que los llevó - por imperio de las circunstancias más que por el afán de cumplir los tratados que en ese sentido se establecieron - a tener que cazar menos aquellas especies que se veían espaciadamente. Se pueden señalar dos características anatómicas notables que los distinguen del resto de los mamíferos: carecen de pelo y de glándulas en la piel, a excepción de las mamarias.

En el Sitio de Especial Interés Científico “Punta Cierva” se estudian al menos cinco especies de aves (suele haber poblaciones hasta de 8 especies de este grupo), de las cuales se realizan fundamentalmente las siguientes tareas: censo de nidos, desarrollo de las crías, anillado, mortalidad de animales jóvenes por predación, estudio de depredadores, especialmente el leopardo marino (Hydrurga leptonyx), y los petreles gigantes (Macronectes giganteus). Se estudia la relación entre la vegetación y las poblaciones de aves. Además se analiza detenidamente la ecología de la fauna relativamente variada de las charcas intermareales.

Las aves que son objeto de estos estudios son :
a) el pingüino Papúa o de vincha (Pygoscelis papua), que junto con el de Adelia (Pygoscelis adeliae) y el de barbijo (Pygoscelis antártica) representan aproximadamente el 70% de la biomasa de aves presentes en la Antártida, son los que poseen mayores colonias (De la Vega, 2000). Hay dos razas (Narosky, 2003) y crían en Antártida, Islas del Atlántico Sur y Malvinas.
b) La escúa polar ( Catharacta maccormicki) de unos 52 centímetros estando parada (nivel piso a extremo de cabeza) es una ave predadora que prefiere la ingesta de peces que, a diferencia de la escúa marrón- simpátrica en el Antártico – (Catharacta antártica) que como huevos y pichones de pingüino. Resulta frecuente la hibridación de esta dos especies (De la Vega, 2000).
c) El cormorán real (Phalacrocorax albiventris), que establece las colonias más o menos fijas año tras año y por ende se acumula gran cantidad de guano que favorece la acumulación de líquenes, musgos y algas. Se alimenta de peces en las aguas costeras en un alto porcentaje, y es asombrosa la habilidad para zambullirse hasta profundidades de unos cien metros donde merodean los peces que insume.
d) El petrel de las nieves o petrel blanco (Pagodroma nivea) de coloración totalmente blanca con una envergadura de unos 80 cm. (Narosky, 2003) y nidifica en la Antártida e Islas del Atlántico Sur, sin aproximarse al continente sudamericano.
e) Otra de las aves objeto de estudio es la gaviota cocinera (Larus dominicanus) única especie de la familia Laridae que se reproduce en la Antártida y suele formar colonias en el mismo sitio durante varios.

El leopardo marino (Hydrurga leptonyx ) cuya alimentación básica para los subadultos es el krill y los adultos agregan a este alimento pingüinos para los cuales habrían desarrollado una técnica especial de caza (De la Vega, 2000) y también otras especies de pinnípedos. Su distribución es alrededor del Continente Antártico y su hábitat de invierno es en los bordes del pack de hielo. El leopardo marino es una de las especies de pinnípedos en los que la hembra en de mayor tamaño que el macho, alcanzando los 400 kilos como tamaño habitual.
Los petreles gigantes (Macronectes giganteus) son otro de los grandes predadores de la región y fue objeto de estudio en el Sitio Punta Cierva.

Invertebrados
La fauna invertebrada está compuesta en primer término por los organismos integrantes del zooplancton y entre los invertebrados marinos es destacable la variedad de esponjas que hay en los mares antárticos, también caracoles, bivalvos, “arañas de mar”, anfípodos, poliquetos y otros grupos. Existen también insectos de varias especies, algunos son parásitos de las focas, y protozoos que viven junto a los líquenes, nematodes, rotíferos y tardígrados (De la Vega, 2000).

Recursos culturales

Con la llegada del hombre a un determinado territorio comienza la historia de ese lugar. No escapa la Antártida a este postulado, sino que por el contrario, tiene más historia por los intentos de aproximación y por los esfuerzos- a veces auténticas proezas- de conquistar tan indómito terreno por la dureza de su clima, que por los hechos acaecidos una vez instaladas las primeras poblaciones humanas. Ya en 1756 el navío español El León que atravesaba en Cabo de Hornos es llevado por una tormenta hasta la Islas Georgias del Sur, que denominó San Pedro. El famoso capitán James Cook, allá por la década de 1770, circunnavegó el Antártico y rebautizó el archipiélago con el nombre a las Georgias del Sur.

En las entonces Provincias Unidas del Río de la Plata, el almirante Guillermo Brown durante la lucha por la independencia, en 1815, estando en el Cabo de Hornos con dos buques fue llevado por una impetuosa tormenta hacia latitudes cercanas a los 65† S. Habría antecedentes que en 1818, barcos foqueros procedentes del Río de la Plata, iban con cierta regularidad hacia las islas del Atlántico Sur . Esto se fundamentaría en que en el mencionado año un comerciante de Buenos Aires – Juan Pedro Aguirre- presenta al Consulado de Buenos Aires una autorización para instalar un establecimiento de caza de lobos marinos “en alguna de las islas existentes a la altura del Polo Sur”. En 1829 el gobierno de Buenos Aires dicta, el 10 de junio, un decreto creando la Comandancia Político Militar de las Islas Malvinas y es la primera normativa que menciona la preservación de los pinnípedos que habían sido víctima de un exterminio brutal, refiriéndose a las islas adyacentes al Cabo de Hornos en alusión a las islas antárticas.

En 1819 y 1821 los buques rusos Vostok y Mirny , al mando del comandante Bellingshausen rodean el “Continente Blanco” y avistan una costa montañosa que llamaron Tierra Alejandro I en homenaje al zar de Rusia. En 1823 el capitán inglés Weddell descubre el mar que lleva su nombre y penetra en él hasta los 74† 15`de Lat. S. Luego habría que hacer mención a las tres expediciones científicas más importantes anteriores al empleo del motor a vapor en la navegación. Una de ellas fue la del francés Jean Dumont D´Urville, que inició su viaje en 1837 y llegó en el verano del hemisferio sur a incursionar en el Mar de Weddell, contorneó las Orcadas del Sur y las Shetland, hizo lo propio en la Península Antártica y tras efectuar un enorme recorrido por la Polinesia y Oceanía llegó a la costa opuesta del Antártico. En 1838 el norteamericano Charles Wilkes partió hacia la Antártida con una expedición sin precedentes hasta el momento: estaba integrada por dos corbetas, una bergantín, dos veleros y un buque almacén. Sus logros fueron mínimos en relación a la infraestructura que sustentaba la expedición, perdiendo la mayor parte de los navíos y arribando a las costas antárticas en una sola oportunidad.

La más exitosa de las tres expediciones enunciadas precedentemente fue la del inglés James Charles Ross, en 1839, que llegó a los 78† de Lat. S. y se encontró con una enorme barrera de hielo de unos 70 metros de altura que hoy lleva su nombre. En otra incursión que realiza, Ross llega al Mar de Weddell y explora la tierra de Joinville. Luego de una tregua de varios años se reiniciaron las expediciones con barcos de vapor, siendo el alemán Dallman el primero en explorar la Península Antártica con la nueva tecnología naviera. Un avance importante lo realizó el noruego Larsen que pasó dos temporadas en las costas de la Península Antártica y comprobó que la parte noroeste del mar de Weddell presentaba un paso libre de hielo y en virtud de ello recorrió gran parte de las costas de la Península. Antes de finalizar el siglo XIX hubo dos expediciones más, la del belga Gerlache y la del escandinavo Borshgrevink, quien pasó el invierno en el Antártico por primera vez.

La República Argentina participa de la epopeya antártica, en 1901, a través de la expedición dirigida por el profesor sueco Otto Nordenskjöld, quien en diciembre de ese año llegó a Buenos Aires y establece un convenio con el gobierno para obtener provisión de víveres a cambio de la participación de un militar argentino, el alférez de marina José María Sobral, en su expedición. En 1902 llegaron a las Shetland del Sur e instalan un campamento para refugio de invierno con el fin de efectuar observaciones metereológicas principalmente. Mientras tanto el buque Antartic regresaba a Ushuaia para proveerse de alimentos y quedar en acuerdo que si en abril de 1.903 la expedición no hubiera regresado se enviaría otra en auxilio. Así sucedió, tal como si Nordenskjöld hubiera tenido una premonición, el Antartic fue destrozado por los hielos y los expedicionarios estaban en el refugio a la espera de las naves que vinieran en su auxilio. En noviembre de 1.903 tras una intensa búsqueda fue encontrado el campamento por los tripulantes argentinos de la cañonera Uruguay.

En 1904 Argentina adquiere la estación metereológica del escocés Bruce, en la isla Laurie, Orcadas del Sur. A partir de ese momento la ocupación Argentina en las mencionadas islas fue continua hasta nuestros días. La Corbeta Uruguay – hoy convertida en Museo- realizó durante muchos años el relevo del personal asentado en la Base Orcadas del Sur.El Polo Sur fue a partir del comienzo del siglo XX la meta buscada. Inició esa empresa el inglés Ernest Shackleton, quien parte en junio de 1907, en el buque Nimrod, rumbo al Antártico. Establecida su base en la tierra de Eduardo VII realizó tres incursiones en busca del Polo Sur. En la ultima de ellas Shackleton y tres acompañantes se lanzaron hacia el Polo, utilizando ponies de Siberia. Los animales iban siendo sacrificados a medida que el cansancio los hacía inútiles para impulsar los trineos y eran enterrados bajo el hielo para encontrar carne fresca al regreso. Carentes ya de animales, los expedicionarios debieron regresar cuando habían alcanzado una altitud mayor que la lograda hasta el momento : 88† 23´ de Lat. S. y estuvieron a sólo unos 170 kilómetros del polo. En 1910 parten hacia el mismo destino dos expediciones más: la de Robert F. Scott, en el buque Terranova, y Roals Amundsen en el Fram. Ambos expedicionarios llegaron al Mar de Ross con pocos días de diferencia. Los grupos expedicionarios emprendieron una verdadera carrera en la fue favorecido por el clima Amundsen y arribó a la meta el 17 de diciembre de 1911 y Scott lo hizo un mes más tarde. En el viaje de regreso Scott y sus acompañantes fueron vencidos por la adversidad del clima y perecieron; recién en octubre de 1912 fueron encontrados por la expedición que había salido en su búsqueda. Con la empresa de Shackleton en 1914-1917, que logró salvarse luego de pasar tremendas peripecias, finaliza el período de las explotaciones heroicas al irrumpir a partir de 1928 el auxilio de los primeros aviones que permitieron el aprovisionamiento periódico de las distintas bases instaladas.

La República Argentina a partir de 1947 inicia una etapa de mayor actividad en la Antártida, desarrollándose desde entonces, año tras año, campañas antárticas, confección de cartografía, edición de bibliografía y erección de unos quince destacamentos de los cuales en la actualidad hay seis de uso permanente y siete temporarios.

Alternativas turísticas

Desde la República Argentina se puede llegar a la Antártida partiendo de Ushuaia, ciudad más austral de Argentina y del mundo.

Sólo algo más de 1.000 Km. separan a Ushuaia de la Península Antártica, lo que ubica a esta ciudad en un plano fundamental para la parte logística operativa en todo lo que hace a la conexión con el Continente Blanco. Por esta razón Ushuaia es vista como "La Puerta de Entrada a la Antártida". La temporada turística antártica comienza a mediados de Noviembre y finaliza hacia mediados de Marzo. Durante estos meses del verano austral distintas embarcaciones, principalmente cruceros y en menor proporción veleros, ofrecen a los amantes de la aventura y la naturaleza la posibilidad de viajar hacia el Continente Blanco. Luego de zarpar del puerto de Ushuaia los buques ponen proa al sur para cruzar el Pasaje Drake en dirección al extremo noroeste de la península antártica, a dos días de navegación, donde los turistas tienen la posibilidad de visitar sitios de singular belleza.

Una vez en área antártica y de acuerdo a las condiciones climáticas, se realizan desembarcos, en general en botes de goma y con un tiempo de permanencia en tierra de algunas horas. Los pasajeros se alojan y comen siempre a bordo mientras el buque se traslada diariamente a nuevos sitios, permitiendo así recorrer y conocer una gran cantidad de lugares. La duración del viaje y los itinerarios son variables, desde un mínimo de 8 a 9 días hasta más de tres semanas, incluyendo la península antártica, islas subantárticas como las Georgias, Sandwich y Orcadas del Sur.

De todas formas no podemos dejar de señalar que la afluencia turística está siendo observada con atención especial por las Partes Firmantes del Tratado Antártico y su complementario Protocolo de Madrid. Los ecosistemas antárticos son sumamente frágiles, y el impacto negativo de la presencia humana en forma periódica puede ser muy peligrosa para su sustentabilidad. Por otra parte debe tenerse presente que el espíritu del Tratado Antártico es esencialmente contrario al establecimiento de cualquier actividad humana ajena a la investigación. Las actividades turísticas se desarrollan continuamente en la zona antártica. Cabe observar que este continente se vuelve cada vez más atractivo para los turistas. Efectivamente, desde hace 20 años, su número aumenta: en 1998 la Antártida recibió más de 10 000 turistas, sobrepasando así el total de personas trabajando en las estaciones científicas locales y sus bases. Periódicamente se visitan unos sesenta sitios por vía marítima (los cruceros pueden recibir hasta 1.700 pasajeros y algunos buques pueden desembarcar hasta 800 viajeros en ciertos sitios), ya sea por vía aérea (Documento de trabajo presentado por Francia a la Vigésimo quinta Reunión Consultiva del Tratado Antártico -Varsovia, 2002-).

Frente a este fenómeno creciente, los Estados Partes al Tratado Antártico y al Protocolo de Madrid tienen una competencia general para enmarcar las actividades turísticas que se desarrollan en la Antártida en aras de vigilar las consecuencias ambientales debidas a dichas actividades.

Problemas de conservación

El cambio de categoría propiciado por el Protocolo del Tratado Antártico Sobre Protección del Medio Ambiente, a las áreas anteriormente denominadas Sitios de Especial Interés Científico por una categoría denominada Zonas Antárticas Especialmente Protegidas o en idioma inglés Antartic Special Protected Areas (ASPAs) en principio, perjudica el estatus actual por tratarse de un rango de protección un poco menos estricto. Las investigaciones que se realizan en el SEIC “Península Potter” requieren de una absoluta carencia de intervención humana por cuanto se trata de pormenorizados monitoreos de las poblaciones de elefantes marinos- la faz reproductiva principalmente- y de algunas de las especies de aves marinas que habitan la zona, que son muy sensibles a las alteraciones ambientales. Además incluye el Programa de Monitoreo del Ecosistema de la CCRVMA (Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos , llevada a cabo en Hobart, Australia) e investigaciones básicas que deben desarrollarse sin interferencia de otras actividades.

Los estudios a largo plazo podrían ser puestos en peligro por interferencias de otras actividades humanas, principalmente en épocas coincidentes con los periodos reproductivos. Las seriedad con se cumplen las normas hacen de la Antártida un laboratorio único en el mundo. Siempre la puja por los intereses económicos va a estar latente, pero en este ámbito favorece mucho los factores sumamente adversos para la vida que restringen las posibilidades de intrusiones humanas. Es importante destacar algunos párrafos del Preámbulo del Protocolo de Protección Ambiental que muestran claramente el espíritu netamente conservacionista que anima a esta normativa y que redunda en una excelente preservación del medio natural. Dice “convencidos los Estados Parte de la necesidad de incrementar la protección del medio ambiente antártico y de los ecosistemas dependientes y asociados; ... de la necesidad de reforzar el sistema del Tratado Antártico para garantizar que la Antártida siga utilizándose siempre exclusivamente con fines pacíficos; ...reconociendo además las oportunidades únicas que ofrece la Antártida para la observación científica y la investigación de procesos de importancia global y regional...”. Si bien existen muchos convenios, planes de manejo, estudios referidos a distintas áreas naturales protegidas que contienen seguramente palabras tan bien intencionadas a favor del cuidado de nuestro planeta como las enunciadas precedentemente, muy pocas veces son llevadas a la practica tan cabalmente como en el Tratado Antártico y sus convenios inherentes.

Gracias a la protección del Tratado Antártico, este continente es el único desmilitarizado del mundo, sin conflictos bélicos, limpio ambientalmente y dedicado con exclusividad al estudio de la biosfera y al más profundo conocimiento de fenómenos climáticos tan trascendentales como los bien conocidos de los fallos en la capa de ozono, el llamado "efecto invernadero" y muchos otros fenómenos. Por lo tanto la Antártida es la gran estación metereológica de la humanidad.


Bibliografía

Beltramino, J.C. 1980. Antártida Argentina. Su geografía física y humana. Ed. El Ateneo. Buenos Aires.
Bertonatti, C y Corcuera, J. Situación Ambiental Argentina 2000. Fundación Vida Silvestre Argentina. 392 páginas. Buenos Aires.
Burkart, R, Bárbaro, N.O.,Sánchez, R.O. y D.A. Gómez 1999. Eco-regiones de la Argentina. PRODIA. Buenos Aires.
Burkart, R.; García Fernández, J. y A. Tarak. 1997. Las Áreas Protegidas de la Argentina. Primer Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales y Áreas Protegidas. Administración de Parques Nacionales. 62 páginas, Buenos Aires.
Campbell, D.G. 1992. El desierto de cristal. Emecé. Buenos Aires.
------------------ 1985. “Birds and Mammals- Antartic Whales”. En ediciones de W.Bonner y D.W Walton. Key Antártica, pp.223-241 Oxford Pergamon Press. U.S.A.
Carlini, A.R. y Daneri, G.A. y M.E. Marquez, 1997 . Mass transfer from mothers to pups and mass recovery by mothers during the post-breeding foraging period in southern elephant seals at King George Island. Polar Biology 11. 219:222. U.S.A.
Cazeneuve, H y S.R. Ozu, 2000. Sistema Terrestre y Cambio Global. Dirección Nacional del Antártico. Contribución N† 496. Buenos Aires.
Clancy, E. Las mareas. Editorial Universal, Buenos Aires, 1972.
De la Vega, Santiago. 2000. Antártida. Las leyes entre las costas y el mar. Ed. Contacto Silvestre. Buenos Aires.
Di Marino, S. y J. Tolosa. 1995. Cetáceos avistados en aguas del Mar Argentino y Oc’eano Antártico durante la Campaña Antártica Verano 1994-1995. Jornad. Arg. De Mastoz. La Plata. Argentina.
Erize, F., 1993. El Gran Libro de la Naturaleza Argentina. Ed. Atlantida 330 pág.
Erize, F., J. C. Chebez. 1993. El Gran Libro de la Naturaleza Argentina. Ed. Atlántida 330 pág.
Fraser, F. 1968. Notes on a specimen of Phocoena diptrica from South Gergia. Brit. Antart. Surv.Bull. 16: 51-56. Londres.
Gallach, J. Albatros. Enciclopedia del mar. Tomos I - IV. Compañía Internacional Editora, Madrid, 1977.
Giannini. N. 1993. Avistaje de Cetáceos en Aguas Antárticas. Resum. VIII. Jornd.Arg, de Mastoz. Bariloche. Argentina.0
Grigera, D y C. Úbeda. 1997 . Recategorización del estado de conservación de la fauna de la Patagonia argentina, Antártida e Islas del Atlántico Sur; un análisis de sus resultados Gayana zoología 61 (2): 29-41.
Holdgate, M.W. 1967. The Antartic ecosystem, Royal Society of London. Philosophical Transactions. Series B, Biological Sciences N† 777, Vol. 252, London.
Holdgate, M.W.
, 1964, "Terrestrial Ecology in the Marítime Antarctic", en CARRICK, R. et. al., (eds)Biologie Antartique, Hermann, Paris, 181-194.
Hooker, J D. 1847, The Botay of the Antarctic Voyage of HMS Discovery, Erebus and Terror,in the years 1839-1843, under the command of Sir James Clark Ross, Reeves Brothers, London 1844–1860, 6 vols.
Iglesias de Cuello, A. 1981. Antártida Argentina. En Atlas total de la República Argentina. Atlas Físico, Vol. 2. Chiozza y Figueiras, Directores. CEAL. Buenos Aires, Argentina.
Laws, R, 1989,Antarctica, the last frontier, Boxtree Ltd., London.
López. J. 1992. Métodos de identificación de mamíferos antárticos: orcas y focas de Weddell. Res. V Reuní. De Esp. Mam.Acuat. América del Sur. Buenos Aires.
Luna Pérez, J.C. 1963. Visita a la roquerìa de pingüinos Emperador de bahía Austral (Mar de Weddell). Instituto Antártico Argentino. Contribución N† 70.. Buenos Aires.
Narosky, T y D. Izurieta. 2003. Aves de Argentina y Uruguay: guía para la identificación. Vazquez Mazzini. Buenos Aires.
Navas, J., T. Narosky, N. Bó y J. C. Chebez. 1991. Lista patrón de los nombres comunes de las Aves Argentinas. Asociación Ornitológica del Plata.
Panzarini, R.N. 1958. La naturaleza del Antártico. ED. Lerú. Buenos Aires.
Parera, A. 2002. Los mamíferos de la Argentina y la región austral de Sudamérica. El Ateneo. Buenos Aires.
Redon, J. 1985. Líquenes Antárticos, Instituto Antártico Chileno, Santiago de Chile.
Quintana, R.J, Agraz, J.L. y L.C.Borgo, 1996. Biodiversidad en la Antártida.
Revista Ciencia Hoy. Vol. 6. N† 31. Buenos Aires.
Revista Ciencia Hoy, 2004. La Expedición Bruce a la Antártida. Vol.14, N† 82
Schloss, I. 1997. Escalas temporo-espaciales de variabilidad del fitoplancton costero antártico. Tesis PhD .Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Dptro. Ciencias Biológicas. Buenos Aires.
Stonehouse, B. 1972. Animals of the Antartic. The ecology of the Far South, Weert, Netherlands, Peter Lowe. U.S.A.
Tomo, A.P. y E. Marschoff. 1976. El Krill y su importancia. Instituto Antártico Argentino. Publicación N† 12. Buenos Aires.
Vetter, C. Oceanografía. La última frontera. El Ateneo, Buenos Aires, 1976.
Zubillaga, J.V. 1972, Climatología sinóptica de la Antártida, República Argentina. Armada Argentina, Servicio de Hidrografía Naval, H 415. Buenos Aires.


Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez


Copyright © Patrimonionatural.com
Prohibida su reproducción por cualquier medio para fines comerciales, sin la autorización expresa del editor.
Las fotografías son propiedad de sus autores. Prohibida su reproducción por cualquier medio sin autorización expresa de los mismos.